Anoche tuve un sueño muy especial, soñé que jugaba para el ataque de Atlanta Falcons, que eliminaba a los Seahawks en playoff divisional y que logré alcanzar 9 recepciones jugando en todas las posiciones del ataque.
Este sueño se convirtió en realidad para Atlanta el pasado sábado cuando el ataque de los Falcons escribió una página de oro llevando a su equipo a la final de la NFC a costa de unos Seattle Seahawks que no pudieron ser mucho más de lo que fueron.
Una obra de arte acabó con Seattle, jugadores apareciendo en todas partes, receptores escalonados, jugadas diseñadas con doble tight end, aparecía Jones, Toilolo, Gabriel, Sanu…Cualquiera atrapaba un balón en cualquier lugar del campo. La defensa de Seattle jamás los pudo contener, en ningún momento, y lo sabían. Por eso comenzaron con el guión aprendido, drive de casi 9 minutos y touchdown de Graham. Las carreras de Rawls mantenían lejos al temido ataque liderado por Matt Ryan.
Pero Seattle no pudo contener la tormenta, la botella explotó, la bestia se desató como a un animal salvaje que tratas de enjaular, un prodigio de la naturaleza. Jugaban contra la tercera defensa de la liga, los restos de la famosa “legión del boom” aún alcanzaron esa cota. Pero a los chicos de “Matty Ice” igual les da quien esté delante, lo demostraron anoche. Freeman y Coleman recibían y corrían, corrían y recibían, los receptores bloqueaban para ellos si tenían que hacerlo, un ataque descontrolado, desenfrenado, como una manada de lobos que huele la sangre al final de la end zone rival.
Ryan encontraba soluciones por todos sitios, si tardaba más en lanzar precisamente era porque tenía que elegir como quien elige entre muchos platos de comida favorita.
Como dijimos anteriormente Seattle lo intentó, tenían claro el guión, salieron a tratar de imponer su ritmo de martillo pilón, a comerse el reloj y a anotar al final del camino. Pero el guión se lo empezó a destrozar un safety inesperado proveniente de un tropezón de Wilson con su linea de ataque…Lo que son las cosas, una linea de ataque que ha sido el punto más débil de Seattle toda la temporada fue la misma que zancadilleó a su quarterback para acabar derribado en su propia end zone y devolverle el balón a los lobos del ataque del Atlanta. La baja de Earl Thomas ha sido muy dolorosa para su defensa, y las cosas se le fueron complicando a medida que Atlanta crecía, Idefi se cayó por lesión en el camino en el que el ataque de los Falcons les dibujó una pesadilla que hoy comprobarán que es muy real.
Atlanta liquidó el choque con dos touchdowns consecutivos, uno antes del descanso y otro nada más salir de él. Se pusieron 28-10 y lo demás fue mera celebración de un juego de ataque que demostró que por algo es el mejor de la liga. Si nos ponemos a repasar las anotaciones de touchdown de Atlanta comprobamos que fueron a cargo de: Jones, Coleman, Freeman y Sanu. Curioso, los dos running backs y los dos receptores estrella, el espejo de la sintonía de esa ofensiva. El fiel reflejo del festival al que nos hacen asistir cada fin de semana. Ahí todos juegan de todo, todos bloquean cuando la jugada no va por su lado, hacen rutas imposibles, aparecen donde no toca y donde deben. Una variedad de movimientos orquestada por el mismísimo diablo vestido de negro y sangre. Los halcones de Atlanta siguen soñando y lo mejor de Seattle fue ver al mítico Devin Hester regalándonos aún retornos imposibles.
A Atlanta le toca celebrar su victoria por 36-20 y rezar por el bienestar de un Julio Jones que acabó tocado de la pierna, van con todo merecimiento a luchar de tu a tu por el trono de la NFC que les enfrenterá al vencedor del duelo de titanes, Green Bay-Dallas. A Seattle le toca recuperar bien a su gente, reconstruir ciertas debilidades y descansar de una temporada que termina para ellos como empezó, con muchas dudas.
(Fuente de la foto principal: atlantafalcons.com)
Adrián Gaspar
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