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Kiko Martínez, el Blas de Lezo del boxeo

Las grandes veladas de boxeo están de vuelta en Europa, tras un parón como consecuencia de ese trágico y natural combate que está enfrentando a la sociedad del siglo XXI contra el Covid-19. Este último golpea sin respeto, valiéndose de su capacidad de invisibilidad para castigar los mortíferos errores de su contrincante, la población mundial.

Una vez más, en el cuadrilátero de la vida aparecen las dolorosas experiencias del pasado que permanecían olvidadas entre las elitistas páginas de los manuales de Historia. A lo largo de la historia, el mundo ha sufrido numerosas pandemias, la última fue la conocida como “gripe española” a principios de la anterior centuria. Esta terrible enfermedad llegó a afectar incluso, de forma virulenta, al primer afroamericano campeón mundial de los pesado, Jack Johnson.

Londres, la capital del boxeo europeo

Transcurrido, aproximadamente, un mes de la última velada boxística celebrada en el viejo continente, anoche se volvió a gozar en la City londinense del baile acompasado de golpes y esquivas. Disfrutamos del sonido de los guantes chocando contra el rostro y el cuerpo de los boxeadores y de esa aura mágica que surge en torno al ritual de todo evento de boxeo.

Los aficionados europeos del noble arte del pugilismo estábamos cercanos al hastío, porque la relatividad del tiempo eternizaba la vuelta del show boxístico. Semana tras semana, volvían los viernes y como si fuéramos perros de Pavlov, salivábamos ante la posibilidad de saborear un combate de boxeo.

Kiko, un convidado de piedra.

Por suerte, el martirio llegó a su fin la pasada noche de sábado – no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo aguante-. En el Wembley Arena, el templo actual del boxeo británico, tuvo lugar un combate en la categoría de superpluma. La noche enfrentó a la promesa del boxeo inglés Zelfa “Brown Flash” Barret, de 27 años, (24-1, 15Kos) contra el veterano boxeador español, de 34, y excampeón mundial del supergallo, Kiko “La Sensación” Martínez (41-9, 29Kos).

Todo hacía presagiar que el de Manchester tendría una noche de gloria, el escenario había sido dispuesto para ello. Pero el boxeo no son matemáticas, no es una ciencia exacta. Es un arte que se manifiesta a través del genio y sacrificio humano, lo cual produce infinitas variables que influyen en el resultado final. Acercando, a este noble arte, a las características del oficio de las ciencias sociales.

El conflicto entre Barret y Martínez comenzó según el guion establecido, los primeros cuatro asaltos nos presentaron a un inglés que desplegaba un fino boxeo alrededor del encordado y a un español que embestía con la intención de llevar la pelea a la corta distancia. Desde los instantes iniciales, Kiko Martínez fue capaz de cortar el ring a su rival de manera valiente e inteligente, al más puro estilo de la leyenda mexicana Julio César Chávez.

Kiko sorprende

En el quinto asalto, Kiko Martínez conectó un crochet de izquierda en la mandíbula de Zelfa Barret, haciendo temblar los cimientos del espigado púgil británico. Ese golpe aumentó la confianza del primero e introdujo la duda en el segundo. El joven boxeador de Manchester se vio sorprendido por la abnegación boxística del ilicitano. Éste, a partir del quinto, mostró su ímpetu de luchador homérico, sacó contundentes manos en repetidas combinaciones de crochet y upper de izquierda, finalizadas con recto de derecha. Esa estereotipada imagen de Kiko Martínez como boxeador limitado y sin recursos nos permite compararlo con un iceberg, ya que logra ocultar antes de la contienda, a los ojos del público y de su adversario, su enorme calidad pugilística.

Con el gong de la campana final, el pavor de la derrota hacía su aparición en las caras del equipo del peleador de casa; en cambio, el equipo del boxeador visitante no escondía su satisfacción y esperanza de regresar a la península con una importante victoria. Sin embargo, la crueldad de los jueces del combate se cebó con el campeón español. Éstos otorgaron el triunfo a Zafel Barret (118-111, 118-111 y 116-113).

La injusticia de los jueces

Anoche, Kiko Martínez demostró que la grandeza del vencedor no la otorga nadie, sino que es uno mismo quien se erige con ese título. Él devolvió al imaginario inglés el fantasma del almirante español Blas de Lezo (alias, “medio hombre”). Los británicos se equivocan al actuar como juez y parte, esas preferentes puntuaciones de los jueces con respecto a sus boxeadores compatriotas, no beneficia a nadie. Hunde al boxeo. Por eso, desde este humilde altavoz nos hacemos eco de las llamativas palabras que pronunció el promotor de la velada de anoche con respecto a este incómodo e injusto asunto. Así Eddie Hearn preguntó: Is that a joke 118-111?

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