Quiero manifestar mi humilde opinión acerca de la llamada “Velada de Ibai”. Lo haré con ánimo de agradar, aprender y rectificar, conociendo mis limitaciones en cuestiones de youtubers, aunque sin abandonar la tan necesaria honestidad, la cual lucho por cincelar cada día en mi pétrea lista de mandamientos vitales, como si de las tablas de Moisés se tratara.
Éxito mediático
Para aquellos que no estén informados sobre el asunto, me estoy refiriendo al evento de youtubers españoles en torno a un cuadrilátero que tuvo lugar el pasado 26 de mayo de 2021. Un acto de incuestionable éxito mediático, se dice que, por momentos, superó el millón de visualizaciones. Sin duda, un gran mérito en estos tiempos, ya sabemos que la cantidad es un valor en alza en nuestra sociedad. Una máxima muy aceptada que subyace de utilizar equivocadamente valor como sinónimo de precio.
Vayan por delante mis felicitaciones a los promotores y personal encargado de llevar a cabo tan ingente exhibición de poderío propagandístico. Eso sí, me reconocerán que carece de originalidad. Ese tipo de show están basados en espectáculos similares que importamos desde la última metrópoli postcolonial (EE.UU.). Esta misma filosofía la podemos encontrar con anterioridad en leyendas del boxeo mundial como Mike Tyson o el invicto Floyd Mayweather, quien el próximo mes de junio peleará contra un famoso youtuber norteamericano (Logan Paul).
El boxeo es otra cosa
Dicho esto, déjenme añadir que prefiero la actitud de Pacquiao, quien, a sus 42 años, acaba de anunciar un combate a finales de agosto contra uno de los “cocos” de la división de peso welter (para más información consulten el espléndido artículo de @currambis en @sextoanillo), porque eso es buscar la verdad de la vida, la verdad del Noble Arte.
Ambas formas de entender y transmitir el boxeo tienen mi respeto, como no podría ser de otro modo, pero mi admiración es para el filipino. Desde hace un tiempo defiendo la visión del mundo desde la pluralidad de vías o, como lo llaman en el Arte Islámico, bifurcación de caminos (ventanas geminadas), pues creo en unos principios universales y, también, en las múltiples experiencias históricas en las que asentar la particular verdad.
Analógico pero no anacrónico
Soy analógico, cuento cuarenta primaveras, y tal hecho identitario seguramente influye para calificar de pseudoboxeo la función de Ibai. En mi ideario se parece mucho al espectáculo taurino del “Bombero Torero”, esto lo digo con una ternura especial, porque uno de mis ídolos, Rafael Azcona (guionista de films como El Verdugo o La Vaquilla), participó de esas funciones cómicas que recorrían las plazas de toros de la geografía española. Eran otros tiempos.
La postmodernidad envuelve nuestro ser al igual que la frágil cáscara el huevo. Es decir, somos hedonismo e instrumentalidad, dos términos que usa Alain Touraine para definir al ser posmoderno. Y la “Velada de Ibai” no iba a ser menos en cuanto a quitarle la razón al longevo filósofo francés, las dos propiedades sociales tuvieron un destacado protagonismo: el hedonismo (Youtubers boxeadores) y la instrumentalidad (redes sociales).
Por todo ello, les propongo una reflexión que, en parte, he robado a Miguel de Unamuno, recordando aquella valiente afrenta ante el entusiasta militar franquista, Millán Astray, a quien dijo: venceréis porque para vencer se necesita la fuerza (dinero), pero no convenceréis porque para ello es necesario la razón. Así, volviendo a nuestro asunto más mundano y salvando todas las distancias, digo: ¿vender o convencer? Yo me quedo con la convicción de Proximia TV.
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