Opinión

Jugar con el corazón

Me permito la licencia de utilizar como encabezamiento de estas líneas el título del best seller del gran Xesco Espar, ya que lo vivido a lo largo de toda la temporada por el Club Atlético Osasuna puede resumirse en esas bellas palabras, Jugar con el Corazón.

Fotografía: Diario de Noticias de Navarra
Fotografía: Diario de Noticias de Navarra

Inenarrable, emotivo, difícil de explicar el sentimiento de todos los navarros, futboleros o no, cuando ayer, a partir de las 20:45, Arias López, árbitro del encuentro, daba por concluido el enfrentamiento entre Girona y Osasuna. El éxtasis de los seguidores rojillos presentes en el estadio de Montilivi, así como de todos los que seguimos el encuentro desde Navarra, en sus diferentes enclaves, se desbordaba, y la pasión rojilla, en todas sus facetas, desde los más pequeños, hasta los ancianos, la mayoría de ellos engalanados con la zamarra roja que simboliza la garra, el temple navarro, la ilusión, la alegría, daba rienda suelta por la calles de Pamplona, adelantándose a la mítica fecha del 6 de julio, la del comienzo de nuestras fiestas de San Fermín. Osasuna, ese equipo que ocupa una parte del corazón de los navarros, retornaba a Primera División, a la Liga BBVA, tras dos años de dudas, problemas interminables y grandes dosis de pesimismo.

Cuando hace algo más de un año, el club navarro estaba al borde del suicidio, cuando su patrimonio tuvo que pasar a manos del Gobierno de Navarra debido a los graves problemas económicos, y en la última jornada, en Sabadell, un gol de Javi Flaño, libraba del descenso a Segunda B y, quién sabe, de la desaparición de la entidad, el Ave Fénix renacía de sus cenizas y también, de la mano de la Bruja de Campanas, se consigue el ascenso a la máxima categoría. Nadie lo hubiera creído.

Muchos eran los que no confiaban en Enrique Martín Monreal. Un entrenador de los pies a la cabeza, muchas veces vilipendiado y ninguneado, en otros tiempos, por alguna directiva que prefirió echar mano de esos “místeres” televisivos que lo único que consiguieron fue llevarse el dinero y soliviantar los ánimos de la parroquia osasunista con sus nefastas y ridículas manifestaciones. Martín, legendario jugador, miembro de aquel maravilloso triplete atacante a las órdenes de Pepe Alzate, Echeverría-Iriguíbel-Martín, que fue internacional en dos ocasiones, y que el Real Madrid quiso llevárselo por 100 millones de las antiguas pesetas, sacaba de su marmita mágica la pócima necesaria dar a sus huestes la fuerza necesaria que le elevara al olimpo futbolístico.

Fotografía: Diario AS
Fotografía: Diario AS

Pero no me voy a referir al partido de ayer. Ya los medios se hacen eco suficiente del mismo, y por ello creo que hacer una reseña histórica, aunque corta, merece más la pena.

El domingo 22 de abril de 1956, Osasuna ascendía a Primera División, de la mano de Baltasar Albéniz, tras vencer al Sestao por 4-0. Ese mismo día, nacía quien aquí les escribe esta líneas, el mismo lunes 23, mi padre me hacía socio del club rojillo. He de decir que mantuve mi relación con Osasuna durante 37 años, les ví jugar en Tercera División, cuando tan solo acudíamos a El Sadar los románticos de turno, en encuentros tan “maravillosos” como contra el Binéfar, Utebo… —con todos mis respetos hacia ellos, faltaría más—, pero con el paso de los años, y en la época de Pedro Mari Zabalza, allá por 1993, me fallaron las “aguantaderas” y decidí darme de baja del club. Yo no veía aquellos valores de los tiempos de Alzate y Martín, simplemente un juego anodino, que no llegaba a la grada y muchos fuimos los que abandonamos el barco. Sí, lo sé, alguno me dirá que hay que estar a las duras y a las maduras, pero a eso he de contestar que siempre he seguido a Osasuna, a pesar de haber sido muy crítico, sobre todo en los últimos años.

Claro que hubo momentos importantes en la historia rojilla. Con Ivan Brzic se llegó a jugar en Europa, al igual que con Javier Aguirre, tiempos inolvidables y que, en su momento, dieron cierto caché al club navarro, hasta el punto de ser nombrado por la UEFA en el año 2006 como el mejor equipo de Europa. Magníficas clasificaciones en Primera División, pero también decepciones en forma de descenso a la Segunda División, como la última vez en 2014 tras catorce temporadas consecutivas en Primera. La desafortunada gestión de presidentes como Patxi Izco o Miguel Archanco llevaron el prestigio del club hacia lo más profundo de las miserias, sumiéndolo en una bancarrota casi absoluta y teniendo que deshacerse de lo más preciado que tenían que no era otra cosa que su patrimonio.

Pero como bien decía más arriba, el Ave Fénix renacía, y de la mano de una Directiva humilde, encabezada por Luis Sabalza, y una dirección técnica con Enrique Martín Monreal a la cabeza, Osasuna vuelve por sus fueros y reivindica, con sus valores de antaño, un puesto de privilegio en la Liga BBVA, a la que accede por méritos propios, y a pesar de algunas voces discrepantes en los medios de comunicación, que denuncian la fórmula de competición, pues no entienden que el sexto clasificado en la liga regular pueda acceder a la máxima categoría. Señores, la norma está así, y Osasuna, deportivamente hablando, ha hecho un Play Off inmaculado, ganando los cuatro partidos, así que como decía aquél, “reclamaciones al maestro armero”.

Así, pues, el Club Atlético Osasuna, símbolo de esta tierra, como en su momento lo fuera el gran Miguel Induráin, el Portland San Antonio o el Helvetia Anaitasuna —perdónenme otras figuras deportivas que aquí no cito—, volverá a hacer vibrar a sus incondicionales, llenará las gradas de El Sadar una y otra vez, ganará o perderá, pero lo que está claro es que el corazón de los navarros es hoy por hoy rojo, como los colores de su bandera y la zamarra del primer equipo de fútbol de esta Comunidad. Así lo manifestaba ayer en Girona la propia Presidenta del Gobierno de Navarra, Uxue Barkos que, emocionada, acompañaba a los rojillos en esa gesta que tendrá continuación en Pamplona con la recepción del propio Gobierno de Navarra y del Ayuntamiento de Pamplona.

Queda planificar la temporada venidera, no va a ser fácil apuntalar el equipo. Como bien decía Martín, no hay que obsesionarse, ni gastar lo que no se tiene, Osasuna tiene otros compromisos más importantes, entre los que se encuentra intentar saldar las deudas con las instituciones, y a partir de ahí, si se puede, traer jugadores que sientan la camiseta, que luchen y se entreguen por unos colores, como lo han hecho los Nino, De las Cuevas, Manuel Sánchez o Nauzet, por poner algunos ejemplos, si no, no vale. Aquí no se quieren figuras de relumbrón, se necesitan jugadores que sean capaces de darlo todo en el campo y que entiendan que, aparte de ellos, también está el compañero, un equipo, una afición de diez y esos valores que la Bruja de Campanas, Enrique Martín, ha podido recuperar para hacer, de nuevo, felices a los seguidores rojillos.

Como dice el himno del club: “De tu blusa y tu bandera, fuerte y rojo es el color, de tu blusa y tu bandera, como el roble montañés y el vino de la ribera, vibra en tí Navarra entera en donde quiera que estés.”

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