Rugby VI Naciones

VI Naciones: Francia contra sí misma

France’s Matthieu Jalibert chased by England’s Owen Farrell during the Autumn Nations Cup finals at Twickenham on December 6th. Photograph: Billy Stickland/Inpho

@sergebianco

Ha llegado la hora de la verdad, lo que en tiempos de pandemia quizá sea decir mucho. Quién lo iba a decir hace mes y medio, pero lo cierto es que Inglaterra e Irlanda ya están descartadas matemáticamente para ganar el Torneo, y solo una carambola inverosímil podría dar el título a Escocia. Y qué decir de Gales, apuntado unánimemente como candidato a rozar la cuchara de madera, pero que a estas alturas ya se ha embolsado la Triple Corona y avanza hacia un sorprendente Grand Slam.

Los únicos pronósticos que se están cumpliendo es el enésimo desahucio italiano (anda por las 30 derrotas consecutivas) y las intactas opciones de Francia para alzarse con un trofeo que se le resiste desde 2010.

Y llegados a este punto, ha aparecido el cisne negro que siempre se cruza en el chauvinista camino galo hacia la grandeur, ese que pasa por el rugby champagne (con más o menos burbujas).

Galthié, de héroe a villano

Francia fue el país que más presionó con los protocolos anti-covid, hasta el punto de forzar la suspensión de dos jornadas de la Champions y la Challenge Cup acusando a los clubes británicos de haber expandido la célebre cepa inglesa por todo el Hexágono. Llegó a plantearse incluso la opción de que el VI Naciones no se jugara en suelo francés y toda una serie de soluciones estrambóticas. Pues bien, el equipo que fue el más quisquilloso con los demás ha estado a punto de cargarse el Tournoi. La avalancha de positivos por covid en su plantilla obligó a Francia a aplazar su partido con Escocia (tercera jornada). Un match que se jugará cuando el torneo haya finalizado, lo que va a desvirtuar irremediablemente la competición. Francia -o Escocia- tendrán todavía una bala en el cargador cuando Gales haya gastado ya las suyas.

Covid

En todo caso, Francia es su peor enemigo. Su seleccionador, Fabien Galthié, ha pasado de héroe a presunto villano en apenas unos días… ¡y sin que se jugara ningún partido! Todos los indicios le apuntaron a él como principal responsable por romper la burbuja anti-covid (se fue de la concentración hasta Colomiers, para ver un partido de su hijo). Pese al inicial intento -muy poco decoroso- de señalar a los jugadores de seven que entrenaron con los ‘bleus’ o al preparador físico del VX del Gallo. Por no hablar de la salida clandestina de varios jugadores tras el partido contra Italia para comerse unos gofres en una terraza romana… Finalmente, la investigación oficial de la Federación francesa se saldó como lo que fue desde el principio: una farsa y una demostración de cobardía, pues no hubo sanciones pese a las evidencias contra Galthié.

Y en medio de este cacao, este sábado llega el Crunch, el Inglaterra-Francia, la madre de todas las batallas, que se disputa todos los años (en 2020 por dos veces). Pero siempre parece único, el más importante, el definitivo, el match que va a marcar el presente y el futuro de ambos planetas rugbísticos… En esta ocasión, los galos llegan con el encargo de romper un maleficio de 16 años sin ganar en Twickenham. Hasta el affaire del covid, parecía que este año era el idóneo, pero…

La Armada dejó de ser invencible

Habrá que ver cuánto se ha descentrado el XV del Gallo, que recupera para la ocasión a Virimi Vakatawa, pero pierde a Gabin Villière en una ala y a Le Roux en segunda línea. En su lugar estarán Teddy Thomas y Romain Taofifenua. Y con la intriga propia de la ocasión, finalmente Romain Ntamack probará el banquillo en beneficio de un Jalibert que tiene la ocasión de su vida para convertirse en el apertura titular. Una buena performance en Twickenham pondrá muy difícil a Galthié perserverar en la jerarquía anterior, con Dupont y Ntamack como bisagra indiscutible.

