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Will Smith y el énesimo Bowie

La 94a edición de los Óscars, tristemente no será recordada por qué película se llevó el galardón a mejor cinta, ni tampoco la mejor dirección, ni que los premios y las categorías consideradas- por la academia, no por los espectadores- ‘menores’ se retransmitieron en diferido por primera vez en la historia, ni siquiera por la gran actuación que realizó el propio Smith y que le supuso la primera estatuilla de su carrera.

Piedras en su tejado

Él mismo se encargó de mancillar su nombre, la gala y su imagen de ‘simpático y cachondo, con su feo gesto. Será recordada por la bofetada que Will Smith le propinó a Chris Rock, el presentador y comediante, afroamericano como el premiado, en el certamen más importante de la industria cinematográfica.

Evidentemente, la acción tuvo que pasar el examen del embudo de las redes, todo el mundo de repente se convirtió en experto en moralidad y dobles raseros. No había terminado la gala y el nombre de «Will Smith» era tendencia mundial con dos millones de Tweets, donde estaba involucrado su nombre. Una locura. Lo americano, sigue siendo lo global. Como todo, provocó disparidad de opiniones, aunque la opinión de repudia, desidia y desdén hacia el intérprete americano era la mayoritaria. Poca gente lo defendió.

Tema manido

Mucho se ha dicho ya acerca del tema y los debates, discusiones y burlas que se han generado alrededor han estado a la orden del día estas dos días que ya han transcurrido desde la bofetada. Pero lo cierto es que el de Will, no és más que otro caso claro de cuando el personaje se come a la persona.

Hay papeles que hacen tanto daño a algunos actores, ya sea por el encasillamiento de funciones al que luego ha sido relegado por culpa de la interpretación en cierta cinta, como por que esa actuación les encumbra a la más absoluta fama y les convierte en verdaderas estrellas- efímeras del mundillo-.

Y es una lástima, porque al no darles papeles que exijan registros diferentes que les permitan explorar otras experiencias interpretativas, ellos mismos acaban creyéndose que sólo sirven para interpretar ese tipo de personajes y se encierran en la estrella, en el personaje que un día les llevó al éxito.

Ejemplos históricos

En la ficción, el caso que mejor lo ejemplifica es la cinta de 1950 de Billy Wilder, llamada El Crepúsculo de los Dioses, magníficamente interpretada por William Holden y Gloria Swanson en los roles principales. El metraje narra la historia de una actriz que se convirtió en Star y en la reina del cine, en su etapa muda, pero ahora, que el cine ha evolucionado y ya tiene sonido y color, las productoras no la reclaman.

Ahora que es cincuentona, sus años dorados pasaron y ya no es carne de película. Sus días los pasa recluida en una mansión que se le hace inmensa y que parece engullirla, llena de decoraciones estrambóticas de su persona y muestra física del narcicismo que ella padece, escribe un guion con la esperanza de que los productores que un día la adoraron, vuelvan a ‘llamarla a filas’. Eso nunca sucede, aunque la histriónica mujer cree que sí.

El personaje había poseído a la persona por completo y nada se podía hacer. Era de esas que abandonaba los platós y los escenarios y seguía siendo actriz- esto es, no sabía diferenciar entre la ficción y la realidad, es como si quisiese ser el personaje ficticio en la realidad-. Un retrato muy agudo y atinado de la podredumbre e hipocresía de las entrañas de la industria de Hollywood para con sus empleados.

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El personaje se come a la persona

En la vida real, sin embargo, son varios los ejemplos. A David Bowie, tal y como él mismo reconoció en una entrevista, sentía que la personalidad que él interpretaba en los conciertos se lo había comido, ya no sabía diferenciar cuál de los dos era y se encontraba compungido. No se reconocía.

Cuando fue consciente de ello y pudo deshacerse del pesado corsé, vivió mucho más feliz y tranquilo. La reina por antonomasia que llevo hasta el extremo este concepto ‘dual’ de no saber distinguir, fue, por supuesto, la más solicitada de la maquinaria estadounidense, Marylin Monroe, explotada hasta la extenuación como objeto sexual y metonimia por antonomasia de la fábrica de metrajes más famosa.

El caso Will Smith

El último en sumarse a la lista de Bowies ha sido Will Smith. La meca de la artificiosidad, del espectáculo y de las apariencias, estará encantada de presumir de que ‘las mejores cosas pasan en Estados Unidos’. Ya tienen dosis para una década y que no existe gala igual en el planeta Tierra.
No se sabe que tipo de fuerza interior imbuyó al protagonista de El príncipe de Bel air, que no pudo reprimir su deseo de exteriorizar lo que sentía por una broma que el presentador y humorista acababa de hacer con respecto a una enfermedad alopécica que padece su mujer y que él consideró de mal gusto, que no procedía.

La experiencia es una virtud

Denzel Washington, otro de los nominados le advirtió. El discurso del oscarizado actor tras recibir el premio, corroboró lo dicho en el párrafo anterior y si hubiese querido ser elegante, le hubiese devuelto la broma, con otra gracia en el discurso de premiación.

Al final, reprimenda en forma de bofetada, comentario con insulto mediante y Óscar en mano. Ni en el mejor de sus sueño hubiese dibujado tal incursión hacía la cima. Es lo que tienen los genios, que su faceta humana, muchas veces es reprobable. Tendrá que volver a El Hormiguero para ganarse el perdón de España, país que también le dio pal pelo en las redes con memes y críticas

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Lo cierto es que encaja a la perfección, con la definición del término Star que acuñó por primera vez el productor Carl Laemmle: » El público quería estrellas. Yo lo sabía, era necesario interesarlo. Había que darle a esa gente estrellas a las que idolatrar. La fabricación de estrellas es una cosa fundamental en la industria cinematográfica». Muy de Hollywood. Los divos, eran la antítesis. Terrenales dentro y fuera del escenario y la pantalla. Will fue puro Hollywood por un día.

 

Ya ha pedido perdón

Dos días después del incidente y totalmente en ‘frío’, el actor se ha disculpado públicamente a través de un comunicado en sus redes sociales.En él dice repudiar cualquier tipo de violencia en cualquiera de sus formas y pide perdón tanto a Chris Rock como a los intérpretes que le acompañaron en la película que la hecho ganar la estatuilla a mejor actor principal, El Método Williams.

Parece ser, que hoy en día si no haces algo públicamente es como si eso, no existiese. Tal y como decía el bueno de Frank Sinatra: » Puedes estar cabalgando alto en abril y que te tumben en mayo, así es la vida «. La sociedad es así, héroe ayer, villano hoy.

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