La historia de Tim Duncan con el baloncesto comienza por Hugo. Este nombre se debe al huracán que arrasó la única piscina olímpica que había en Islas Vírgenes. Allí donde un joven espigado y que prometía mucho en la piscina, batía récords brazada tras brazada, joven que soñaba con estar en Barcelona 92. Pero un niño llamado Tim y apellidado Duncan no podía seguir entrenando para tal sueño, y el que apuntaba a estrella de la natación tenía que buscar una alternativa.
Todo ello, se agrandó con la muerte de Iona, su madre fallecía víctima de un cáncer de mama. La brújula de su vida, se marchaba de forma precoz y arrancaron a Tim de su infancia para tener que ser un adulto y asumir la vida sin su pilar fundamental. A partir de ese día nació otro Tim Duncan. Entonces, la cancha de baloncesto se convirtió en su lugar espiritual, donde poder refugiarse y alejarse de la vida, donde podía por unas horas olvidar lo que pasaba ahí fuera. Creció y se formó bajo la atenta mirada de Rick Lowery, quien iba a ser el precursor del Duncan baloncestista, de su pequeña Saint Croix, pasó a la universidad de Wake Forest y el resto ya lo conocéis.
Tras cuatro años en la universidad, era la hora de dar el paso con los perros grandes y adentrarse en la NBA, Tim no olvidará la noche del 25 de junio de 1997. Se unió a San Antonio Spurs, una franquicia que ya contaban con el “almirante” David Robinson, menuda dupla iba a conformar en la pintura, dos de los mejores interiores de la historia. Duncan llegaba a la NBA tras ser estrella universitaria en Wake Forest, donde solo acumuló récords y victorias. Como era de esperar, aquel año, el rumbo de la franquicia texana cambió. Duncan encajó como anillo al dedo y puso sobre la cancha todo su potencial. Una exhibición tras otra, un control del baloncesto que prometía grandes noches en el Álamo. Inteligente, versátil, ágil. Era un jugador que parecía que no iba hacerte daño, por bondad y buena persona, pero en la cancha picaba de forma elegante y precisa como lo hacía Alí sobre un cuadrilátero y tenían el mismo objetivo entre ceja y ceja, ganar.
El cambio no tardó en llegar a los Spurs, pasaron del 20-62 (Lesión de Robinson) al 56-26 acabando quintos en la Conferencia Este. Pero los Utah Jazz de Stockton y Malone pusieron fin a su primer año en Semifinales de Conferencia, Utah era un equipo que estaba en otro objetivo que era ganar a los Bulls de Jordan frente a unos Spurs que debían de ir madurando, pero esto no fue más que el comienzo de lo que iba a ser su legado. Pero poco tardaron en ganar su primer anillo. Sólo tuvo que esperar una temporada. Su segundo año y aquel año estuvo marcado por el cierre patronal. Volvió a firmar un doble-doble. Los Spurs sólo cedieron dos encuentros en toda la postemporada, logrando así su primer anillo.
Lo mejor para Duncan es que tocó el cielo en su segundo año y lo peor para sus rivales es que no hizo más que aumentar su hambre de ganar y de conquistar más anillos, pero también se topó con una de las bestias de los últimos tiempos en el mundo de la canasta, los Ángeles Lakers de O’Neal, Bryant y Phil Jackson, que se encontraba en su mejor momento. O’Neal dominó a su antojo y firmó tres anillos seguidos, a lo que poco pudieron hacer Duncan y compañía, desde el año 2000 al 2002. En ese 2002, Tim Duncan mostró su mejor versión sobre la pista, siendo nombrado MVP de la temporada gracias a sus 25.5 puntos, 12.9 rebotes, 3.9 asistencias y 2.9 tapones. Pero los Lakers volvieron a aparecer y superaron a San Antonio en una serie que terminó en 4 a 1.
