Nole lo volvió a hacer. El mejor del mundo volvió a ganar el ATP Masters 1000 de Roma dando una exhibición a lo largo de esta semana espectacular para la República Italiana (sumando otros eventos como el Giro de ciclismo o el Festival de la Canción de Eurovisión). Pero volvamos a lo que nos compete aquí…
El serbio venía lleno de dudas tras de un turbulento inicio de año, luego de un bochornoso escándalo que pasó de lo deportivo a lo político y que evitó que defiendera su título en el Australian Open, y qué decir después cuando, en los escasos 3 torneos que jugó antes de mayo, perdió la punta del ránking tras una racha histórica en Dubái, se fue en su debut en Montecarlo contra Davidovich Fokina y perdió 6-0 el set decisivo de la final en Belgrado ante Andrey Rublev.
Las sensaciones no eran nada buenas, apenas había podido jugar y con frecuencia alegó que le fallaban las piernas al final de los partidos, pero algo cambió en Madrid, como si La Caja Mágica tuviera un efecto tal en él, llegando a ser semifinalista y luchando hasta el tiebreak del 3er set contra el asombroso prodigio Carlos Alcaraz, y así fue como llegamos al Foro Itálico…
Debut con paso firme
Todo empezó el pasado martes 10 en la 2R, le tocó un rival que se antojaba complejo, pero cuyo mejor momento parece haber quedado en su vertiginoso arranque de 2021: el ruso (aunque sin bandera) Aslan Karatsev, si bien su duelo dejó mucho qué desear, debido a su falta de ritmo, que subió un poco más en el 2do set, tras un 1ero donde solo tuvimos un deuce, aunque también un intercambio de quiebres aprovechado por Novak, más efectivo en un más disputado (pero disparejo) segundo parcial, sellando el triunfo con un 6-3, 6-2.
En 3R llegaría un duelo para los nostálgicos ante el icónico Stan Wawrinka, pero que lejos quedó de aquellas batallas titánicas de antaño, más allá de la calidad del suizo en su juego, siempre tedioso de hacer frente para el serbio, y que en esta ocasión también daría algo de pelea en el 2do set, ya que el 1ero fue contundentemente de Djokovic, quebrando en los momentos justos y sacando de maravilla, pero luego llegarían las dudas…
Todo pintaba encaminado con un quiebre inicial en la segunda manga, pero Stan no se rindió tan fácil, y tuvo chance de devolver el break en dos juegos, antes de que, cómo no, el N°1 del mundo cerrara el partido con dos quiebres, el primero respondido con éxito, no así el segundo, para el 6-2, 6-2 final.
El protagonista de nuestra historia iba in crescendo y se le veía claramente mejor que hace unas semanas, sacando muy bien (79% de 65% en 1eros servicios vs Karatsev y 75% de 75% vs Wawrinka), dando la cara cuando más falta le hacía (evitando un intento de reacción de Stan con 3 BP salvados) y, especialmente, y como ya venía notándose en la capital española, se le veía mucho mejor en lo físico, aunque ahora es que lo esperaban mayores retos…
El arte de ser “clutch”
Este es un término muy típico de deportes estadounidenses, cuando estamos en los últimos minutos de un juego de torneos como la NBA, pero acá también se puede aplicar de otra forma, dado que, en este caso, el clutch se manifiesta al final, no de cada partido, sino de cada set, y si algo ha sabido hacer Nole en esta semana, es imponerse en esos momentos decisivos.
Primero llegó Felix Auger-Aliassime, una promesa que lleva rato apuntando alto y que demostró ser un hueso duro de roer, llegando a quebrar las dos veces que el serbio sacaba 5-3, y eso a pesar del efectivo servicio que promediaba (74% de 77% en 1eros en este partido), y cómo reaccionó el Djoker al respecto, simple (que no sencillo): en el set inicial (donde ya había salvado BP con 2-2), perdió un solo punto cuando su oponente sacaba 5-6, mientras que, en el siguiente parcial (donde también salvó BP, esta vez nada más quebrar 4-2), liquidó la contienda con un inapelable 7-1 en el tiebreak que lo metió en semis (7-5, 7-6 (1)).
Posteriormente tendríamos un partido que quedará en la memoria de la Nole Fam, uno del cual hasta su víctima, el noruego Casper Ruud, se alegra de haber formado parte, y no es otro que la victoria 1000 de Djokovic en su carrera, algo solo logrado por Connors, Lendl y, cómo no, Roger y Rafa.
No obstante, aunque el 6-4, 6-3 pueda aparentar en lo numérico un match más o menos cómodo, estuvo lejos de serlo, si bien pintaba para eso tras un arrollador 4-0 al principio del todo, pero el nórdico reaccionó y exigió al balcánico a sacar para set por segunda ocasión, y qué decir luego en un tiránico 2do set, donde todo estuvo abierto hasta el 3-3, cuando un doble quiebre de Novak (paralelamente al Chanelazo eurovisivo), decantó la balanza e hizo acreedor al ganador de una curiosa tarta con el número milenario en su honor, tras un partido que volvió a demostrar lo solvente que es cuando más lo necesita, y eso que tuvo sus números más bajos con el 1er saque del torneo (70% de 65%).
La Coronación Imperial
Y así es como llegamos al día de la consagración, donde el rival a batir sería el griego Stefanos Tsitsipas, de gran estado de forma, si cabe el máximo contendiente junto a Alcaraz de la Next Gen para ganar Roland Garros, y bien es cierto que ya tenemos un artículo detallado sobre la estrategia de Novak para esta final, el cual recomendamos leer, pero no está de más destacar que, aún con ese bajón en el servicio durante las semis, aquí fue donde más se destacó con él, sumando 6 aces y logrando un magistral 81% de 70% en 1eros, en gran medida por el alucinante 6-0 con el cual empezó.
No obstante, Stef demostraría por qué estaba en esa instancia, poniéndose 4-1 y sirviendo para set, antes de una magistral reacción que llevaría a Nole rumbo a su sexta corona en la capital italiana en el tiebreak (6-0, 7-6 (5)) y materializaría algo que muchos dudaban y otros tantos temían: Nole is back.
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