Una cosa es la salud, el bienestar o las relaciones sociales generadas a partir del atletismo, y otra bien distinta son los atletas que, según mi opinión, se erigen como los auténticos protagonistas de que todos estos efectos se produzcan. Es imposible teorizar sobre atletismo si no se reconoce la “Élite” como el vértice de esa figura aristada e indeformable que jerarquiza su trama. Ésta pertenece a un género de términos mal entendidos y, porque no decirlo, estigmatizados por la sociedad, pero en cambio su existencia es una herramienta fundamental para poder explicar los éxitos de nuestros atletas.
Los resultados obtenidos esta semana en Ámsterdam no son gratuitos, al contrario, siempre vienen acompañados de sangre, sudor y lágrimas. Todos los atletas seleccionados para el Europeo pertenezcan a ese grupo selecto y minoritario de deportistas con unas cualidades privilegiadas, tanto por lo que hace referencia a su condición física como a la aptitud y preparación mental. Ruth, Sergio, o Bruno representan a un colectivo de atletas con la responsabilidad de mostrar a la sociedad una actitud vital encomiable, además de un patrón de conducta ejemplarizante para el resto de atletas y deportistas en general.
Hay muchas razones que justifican con creces la existencia de la élite, pero quizás podríamos sintetizarlas en tres de ellas. La primera, es tanto el placer estético, la espectacularidad como la belleza que se pone de manifiesto en cualquier evento deportivo de cierta calidad técnica. La segunda, aún es más evidente: todo país que haga alarde de ser civilizado y disponer de un índice de renta suficiente para permitir sufragar inversiones de este tipo, debería auspiciar, aumentar y consolidar el nivel general de cultura deportiva. la última y, quizás la más importante, es el modelo de país y atletismo que queremos y debemos construir. Ante una mirada estrictamente fenicia, la élite muestra un semblante flagrantemente deficitario. Está claro que un atleta de élite “vale dinero”. Cualquier empresa que pretenda ser puntera debe invertir en I+D, con el fin de obtener réditos en un futuro no demasiado lejano. Lo mismo pasa con la excelencia atlética. Las administraciones tienen la obligación de abonar para recoger, olvidándose de referencias y modelos deportivos con realidades y argumentos que difieren ostensiblemente de la idiosincrasia de nuestro atletismo.
Se pueden contar con los dedos de las dos manos los clubes o entidades que equilibran la inversión y el beneficio a partir de la actividad deportiva desarrollada. Para que los resultados prosperen y los ciclos generacionales continúen, tenemos que invertir en la élite. Pero que nadie se rasgue las vestiduras. El camino de retorno se basa en implantar nuevos modelos y programas para la promoción del atletismo, hecho que ayudará a incrementar los recursos de clubes y asociaciones. Una de las consecuencias directas de la mayor notoriedad de nuestros atletas será la contratación de más técnicos especializados, originando una alza exponencial de los indicadores referidos a la contratación de entrenadoras y entrenadores. Finalmente, no debemos olvidar su aportación en la reducción de la inversión pública en las partidas de Sanidad y otras que afectan a políticas sociales.
Por todo ello, los clústeres y especialmente las distintas administraciones, deben entender que la élite no es sólo un proyecto personal o una forma de vida, es una fuente de ingresos pero no a fondo perdido, sino más bien una inversión a largo plazo. El camino está servido, solo nos queda desactivar progresivamente esta mentalidad tan nuestra del «resultado inmediato», y pensar que atletas como Ruth, Sergio y muchos otros no surgen exclusivamente de forma espontánea. Para conseguirlo, todavía necesitamos resolver dos cuestiones: en primer lugar, alterar los hábitos y modelos deportivos y, sobre todo, dar más visibilidad a nuestros atletas reconociendo públicamente sus logros pero, eso sí, sin banalizar sus resultados.
Fotos vía: AS.com
Síganme en @manelis01, además de toda la información y actualidad deportiva en @SextoAnillo, www.facebook.com/sextoanillo o en nuestro Instagram: sextoanillo