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Un Wimbledon sorpresivo

Si no fuera por la propagación del covid-19, los aficionados del tenis estaríamos disfrutando de la centésima trigésima edición de Wimbledon. La pausa, la cual todos confiamos no sea tan larga como las provocadas por las guerras mundiales, nos permite al menos, repasar la rica historia del torneo londinense. De esta manera, el vacío que provoca no ver a nuestros ídolos en acción, se hace un poco más llevadero.

Al buscar en mis recuerdos, me transporto al 1994. Ante la ausencia de Mónica Seles, Steffi Graf había vuelto a la cima del ranking, y parecía encaminada a revalidar como campeona de Wimbledon, al llegar a Inglaterra con un récord de 43 victorias y tan solo dos derrotas durante la temporada.

Primeras rondas peligrosas

Sin embargo, al realizarse el sorteo muchos se percataron de inmediato, que la alemana tendría una prueba que no debía ser pasada por alto. En la primera ronda tendría que enfrentarse a Lori McNeil, cuyo estilo de juego se ajustaba perfectamente al césped de la década de los 90, el cual aún era sumamente rápido. A este hecho, había que añadirle que la estadounidense ocupaba la vigésima segunda posición en el ranking. Para esa época, solamente 16 jugadoras eran sembradas. De manera que el riesgo de que una jugadora del top, tuviera que enfrentar antes de la cuarta ronda a una jugadora con un ranking de 20, era muy alto. De igual forma, McNeil sabía que podía incomodar a Graf, y hasta vencerla, tal y como ya había hecho en el Virginia Slims Championships de 1992.

Así, se dieron todos los elementos para tener un gran partido de primera ronda, y efectivamente, lo fue. Desde el inicio, McNeil tuvo a Graf fuera de balance. La incomodidad de la entonces cinco veces campeona del All England Club, acrecentaba a medida que avanzaba el partido. El viento, dos interrupciones por lluvia y un plan perfectamente ejecutado por McNeil, que consistía en atacar el revés de Graf, dieron al traste con su meta de ganar un cuarto plato consecutivo.

De momento, McNeil se convirtió en una de las tenistas favoritas para ganar el torneo, y convertirse en la primera afroamericana en lograrlo desde que lo hiciera Althea Gibson en 1958. Por casi dos semanas, la tenista residente de Texas, dio cátedra de un estilo de juego que ya desapareció, y que algunos añoramos. Este la llevó hasta las semifinales donde finalmente cayó en un maratónico partido ante la eventual campeona, Conchita Martínez.

A pesar de lo anterior, McNeil puede decir con orgullo que es una de pocas jugadoras que logró vencer a Graf en La Catedral del Tenis. Sin duda, un momento que quedará para siempre en la memoria de este deporte.

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Fuente de la foto principal: Gety/Gety

 

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