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Irreal, de videojuego

Si hoy realizamos un estudio detallado de captación de movimientos y estudios físicos de la forma o la manera en la que se ha comportado Novak Djokovic, el resultado sería la verificación de que no es propio de un humano, sino de un simulador completo de este deporte. Un simulador profundo, con un sistema de estrategia de juego único, ofreciendo una traslación de las tácticas mentales y físicas en el encuentro. La tecnonología avanza a pasos agigantados y hoy hemos presenciado un duelo en el que participaba una máquina, literal.

Nadal se ha visto superado desde el primer punto del partido de una forma poco creíble minutos antes. Vencer a Nole, hoy en día, es una misión muy difícil, pero lo de esta mañana ha sido muy duro y cruel. Novak Djokovic alzó su séptimo Open de Australia, superando a Federer y Emerson (6), tras vencer a Rafael Nadal por 6-3, 6-2 y 6-3, en apenas 2 horas de juego. 7 finales, 7 victorias.

El serbio, de 31 años , ganó su 15º Grand Slam al superar a Sampras y se sitúa a 2 de Rafa y 5 de Roger. Se mete de lleno en la carrera por ser el mejor de todos los tiempos y tiene poca pinta de que alguien pueda pararlo. Sumó su tercer Grand Slam consecutivo, tras Wimbledon y el US Open.  Su racha se estira a 21 victorias consecutivas en los grandes. Alucinante.

14 años enfrentándose, el partido masculino más jugado de la historia (53) y récord de finales jugadas (25). Parece que Djokovic vuelve a confirmar, de nuevo, que le tiene tomada la medida al español y que ya conoce y controla a la perfección todos sus golpes, sobre todo, en pista rápida. Si Tsitsipas dijo de Rafa que tiene el talento de hacerte jugar mal, le doy toda la razón, pero Djokovic tiene el talento de hacer lo que quiera cuando quiera.

El de los balcanes ha dado una total exhibición, nada más y nada menos, que en una final de Grand Slam y ante el segundo mejor jugador del mundo. Hace poco más de medio año, decían que tenía que retirarse, algo que rondaba por su cabeza. Las lesiones tenían amargado a una persona que 6 meses después está a punto de completar el hito de ganar los 4 Grand Slams seguidos. En su discurso, ha agradecido a Vajda la vuelta a su equipo en su época más decaída y la parte de culpa que él tiene en haber vuelto a recuperar a esta máquina.

Rafael es el primer tenista en llegar 7 veces a una final de Grand Slam sin ceder ni un set. Las 6 anteriores las ganó, sin embargo, hoy no hizo ni 4 juegos en ninguno de ellos. De esto se deduce, que Nadal nunca se ha visto en esta situación, no está acostumbrado a esto, ni mucho menos.

Tras tanta expectación ante la mejor semana que se le recordaba, observar en primer plano lo de hoy le parte el alma a cualquiera. Mirada perdida, avasallado. Cualquiera lloraría de rabia o haría gestos de entendible frustación. Sin embargo, no se le ha visto ni una mala cara, ni un mal gesto. Incluso, se le ha apreciado mirar a su ‘box’ y animarse con dos sets y ‘break’ abajo. Puedes tener un mal día, te pueden ‘destrozar’, pero nunca puedes tirar la educación al suelo.

Esto cobra un valor añadido tras observar a gran parte del circuito, sobre todo, algunos jóvenes (incluso del top mundial como Zverev), como insultan, rompen raquetas o infravaloran el trabajo de recogepelotas. Te puede gustar más o menos, pero cuando no esté, se le echará de menos, y no lo digo únicamente por su tenis. Patrimonio nacional, en todos los sentidos.

Nadal, un espectador más.

Arrollador. Así empezó Nole el partido para provocar un mar de dudas en Rafa y en todos los españoles. Festival de reveses y juego ofensivo que daba la impresión de que tenía enfrente a un ‘amateur’. La peor de las sensaciones para el español, que suele entrar más frío en los partidos y, poco a poco se calienta y va de menos a más (hoy no ha sido posible). Juego en blanco al servicio, rotura y otro juego en blanco. Cuatro juegos consecutivos del serbio al servicio sin ceder ni un único punto, que provocó diez errores no forzados de su rival en apenas quince minutos, siete errores más que él. En los siete primeros juegos, los siete primeros puntos fueron a parar al bolsillo del número uno del ‘ranking’. Sin embargo, no sé el qué exactamente, pero Rafa tiene algo. Tiene algo porque no es normal jugar el peor primer set que se le recuerda y que tu rival no lo pueda hacer mejor y colocarse 5-3 abajo, 0-15 y una derecha a media pista a placer que podía haber cambiado el rumbo del set pero, incomprensiblemente, fue ‘out’. Un set para olvidar, en el que únicamente arañó un punto al resto y en el que solo ganó 15 puntos, la mitad que Nole.

