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Descanso y desconexión de la rutina (I)

Pulsar siempre PLAY: Estrés y saturación

El estrés laboral afecta negativamente a la salud psicológica y física de los trabajadores.  Se trata de uno de los principales problemas para la salud de los trabajadores y el buen funcionamiento de las entidades para las que trabajan. Muestra de ello es que la OMS incluye el “burnout” o síndrome del trabajador quemado en su nueva clasificación de enfermedades.

Una cosa es el cansancio natural consecuencia de una actividad física o mental exigente, y otra es la fatiga o cansancio crónico que suele aparecer cuando se acumula una gran carga de trabajo. Algo que puede ocurrir en cualquier momento. Y a pesar de que hay mecanismos para controlar el estrés fisiológico y mental, es muy difícil que, en algún momento, no aparezca esta saturación y agotamiento prolongado.

Así pues, este estrés prolongado, estar continuamente cansados, es un indicador de la necesidad de adoptar cambios. Acostumbrarse a ignorar las pequeñas señales que manda el cuerpo puede salir caro.  En cuestiones de salud el cuerpo humano “primero susurra, después habla y, por último, grita”.

Otro indicador clave: cuando se deja de disfrutar del trabajo a realizar. Es una señal de que se necesita parar o, al menos adoptar cambios. Sandra Tabasco (psicóloga clínica y del deporte) explica de manera sencilla en qué consiste el concepto “disfrutar” en el ámbito deportivo, con indicaciones para mantenerlo “a salvo” y prevenir estos estados de agotamiento.

Por eso es importante aprender a percibir las señales que el cuerpo nos manda, y en la medida de lo posible prevenirlas. Para ello, debemos hablar del descanso y la necesidad de desconectar de las rutinas diarias.

¿Cómo nos afecta esta fatiga y no descansar adecuadamente?

En el deporte, las relaciones entre los ciclos de descanso y actividad (sueño y vigilia)—por una parte— y el rendimiento deportivo y la actividad física—por la otra— son muy complejas y multifactoriales en ambos sentidos (Youngstedt, 2000).

Pero es evidente que un deportista en esta situación, es más propenso a enfermar (o lesionarse), a disfrutar menos y a ser menos productivo (peor rendimiento). Por ejemplo, la falta de sueño (o un sueño de mala calidad) de manera prolongada debilita en gran medida  el sistema inmune. Aumenta las probabilidades de padecer  ciertos problemas de salud como la obesidad y la diabetes. Los niveles de hormonas causantes de estrés e inflamación  y el cortisol (otra hormona causante del estrés) se  disparan.

A nivel corporal, aparece la sensación de cansancio y falta de energía. Pero quizás, las secuelas más importantes sean a nivel mental: dificultad para mantener la atención y la concentración, disminución de la motivación y la claridad mental. Un deportista fatigado toma, sin lugar a dudas, peores decisiones: tiende a alimentarse peor, a procrastinar, a cometer más errores (en aspectos tácticos y técnicos), a tener pensamientos negativos, rumiaciones, ansiedad e irritabilidad durante el entrenamiento o la competición, e incluso aumenta la probabilidad de una lesión. En definitiva, estar cansado limita profundamente el rendimiento y las posibilidades de éxito.

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