Enfrente, Eddie Jones ha decidido quedarse quieto, echar cuerpo a tierra y confiar en que la tormenta escampe. Vuelve a confiar en su XV básico, más allá de algunos cambios obligados. Desoyendo los cantos de sirena que susurran el eléctrico Marcus Smith (apertura de Harlequins nombrado jugador del mes en la Premiership), su compañero Dombrandt o los hermanos Simmonds (estrellas del potentísimo Exeter, sucesor de Saracens como dominador de la liga inglesa). Lo único que se puede decir en favor del XV de la Rosa es que llegará enrabietado tras perder contra Escocia y Gales, pero a lo mejor con eso no le alcanza… si Francia juega a lo suyo. Que está por ver.

Escocia-Irlanda

El otro gran partido de la jornada (el del domingo) es un Escocia-Irlanda que roza la intrascendencia, salvo para los contendientes. Ambos han perdido con Gales, por razones similares (jugar en inferioridad por expulsiones, ceder a la ansiedad e infravalorar a unos ‘dragones’ que por algo tienen ese mote), pero han propuesto cosas diferentes. El XV del Trébol sigue anclado en sus esquemas tradicionales, y confía ciegamente en un Jonathan Sexton que está lejos de ser incombustible pero cuyas ausencias se cuentan por derrotas para su selección. Andy Farrell no es hombre de experimentos, pero si ahora no los hace… ¿cuándo?

Escocia, por su parte, desarboló a Inglaterra en Twickenham (más por errores ajenos que por méritos propios). Seguirá basando su juego en un enorme Hamish Watson en la tercera línea, la rapidez de Van der Merwe y la irrupción desde la zaga de Stuart Hogg… siempre que Finn Russell juegue más para sus compañeros que para sí mismo. El XV del Cardo firmó la hazaña de dejar a Inglaterra en 6 puntos en Twickenham. Pero una semana después, la sensación galesa, Rees-Zamitt le endosó dos ensayos que dieron la vuelta al partido en una dolorosa derrota en Murrayfield. En todo caso, si Escocia gana lo que le queda (Irlanda, Italia y Francia), opta a ganar el Torneo.

La reválida ¿más fácil? de Gales

Precisamente la irrupción de Rees-Zamitt, el jovencísimo ala de Gloucester (colista, por cierto, de la Liga inglesa) ha dado alas a una gris pero rocosa selección de Gales. La otra joven sensación la encarnó frente a Inglaterra Keiran Hardy (25 años, medio melée de Scarlets), prácticamente un desconocido que sacó de sus casillas a los de Eddie Jones y se permitió el lujo de ensayar sacando un golpe de castigo de modo fulgurante para marcar ante la desidia y el despiste de la zaga inglesa. Y sin embargo, Hardy no jugará el sábado frente a Italia, ya que Wayne Pivac ha preferido volver al esquema clásico, con el regreso de Gareth Davies para completar la bisagra junto a Dan Biggar.

Enfrente estará Italia, cenicienta irredenta que pierde todos los partidos, pero siempre parece que puede hacer algo. Franco Smith parece que tiene un plan a medio plazo, y confía en Stephen Varney y Paolo Garbisi para dirigir el juego transalpino: suman 39 años entre los dos, dato que revela por sí solo la dimensión de la apuesta. Los centros Carlo Canna e Ignacio Brex (este de origen argentino, pero que ha decidido jugar por Italia) refuerzan una línea de tres cuartos que intenta cosas, pero la endeblez defensiva del conjunto (decenas de placajes fallidos en cada partido) echa por tierra cualquier buen propósito. Si se permite una apuesta enloquecida, si Italia puede dar un susto, quizá sea ante Gales. Pase lo que pase, prometo no borrar esta línea.

En fin, quizá el VI Naciones no enseñe el juego más brillante del orbe ovalado, pero es el VI Naciones, y estamos aquí para verlo.

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