Análisis

Podio de cuatro

Es indudable que el escenario principal de cualquier Mundial es la gran final que definirá al nuevo rey que se alzará durante cuatro años como monarca del balompié planetario. Sin embargo, hay ocasiones especiales donde el duelo por el tercer puesto nos ofrece tintes que difícilmente podría darnos otro partido: así sucede con Croacia y Marruecos.

Argentina y Francia entraron a la copa como candidatos claros e hicieron respetar su favoritismo. Tuvieron rutas clásicas, grupos con rivales respetables como en cualquier copa del mundo, pero sin toparse con grandes candidatos hasta las rondas avanzadas.

Los trasandinos tuvieron su primer gran escollo ante Países Bajos en los cuartos de final, quienes si bien no eran considerados un favorito, venían mostrando cosas interesantes y llevaban puesta una camiseta naranja que ha marcado la historia de los Mundiales. Francia, por su parte, se topó con una Inglaterra que tenía bastante de candidata tanto por nombres como funcionamiento, y lo venían demostrando con grandes actuaciones en las rondas previas.

Ambos avanzaron en buenos partidos y en semifinales se encontraron a elencos que presentaron rutas completamente diferentes, de torneos atípicos, batiendo candidatos uno tras otro. Croacia y Marruecos habían sudado sangre para meterse entre los cuatro mejores.

 

Enfrentando a los mejores

Pese a que analistas que visualicen el fútbol más allá de las clásicas potencias (aunque a estas alturas ¿Cómo la cultura popular aún no considera a los croatas una selección top si han jugado semifinales tres veces en menos de 25 años?), podrían haber presagiado grandes actuaciones de ambas selecciones, lo claro es que ambos combinados forjaron caminos de película para posicionarse entre los cuatro mejores del mundo, sobre todo un Marruecos que prometía hacer buen torneo, pero difícilmente pasar el grupo.

Y es que claro, los africanos compartían el pool F justamente con los croatas, subcampeones planetarios; Bélgica, terceros en Rusia 2018; y una Canadá que llegaba bastante fuerte al Mundial.

Croacia siguió la lógica y reinó el grupo, pero Marruecos dio la primera sorpresa y no contentos con brindar una excelente presentación en una de las zonas más difíciles del Mundial, batirían a Bélgica para terminar llevándose el segundo cupo a octavos de final.

En la ronda de 16, Croacia llegaría a los penales ante un Japón que prometía nuevamente ser la revelación del Mundial luego de sus épicos triunfos ante España y Alemania, pero los croatas demostrarían ser mejores en la definición con una actuación fenomenal de Livakovic, quien mostró tanta seguridad con los guantes como Bounou en Marruecos, quienes también eliminarían a los españoles desde los 12 pasos, enviando a casa a una Furia Roja que previo a la cita planetaria era uno de los candidatos a protagonizar el magno evento y que brilló con un triunfo 7-0 ante Costa Rica en el primer juego.

Los cuartos de final serían la prueba definitiva, en que Croacia se enfrentaría a Brasil, marcado por la cultura popular como el favorito a llevarse la gloria, pero en base a disciplina y corazón los europeos llevarían a los sudamericanos hasta los penales, donde los reyes del alargue volverían a alzarse con la victoria. Marruecos, por su parte, solo necesitaría 90 minutos para romper el sueño de Portugal y Cristiano Ronaldo con un triunfo 1-0.

Las semifinales fueron un tanto ingratas para dos elencos que llegaron a la ronda de los cuatro mejores con bastante corazón. El duelo entre croatas y argentinos estaría bastante igualado hasta el cobro de un polémico penal que Messi tradujo en gol. Los subcampeones del mundo quedarían descolocados y mientras intentaban replantear el juego, Julián Álvarez sacaría a relucir toda su genialidad para poner el 2-0. Eventualmente Argentina aprovecharía los espacios de una lanzada Croacia para sentenciar un 3-0 que poca justicia le hacía al campeonato realizado por los dirigidos de Zlatko Dalić.

Marruecos cayó con la misma tristeza, pero al menos de una manera más acorde a su histórica campaña. Fueron los primeros africanos en llegar a las semifinales, pero el bolígrafo se quedó sin tinta para seguir construyendo la épica ante una Francia que sacó a relucir toda la contundencia del campeón del mundo para triunfar 2-0.

 

Faltaron medallas

La disputa del tercer lugar entre Croacia y Marruecos despierta sentimientos especiales. Diferentes. Es la sensación de que ambos caminos merecen concluir en el podio. Suena un tanto ingrato pensar que dos escuadras que batallaron tanto para llegar a esta instancia deban enfrentarse ahora y que solo una de ellas pueda recibir medallas, dejando a la otra con las manos vacías.

Estos sentimientos previos los tradujeron en grandes emociones dentro de un duelo que en menos de 10 minutos ya tenía goles por ambos bandos. Gvardiol (considerado por muchos el mejor defensa del Mundial), voló como un héroe enmascarado para abrir la cuenta con una brillante palomita, pero Dari tardó menos de 180 segundos en empatar por los africanos.

Mislav Orsic dibujaría un golazo para adelantar nuevamente a Croacia, rematando de primera con gran precisión al poste de la alegría: palo y adentro. Con 42 minutos registrados, los croatas marcaban el tanto que eventualmente se transformó en el gol del triunfo.

Aunque no por eso el duelo careció de emociones. Ambos siguieron con su filosofía a pleno, corriendo y peleando cada pelota. Los destellos de brillantez de Modric y Ziyech siguieron luciendo. La entrega de Hakimi se robaba corazones como el espíritu de Gvardiol. Era un último baile digno de dos elencos que avivaron las emociones del Mundial.

Finalmente fue Croacia quien subió al podio, labrando un triunfo merecido al camino construido y un excelente partido ante Marruecos, cuadro africano que quedará grabado a fuego en la historia del fútbol y que entre sus aplausos a los ganadores dejó claro que en esta ocasión más que nunca, dos grandes rivales merecían coronar su trayecto a lo grande. Esta vez, el podio debía ser de cuatro.

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