La temporada tenística del año se acerca a su fin y, con ella, el último Masters 1000 del año celebró su final el domingo al caer el atardecer en la icónica pista de Bercy en París.
A poco más de un año de su primer encuentro en el Abierto de Estados Unidos, el siempre espectacular Novak Djokovic y el imponente Holger Rune se midieron en una emblemática final en la capital francesa.
Rumbo al campeonato
El camino a la final por parte del Danés se mostró un poco diferente al de Djokovic. Rune se impuso ante grandes nombres con autoridad, entre los cuales figuran el suizo Stanislas Wawrinka, Felix Auger-Aliassime y el número uno del mundo, el español Carlos Alcaraz, quien tuvo que retirarse durante su enfrentamiento con el danés por una lesión en su oblicuo que lo dejará fuera de la carrera por el campeonato en Turín.
Por otro lado, Novak derrotó contundentemente a sus primeros tres rivales de la semana, para posteriormente enfrentar un duelo épico frente al griego Stefanos Tsitsipas, al cual venció por la vía del tiebreak en el último set para clasificarse a la final en París y buscar coronarse por 7ma vez frente al público francés.
Final Inigualable
El enfrentamiento final empezó con un Djokovic pulcro y contundente, dejando a su paso a un titubeante Holger Rune que buscaba sostener su servicio a como diera lugar. El primer set se definía por 6 juegos a 3 a favor del serbio y dejaba una sensación de repetirse en el segundo periodo para definir al campeón.
Sin embargo, la historia cambió a manos de Holger. Sosteniendo de manera espectacular su primer servicio del set tras enfrentar 3 puntos de quiebre, el danés procedió a quebrar al ex número 1 del mundo para sellar su ventaja con el marcador 6-3 y forzar un periodo decisivo.
Las opiniones y el público se encontraban divididos, un tercer set que mostró espectaculares intercambios de peloteo entre los dos tenistas, presentaba la gran posibilidad de definirse por la vía del tiebreak. A la altura del 5-5, el serbio servía para asegurar el tiebreak, sin embargo, por la vía del quiebre, fue el danés el que concretó la ventaja y sirvió para el partido.
Un último juego vibrante que demostró el hambre de ambos jugadores por consolidarse campeones del Masters de París. Holger Rune enfrentó 6 puntos de quiebre por parte del serbio, lo que significaría prolongar el partido y correr el riesgo de perder el campeonato, sin embargo, el danés, a paso firme, necesitó de un segundo punto para campeonato para salir triunfante.
Los finalistas brindaron un encuentro inigualable que no careció de drama y espectáculo, dejó un buen sabor de boca no solo con respecto al presente del tenis si no del futuro que le depara a manos de Holger Rune, Carlos Alcaraz, Felix Auger-Aliassime, entre otros grandes talentos jóvenes.
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