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El adiós del Tiburón (II)

Vincenzo continúa su progresión, como toda su carrera en modo diésel, sin prisa, pero sin pausa. Con la determinación de aquel que se sabe capaz, más allá de sus rivales o sus fuerzas. Vincenzo siempre ha creído en sí mismo, seguramente, mucho más que ninguno de sus directores o compañeros.

La primera gran victoria

El año 2010 fue el año de su consagración definitiva, tercero en el Giro, vistió incluso la maglia rosa por primera vez, ayudando a su compañero Iván Basso a ganar. En principio no iba a disputar el Giro, pero problemas de supuesto dopaje de Pelizzotti, le obligan a ir. Posponía otra actuación en el Tour y se centraba en la Vuelta a España.

En un escenario para escaladores y sin Contador, Evans o Andy Schleck, Nibali se impone a Ezequiel Mosquera y Peter Velits o escaladores de la talla de Purito Rodríguez (4º), Frank Schleck (5º), o el tristemente malogrado Xavi Tondo (6º). Esa Vuelta fue la primera donde se incluyo la Bola del Mundo, allí se libró la última batalla, donde Mosquera inscribió su nombre como primer ganador y a lo grande.

A pesar de la dureza del puerto, muchos hombres llegan en menos de un minuto y entre la niebla. Debo decir que ese día estuve allí, viviendo las dos ascensiones a Navacerrada y conociendo de primera mano lo que es un pasillo humano de los del Tour, algo que pone el vello de punta, tanto a aficionados como corredores.

 

Sus mejores años

2011 y 2012 fueron años donde estuvo en el primer nivel mundial, con podios en Tour y Giro, grandes actuaciones en clásicas como San Remo y victorias en Tirreno-Adriático.

Nibali siempre ha logrado mantener el equilibrio entre competir fuera y dentro de Italia, llevando muy orgullosamente el peso de ser el mejor italiano. Logrando grandes actuaciones y victorias tanto en las clásicas, San Remo o Lombardía, como en pruebas de etapas como El Trentino, Tirreno o el propio Giro.

A estas alturas de su carrera, Nibali ya se caracterizaba por su tremenda visión de carrera, que le permitía disputar las victorias sin ser el hombre más fuerte, pero si el más listo. Para mí, la gran cualidad de Vincenzo y que le hace único entre los ciclistas de las últimas décadas.

En 2013 logra el Giro de Italia, con una exhibición y dejando a Urán a 4´43´´ y a Evans a 5´52´´, sus compañeros en el cajón.

Siempre se mostró como un campeón imperfecto, capaz de desfallecer como en Lieja 2012 con la victoria en su mano o de remontar en otras grandes ocasiones como el Giro 2016, atacando en el Col del Agnello. Empezó la etapa a casi cinco minutos del líder Kruisjwik, atacó en la subida hasta la extenuación y coronó con pocos metros sobre él. Continuó en el inicio del descenso a más de 50 km. de meta y obligando al holandés a forzar y chocar contra una pared de nieve. A partir de ahí, mal herido, solo puede luchar por ceder lo menos posible, que fueron esos 5 minutos en la meta de Risoul en una de las remontadas más épicas de los últimos años.

 

El Tour

El Tour de 2014 se presentaba como una lucha entre Froome, ganador el año anterior y Contador, pero con Vincenzo en un tercer escalón. Si alguien puede ganar estando por debajo, ese es El Tiburón de Mesina. La ruta salía desde el Reino Unido, para en la primera semana acabar en Arenberg y los tramos de pavé de la París-Roubaix.

En la segunda etapa, Nibali sorprende al pelotón en una pequeña cota con su descenso y gana la etapa colocándose líder. Una vez más, el más listo de la clase.

En el 2013, Nibali había decidido cambiar de aires y su destino no podía ser otro que el de una persona que le entendiese perfectamente. Admirador de su forma de correr, de ser un David frente a los Goliat, Alexander Vinokourov, patrón del Astaná, consigue los servicios del crack italiano. Formando una temible escuadra, no tanto por su nivel, que era alto, sino por la mentalidad del patrón y de su líder.

La quinta etapa del Tour se presenta con mucho miedo por parte de todos. Varios tramos de adoquín, dejarán el pelotón en un esqueleto a las primeras de cambio. Para más inri, llueve sobre Arenberg y lo que no pasaba en años, una Robaix sobre mojado, iba a suceder en la Grande Boucle.

La suerte está de su lado

Chris Froome y Sky tratan de controlar la carrera, pero Astaná, de líder, sabe que ese día debe ser suyo y marcará el Tour. Los nervios son excesivos, Froome cae antes de que comiencen los tramos de pavé y se ve obligado a abandonar. Una pena para la carrera y para el espectáculo.

Pero ese día hubiera sido de Astaná, así estaba escrito y así lo hicieron. Desde el primer momento toman la delantera y con el apoyo del equipo, Nibali es llevado en volandas por su gregario Fulsgang. Llegan a meta destrozando el pelotón y metiendo a sus rivales grandes diferencias. Especialistas del adoquín como Sagan y Cancellara ceden 1 minuto, 2´19´´ a Thomas, 2´28´´ a Dumoulin, Pinot, Bardet y Valeverde, acabando Alberto Contador a casi 3 minutos.

El Tour estaba roto, el nuevo capo era Vincenzo, ¿podría alguien desbancarle?. Tras varios ataques del siempre inconformista Contador, la diferencia es de 2´34. Pero en la novena etapa, Contador cae en una montonera a gran velocidad y aunque llega a meta, cede tiempo y las consecuencias, no permitirán disputar la victoria al bravo español.

Al día siguiente y todavía con las dudas sobre el estado de Contador, Nibali gana en La Planche des Belles Filles. Contador debe abandonar.

Desde allí y hasta París, Nibali domina en cada etapa dura y gana con más de 7 minutos sobre Peraud y 8 sobre Pinot.

Ríos de tinta se escribieron sobre qué hubiese pasado con Froome y Alberto en carrera. Soy de la idea de que ese Tour era de Vincenzo, no muy lejos de la forma de los dos colosos, pero con la mentalidad y la capacidad de ganar terreno donde otros ni siquiera son capaces de pensarlo.

Con su victoria en el Tour, se convertía en el 6º hombre capaz de ganar las tres grandes vueltas. Algo solo al alcance en el siglo XXI por sus dos ausentes rivales en el cajón, Contador y Froome.

 

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