Tras la dictadura de los Lakers, llegó 2003. Tim seguía contando con David Robinson a su lado, además de unos jóvenes Tony Parker y Manu Ginóbili que llegaron de Europa. Duncan repetiría MVP y en playoff, los Lakers volvían a cruzarse en su camino. Esta vez los Spurs se pudieron llevar el gato al agua y poder conseguir así el segundo anillo (4-2) ante New Jersey Nets de Kidd, Jefferson y Kenyon “bruto” Martin como le apodaba Andrés Montes. Nunca hubo “repeat” para los de San Antonio, al año siguiente los Detroit Pistons de los Wallace, Billups y compañía fueron demasiado para Duncan y cia, aunque en 2005 se resarcirían. En 2006 fue el año de Wade y Shaquille que marchó a Miami desde los Ángeles, tumbando a los Mavericks. En 2007, volvió a ser el anillo para San Antonio, que frenaban a un LeBron James que ya hacía estragos y que llevó a unos inexpertos Cavaliers a lo más alto. Desde entonces, San Antonio siempre estuvo ahí, sin hacer ruido. Pero dando miedo cuando llegaban los playoffs, desde que llegó Duncan, San Antonio ha estado desde entonces, jugando por el título.
Pero hasta en las mejores casas, ocurre que todo no es perfecto y por varias circunstancias, Tim Duncan y sus Spurs pasaron seis años sin pisar unas finales ya sabemos que en la NBA un equipo puede ser último y al año siguiente estar en las finales, pero el caso es que a este equipo se les daba ya por acabados, la edad de sus máximas figuras la sombra de la retirada… pero ese año se produjo la vuelta a la máxima expresión del juego colectivo, de la identidad de los texanos. Pero aquel 2013 quedará en nuestras retinas y no por el título, por el equipo campeón o por el MVP de las finales, se recordará por un instante que se queda congelada en la mente de muchos amantes de la canasta: el de Ray Allen elevándose para anotar un espectacular triple que le daba su segundo anillo a LeBron James.
El golpe fue duro y doloroso por la manera en la que fue, pero aún quedaba carrete para los de Popovich. Al año siguiente, 2014. Siete años después de su cuarto anillo. San Antonio volvió a saborear las mieles del campeonato. Ginobili frotó la lámpara con una final para recordar, Parker ejecutó y dirigió como quiso y Duncan fue Duncan. Pero San Antonio no iban a vivir casi 15 años con los mismos jugadores, en este último anillo, se vio la renovación acertada y plena del equipo, Kawhi Leonard y Danny Green fueron claves, Patty Mills en la labor de microondas y dando respiro a Parker igual, e incluso los Diaw o Belinelli fueron claves para un equipo en el que Duncan tuvo que dar el mando a todos ellos.
Duncan se retiró terminada la pasada temporada y se fue con 5 anillos en sus dedos unido a 2 MVP, 3 MVP de las finales, 15 presencias en all-stars o 10 presencias en el mejor quinteto de la liga. Popovich supo pulir el diamante en bruto que eligieron como número uno de aquel draft. Silencioso, tímido. Y con él, triunfó, con ellos dos triunfaron el baloncesto. En definitiva dos décadas de dominio que no tienen igual en la historia NBA. Dos décadas de competitividad, longevidad al alcance de muy pocos. Duncan ha sabido llevar su inteligencia a límites insospechados y ha sabido convivir con todos aquellos que pasaron por las filas de San Antonio, creando una dinastía difícil de superar, Popovich y Duncan hacían bueno y entraban en el engranaje Spurs, jugadores como Bowen, Oberto, Nesterovic, Splitter, Bonner y un largo etcétera que no eran ni mucho menos finos estilistas pero que daban carácter al equipo o respondían por encima de lo que se esperaba. Algunas estadísticas que deja, serán difícil de superar, 26.496 puntos, 15.091 rebotes, 4.425 asistencias y más de 3000 tapones, promediando doble-doble por partido.
Para terminar y en modo resumen, Duncan como inteligente que es siempre ha sabido reinventarse, esea es la palabra que le define a la perfección, posiblemente el mejor ala-pívot de la historia, con ese tiro a tabla imparable que tanto se ha perdido, su juego de pies con la que la NBA se quedad huérfana,o su gancho. Su capacidad taponadora, que le ha llevado a estar entre los cinco mejores de la historia de la NBA, a pesar de no tener los brazos más definidos ni ser el interior más saltarín. Su carácter, su sangre fría y su silencio, ha sido parte de su magia y de su persona. No hacía falta decir que era el mejor, pero hoy, hoy es leyenda.
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Foto destacada vía: Fox sports