Rafael se estaba equivocando. Obviamente, es fácil decir esto a través de la pantalla, pero al ser tan constante, se notaba claramente. Su derecha no le hacía nada de daño al balcánico, no le corría apenas. Si a esto le sumamos que todas esas derechas bombeadas van, una y otra vez, hacia el mejor revés del circuito, era superado una y otra vez. Ninguna variable y cero confianza para utilizar esa derecha paralela que tantas alegrías le ha dado estas dos semanas. Las que intentaba, salvo contadas, imprecisas o fuera. Otro punto negativo, aunque no estaba tan en su mano, era el resto. Ante el mejor restador del mundo, debes equilibrar los porcentajes y aprovechar los segundos servicios. No se puede ganar una final de Grand Slam si el primer punto de resto sobre el primer saque de tu rival lo ganas a la hora de partido, algo había que cambiar, no estaba nada, nada fino.

Con Nadal, nos esperamos que esto cambie, porque nos tiene malacostumbrados, pero hoy, ni mucho menos. Fallos y más fallos. El segundo set comenzó con los mismos errores al resto, sin aprovechar los primeros juegos de Djokovic en los que no conectaba primeros saques, debido a errores no forzados impropios de él. Al servicio, seguía el sufrimiento constante, siempre se merodeaba un posible quiebre de Novak. Rafael Nadal no había entrado aún en el partido, nunca le dejaron entrar, aunque su cuerpo estaba presente sobre el azul de Melbourne. Todo provocado, en gran medida, por un excelente Djokovic.

En el quinto juego del segundo set, Nole quebró el servicio, algo que era de esperar. Sin embargo, en el siguiente juego, Rafael consiguió ganar por primera vez dos puntos al resto y colocarse 15-30. A partir de aquí, es cuando los síntomas de preocupación se siguen manteniendo en lo más alto, ya que todos los puntos son disputados, claves y ganables y, a pesar de una ‘nadalada’ (derecha paralela en carrera), los puntos van cayendo a favor del serbio, así como el juego y la confirmación de la anterior rotura. El de Belgrado hacía lo que quería y, en el siguiente juego, volvía a romper sin mayores dificultades. Cerró el segundo set con tres ‘aces’ seguidos. Nadal era un espectador más sobre la Rod Laver Arena.

Del tercer set, no se pudieron extraer unas conclusiones diferentes a las de los dos anteriores. La única diferencia, fue que Rafa dispuso de su primera y única bola de ‘break’ de todo el partido, que no supo aprovechar tras errar un centrado revés. Poco más de dos horas de partido bastaron para que el jugador que consiguió un 80% de puntos ganados con el primer servicio y un 84% con el segundo, levantase la copa al cielo.

En los buenos momentos, pero más en los malos.

Cuando tú piensas que es imposible, piensas en irrealizable, utópico, inadmisible, quimérico e inalcanzable. Tus pensamientos se centran en hechos que no pueden ser, suceder o realizarse. Mientras tanto, hay una persona que se está empeñado en hacer desaparecer dicho vocablo del diccionario. Para tal individuo, entre la palabra imposible y posible únicamente existe una pequeña diferencia a nivel visual, dos letras, la ”i” y la ”m”. Tiene la certeza de que lo imposible no existe, porque los límites de lo posible los establece cada uno. Si no se establecen dichos límites (que impiden prosperar por el mero hecho de la conformidad tras percibir que el máximo ya ha sido alcanzado), lo imposible se convierte en improbable, pero viable. La capacidad de sufrir, que reúne dos facultades que cada vez se contemplan menos como son el trabajo y la humildad, decanta la balanza a favor de que el suceso improbable pase a ser extremadamente probable. Imposible sólo es aquello que no se empeña en hacer posible. Hoy no ha sido posible, eso no quiere decir que la próxima vez se repita la historia. Rafa nos da lecciones de algo mucho mayor que tenis, lecciones de valores.

