Opinión

Siempre hay una primera vez

La vida no es un juego ni algo con lo que se pueda tentar a la suerte. Desgraciadamente, parece que en algunas ocasiones nos olvidamos tanto del peligro, que obviamos lo que es realmente peligroso. El tema del que vengo a hablaros hoy es un tema peliagudo y complicado.

No todos los superhéroes tienen un final feliz. La vida real arroja un enorme prisma de conflictos y maldad de los que no hablaré porque no compete en un periódico deportivo; pero que convendría tener en cuenta. Hablemos de fútbol. Ese deporte que mueve a millones y millones de personas y que es causante de noticias tan excitantes como desagradables. Esto tiene su lado malo. Saber que si quieres atención es una vía rápida de “autopublicitarte”.

La figura del espontáneo. Hace unos 8 años recuerdo estar sentado con mi padre viendo un partido y reírme cuando saltaba un desconocido a un campo de fútbol. Las cámaras tampoco parecían hacerle ascos ya que lo enfocaban. Era su minuto de gloria. Un ejemplo de esta figura es el archiconocido Jimmy Jump. Famoso por saltar a escenarios como el estadio de Johannesburgo en el que se celebró la final del Mundial 2010.

Esta figura, como todo lo demás, evoluciona. Ya no solo buscan su minutito (si llegan) de reconocimiento. Ahora parece que el objetivo son los futbolistas. Aquí es cuando surge el verdadero problema. Aunque sea ilegal en todos los casos y con su correspondiente multa, no es lo mismo saltar al campo a hacer el tonto que hacerlo con un objetivo entre ceja y ceja: una persona. Debemos congratularnos de que sus objetivos sean, hasta hoy, buenos. Aunque esto puede no ser siempre así…

Tenemos un grave problema. No sé si se trata de un tema de seguridad o de estar acostumbrados a algo. Es cierto que la gran mayoría de espontáneos que alcanzan a sus jugadores favoritos logran conseguir lo que ansían: tocarlos, besarlos y abrazarlos. La RAE define la palabra espontáneo como “voluntario o de propio impulso” o “que se produce aparentemente sin causa”. La acepción debería evolucionar porque siempre hay una causa por la que cometer un acto ilegal con el que saben que van a ser multados.

En el mes de octubre han ocurrido dos episodios que han despertado mi curiosidad y también mi miedo. El martes 31 se jugó la cuarta jornada de fase de grupos de la Champions League en el Georgios Karaiskakis. Olympiacos 0-0 Barcelona. La noticia no estuvo en el resultado. Al filo de la primera parte y cuando Messi se disponía a sacar un córner, un imberbe aficionado saltó al campo, fue hacia Messi, lo abrazó, lo besó y se fue tranquilamente andando. Pan comido. Ni rastro de seguridad. En la segunda parte, otro más. Esta vez se sacó un selfie con el mago argentino, luego se fue a por Luis Suárez y después a por Busquets. Fue entonces cuando llegó la seguridad del estadio. Al chico le dio tiempo a hacer una carpeta de fotos entera de los jugadores del Barcelona. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Cambiamos de escenario. Israel. Partido de clasificación para el mundial entre Israel y España que terminó 0-1. Seis. !Hasta seis espontáneos entraron en el terreno de juego! Se dijo que uno de ellos llevaba un cuchillo y que intentó acercarse a Isco. Fue en ese momento cuando una bombillita se me encendió en la cabeza y supe que debía hablar de ésto. ¿Cómo es posible que en Israel, un territorio de la península arábiga, hubiera una seguridad tan deficiente? Es horrible pensar que podría haber pasado si el chico del cuchillo se acerca a Isco y no es con buenas intenciones. Ahí vendrían todas las lamentaciones, los mensajes de apoyo y el refuerzo masivo de la seguridad. Pero solo detrás de un suceso como este.

Debemos concienciarnos  del peligro que corren los jugadores y la humanidad, en general. Algún día pasará un hecho horrible y tendrá el mismo patrón que todos los casos anteriores. Un aficionado, aparentemente inofensivo, se acercará al jugador y le pedirá un abrazo. Y zas. Pasamos de una situación (tristemente) normalizada a una auténtica desgracia. Conviene que tengamos mil ojos abiertos en la situación en la que estamos. No podemos olvidar los continuos atentados que azotan nuestra tierra o las amenazas de ISIS ante personalidades del fútbol como Lionel Messi o Didier Deschamps, para el mundial de 2018 en Rusia. Sentido común. Mucho más en estos países. Y si hay que triplicar la seguridad, se hace. La vida humana no tiene precio y es frágil.

No conviene descuidarla porque puedes perderla. Todavía no ha pasado pero puede pasar. Eso es lo que asusta. Que siempre hay una primera vez.

Foto: Elperiodico.com

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