No está siendo un buen año para el tenis masculino francés. A la ausencia de resultados se suma la retirada de los jugadores de la llamada generación de “los nuevos mosqueteros” liderada por Tsonga que ya se despidió tras Roland Garros y ahora Gilles Simon (38 años) después de un notable torneo de despedida en Bercy donde ha ganado sucesivamente a Murray y a Fritz.
La retirada de Simon supone la paulatina desaparición de un tipo de juego que resistía los embistes del tenis moderno basado en la agresividad y la intensidad física. Con un metro ochenta de estatura y setenta kilos de peso es uno de los jugadores más ligeros del circuito, lo que ha condicionado su estilo de juego y le ha convertido en uno de los mejores estrategas con una variedad de golpes poco habituales en el tenis actual. Su manera de envolver la bola, con cambios de ritmo fulgurantes aprovechando el peso de bola del rival ponía en dificultades a los miembros del big four a los que llegó a derrotar al menos en una ocasión. Federer le llegó a definir así: “Cuanto mejor le juegues, mejor te juega él a ti”
Tardó en madurar físicamente lo que explica sus pobres resultados en categorías inferiores, pero su adaptación al circuito profesional fue rápida escalando mil puestos en el ranking en 3 años hasta colocarse en el puesto cincuenta tocando techo cuando se colocó en el sexto puesto mundial en 2009. Es el cuarto jugador francés con más títulos con un total de catorce pisándole los talones a Gasquet, alcanzó dos veces los cuartos de final de un torneo de Gran Slam, cuenta con treinta y cuatro victorias frente a jugadores del top ten y ha ganado un total de quinientos cuatro partidos en el circuito profesional.
Pero hay otro aspecto que engrandece su figura de tenista: su espíritu crítico y una franqueza poco habitual en el deporte profesional muy controlado por las marcas. No dudaba en reconocer su falta de autoestima y confianza en sí mismo que le llevaron a prescindir de todo su equipo técnico en un momento de su carrera donde era imparable en los entrenamientos pero se bloqueaba en competición donde era incapaz de lanzarse correctamente la pelota para sacar. De hecho, en su Iibro “Este deporte que vuelve loco. Pensamientos y amor por el juego”, expone su teoría de por qué el tenis resulta tan complicado a nivel mental a través de sus propias experiencias. No se muerde la lengua a la hora del hablar del fracaso del tenis francés exponiendo como la federación se preocupa más de buscar a un Federer que trabajar el aspecto mental de los jugadores. Se atreve a afirmar que si Nadal hubiera sido francés, le hubieran intentado cambiar la forma de pegar la derecha por no ser suficientemente ortodoxa según los cánones de la escuela francesa de tenis.
Se le echará de menos en las pistas pero lo más probable es que “Gillou” no se desvincule del mundo del tenis y le veamos en puestos relevantes donde pueda aportar ideas sobre el futuro de este maravilloso deporte “que vuelve loco”.
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