Josh Allen no solo es sinónimo de touchdowns y victorias, pues el quarterback de los Bills, quien a pesar de que deportivamente no ha logrado por dejar un legado en Buffalo, ha demostrado que su impacto va mucho más allá de los emparrillados.
En las últimas semanas ha llamado la atención Allen, con sus gorras previo a los partidos con diseños extraños, pero extremadamente cotizados, y gracias a su figura es que ha buscado ayudar a niños con un objeto en su cabeza.
¿Por qué Allen es un deportista altruista?
La relación entre Allen y la Bills Mafia cambió para siempre en noviembre de 2020, cuando la abuela del mariscal, Patricia Allen, falleció de manera inesperada, pero lo que pudo quedar como una tragedia familiar se convirtió en un movimiento histórico de apoyo comunitario.
Un aficionado sugirió en redes sociales donar 17 dólares, número de jersey de Allen, al Hospital Infantil John R. Oishei de Buffalo, el gesto se volvió viral y miles de personas comenzaron a aportar. En pocas semanas, el millón de dólares estaba superado.
Allen, con causa decidió formalizar esta fundación de solidaridad con la creación del Fondo Patricia Allen, destinado a fortalecer los equipos de cuidados intensivos pediátricos.
Desde entonces, el fondo ha crecido con aportaciones constantes y masivas de toda la comunidad de Buffalo, incluidas donaciones millonarias de empresas.
En 2021, la iniciativa dio un paso tangible, pues se inauguró el Patricia Allen Pediatric Recovery Wing, un ala de recuperación que atiende a miles de familias del oeste de Nueva York. El nombre de su abuela quedó grabado en un espacio que simboliza unión y resiliencia.
Además, nació el programa Team 17, que permite a cualquier persona donar de manera recurrente 17 dólares al mes, y esa base estable de recursos ha garantizado la continuidad de áreas críticas como trauma y emergencias pediátricas, llevando su poder como deportista a algo más allá.
La historia de las gorras de Josh Allen
El compromiso de Allen no se quedó en la formalidad del fondo, ya que en 2025, en alianza con New Era Cap, lanzó la campaña Billustration, una idea tan sencilla como poderosa, pues cada partido en casa, el quarterback usa una gorra diseñada por un paciente del hospital.
La gorra después se subasta y lo recaudado se destina al fondo, y el primer diseño, de Jaxson, un niño de cinco años con distrofia miotónica, alcanzó los 17,150 dólares.
Mucho más de lo que suele valer un artículo autografiado por el jugador, y rápidamente haciéndose viral en redes sociales.
Más allá de las cifras, la campaña convirtió a los pacientes en protagonistas, y cada gorra es una historia de lucha y resiliencia que da la vuelta al mundo a través de la televisión y las redes sociales.
Allen, más que un mariscal, un referente
Para la presidenta del hospital, Allegra Jaros, la figura de Allen es mucho más que la de un atleta exitoso. “Es un héroe para los niños”, ha dicho en varias ocasiones. Y no es una metáfora: padres y pacientes relatan cómo el contacto directo con el quarterback les da fuerza en momentos difíciles.
Billustration también ha cambiado la manera en que se entiende la memorabilia deportiva, pues una pieza firmada puede costar mil dólares.
Es evidentemente un accesorio con una historia detrás, más de 17 mil, dandole significado que el valor no está en el objeto, sino en la carga humana que lleva consigo.
El caso de Josh Allen se ha convertido en ejemplo de cómo la filantropía deportiva puede ser auténtica y sostenible, el modelo tiene tres claves, ya que nació de la comunidad, se formalizó en un fondo sólido y encontró visibilidad a través de campañas innovadoras, siendo un ejemplo para más deportistas.