El Liverpool se postulaba como uno de los principales candidatos a levantar la Premier League cuando los aficionados a la máxima competición inglesa hicieron sus pronósticos allá por el mes de agosto. Parecía claro que tanto los reds como el Manchester City se retarían en una exigente carrera de fondo que podría ser decidida por el más mínimo detalle, como ya sucediera en la temporada 2021/2022, pero el conjunto del cisne hace tiempo que se descolgó de la lucha por la cabeza, asumiendo que este sería un periodo de transición entre la vieja gloria que logró levantar la Premier tras 30 años de espera y la nueva generación de jugadores que presumiblemente pondrá al club en disposición de dominar Europa durante la próxima década. O quizá no.
Si algún equipo en el mundo se parece al Real Madrid en cuanto a tener esa mentalidad ganadora innata se refiere, ese es el Liverpool. En los años en los que se puede intuir que no pasan por su mejor momento, cuando llega la hora de la Champions League, resurge de sus cenizas para aniquilar a sus rivales con Anfield como testigo. De hecho, en la primera final de UCL que alcanzó el proyecto de Klopp, aquella con Bale y Karius como protagonistas, el pool acabó la Premier a 25 puntos del Manchester City.
NO HAY VIDA SIN LA PRESIÓN TRAS PÉRDIDA
Cierto es que los últimos meses no están siendo fáciles en el lado rojo del Mersey, pero no se trata en ningún caso de un proyecto agotado, como se ha criticado intensamente desde Inglaterra. Las ideas de Klopp siguen calando en la plantilla, sin embargo, el nivel de intensidad necesario para llevar a cabo su agresiva presión sin balón no ha sido alcanzado, y ese es el problema troncal que se le diagnostica al hexacampeón de Europa.
Stefan Bajcetic jugando para el Liverpool.
Fuente: thisisanfield.com
Las bajas prestaciones de Thiago, la mala temporada de Fabinho (clave en este sistema sin el esférico) y la cada vez mayor edad de Henderson, han propiciado que Stefan Bajcetic ahora mismo sea pieza indiscutible al lado del mediocentro brasileño. La capacidad del español para abarcar campo y apretar a los rivales reduce considerablemente el trabajo del ex del Castilla, que ya no tiene que cubrir prácticamente él solo toda la medular. Además, con el cuero en sus pies, su mentalidad ofensiva, gracias a la cual siempre busca el pase que pueda superar más líneas del adversario, casa perfectamente con la filosofía de Klopp.
LOS CENTRALES YA NO SON SUPERDOMINANTES
Partiendo de la base de que el Liverpool vive mucho de la voracidad de sus integrantes para recuperar el cuero lo más rápido posible y atacar inmediatamente con envíos verticales, si este aspecto del juego no se consigue realizar con la fiabilidad de un reloj, el equipo tiende a partirse, y sus centrales, al jugar en una posición extremadamente adelantada, quedan expuestos en duelos individuales que otrora ganaran sobrados.
Virgil Van Dijk celebrando un gol con el Liverpool.
Fuente: liverpoolcore.com
Virgil Van Dijk, Joel Matip e incluso Ibrahima Konaté ostentaban una capacidad asombrosa para imponerse a campo abierto contra los delanteros rivales. Cada enfrentamiento en el que se medían en carrera con el atacante contrario caía de su lado y en la anticipación pocas veces lograban rebasarlos, pero el hecho de tener que enfrentarse a esta situación casi el triple de veces por partido, junto a una evidente bajada de nivel de los tres defensores nombrados, hace que Alisson Becker, única pieza del once que ha mantenido sus prestaciones, se quede vendido constantemente.
BACHE TEMPORAL, PROYECTO INTACTO
Aunque los interrogantes acerca de si la figura del técnico alemán era la idónea para dirigir la nave red no han cesado en los tabloides anglosajones, la directiva no ha durado ni por un segundo de la validez de su entrenador.
Klopp saludando a la grada de Anfield.
Fuente: Sporting News
Klopp ha tenido toda la confianza y el apoyo que ha necesitado, habiendo sido bancado en el mercado de fichajes con la millonaria contratación de Gakpo (42 Mill). Con cada vez más efectivos regresando de la plaga de lesiones que les atacó en su momento más débil, el derbi ante el Everton resultó ser ese chute de adrenalina que necesitaba la plantilla para creerse que este puede no ser un curso perdido.
Con Van Dijk liderando la zaga y tanto Darwin como Gakpo empezando a demostrar de lo que son capaces (el uruguayo marcó, al fin, contra el Newcastle y el neerlandés suma dos goles en sus últimos dos encuentros), mal haría el Real Madrid en no andarse con el cuidado necesario que requiere un finalista de 3 de las últimas 5 Champions.