Cuando tú piensas que es imposible, Nadal llega a la final de un Grand Slam sin ceder un sólo set cuando días antes de su concurso, en concreto el 3 de enero, se vio en la obligación de renunciar al torneo de preparación en Brisbane. Lesiones, para variar. El manacorí no competía desde las semifinales del último grande del pasado curso (US Open), el 7 de septiembre, cuando se vio obligado a abandonar, esta vez por su tendón rotuliano. Ya no es, únicamente, que todos sus partidos los haya solventado por la vía rápida, sino que solo ha tenido que afrontar un set ‘complicado’ (entiendo tales niveles estratosféricos) de los dieciocho disputados hasta la finalísima. Ese set mencionado tuvo lugar en los octavos de final frente al checho Tomas Berdych, que se lo adjudicó el español para cerrar el partido. Por segundo año consecutivo, ha llegado al primer ‘major’ del año sin ritmo previo, a ciegas. “Era difícil imaginar cuando me borré de Brisbane que jugaría la final aquí”, confesaba tras vencer en sets corridos, con una superioridad bestial al griego Tsitsipas y acceder a la final en tierras australianas. Sus lágrimas al abandonar la pista y acceder a los vestuarios, a pesar de haberse visto en esta situación en 24 ocasiones anteriormente, ponen en situación tal hazaña.

Cuando tú piensas que es imposible, Nadal, con 32 años, se ha vuelto a renovar para mantenerse en lo más alto. Más velocidad y potencia en su servicio junto con un menor sufrimiento de sus rodillas ha sido posible tras el nuevo invento del número 2 mundial, junto con sus entrenadores Francis Roig y Carlos Moyá. Rafa mantiene la ilusión intacta por competir y ser competitivo y, porqué no, aumentar su número de Grand Slams y/o volver a la cima del tenis, en un futuro cercano. Menos flexión a la hora de lanzar la pelota, una posición más erguida y una entrada a pista con su pie derecho inmediatamente posterior al saque, le han permitido llevar, nada más y nada menos, que 42 ‘aces’ en el torneo, algo inusual hasta ahora.

Cuando tú piensas que es imposible, Nadal, en su primer torneo en el que expone al mundo su nuevo servicio, el cual no había probado anteriormente en ninguna competición oficial, ha encadenado 5 partidos sin conceder su saque, desde ¡primera ronda! Ni Ebden (nº 48 ATP), De Miñaur (29), Berdych (57), Tiafoe (39) y Tsitsipas (15) lo han conseguido y, únicamente, ha tenido 13 bolas de ‘break’ en contra, sumando todos esos partidos. Obviamente, todas salvadas. El mallorquín, hasta la final, había perdido solo dos veces el saque, en un torneo que además se juega al mejor de cinco mangas, y ambas frente James Duckworth en su primer partido tras meses de inactividad. Lo nunca visto en el dueño y señor de la tierra batida. La final, una mancha negra, ante el mejor restador del mundo que ha realizado un partido que ha rozado la perfección.

Cuando tú piensas que es imposible, Nadal azota un mamporro de realidad a la NextGen llamados a dominar el circuito más pronto que tarde. Con Rafa así, será una generación olvidada. Cuando era un ‘crío’, ganaba y jubilaba a los mayores. Ahora, espanta la ilusión de los más jóvenes y les deja tiritando. De Miñaur venía de conquistar su primer título ATP en el torneo previo en Sydney, 6-1 6-2 6-4. Tiafoe venía de derrotar a Anderson y Dimitrov, entre otros, 6-3 6-4 6-2. Tsitsipas, actual campeón de la NextGen, venía de derrotar a Roger Federer y Roberto Bautista, que llegaba con un trofeo bajo el brazo y ocho victorias (entre ellas destaca la victoria a Djokovic y Cilic) en ocho partidos en 2019. Aquí hay que detenerse, esto es otra dimensión. El griego de 20 años derrotó a su ídolo Roger en un partido memorable en el que el suizo no fue capaz de romperle el servicio ni una sola vez. Nadal tardó 11 minutos y se lo quebró ¡6 veces! Brutal. Además, otra curiosidad más que importante, es el noveno Grand Slam consecutivo que cae en los brazos del big3 (Nadal, Djokovic y Federer). 11 torneos de esta dimensión de manera consecutiva capturados por tenistas que superan la treintena. El relevo generacional no estoy seguro de que se consume.

Cuando tú piensas que es imposible, Nadal consigue reinventarse, por enésima vez, y deleitarnos con el mejor tenis de su carrera tras cuatro meses de inactividad y con una edad cercana al a la retirada (ojalá me equivoque). Nadal levantó su primer Grand Slam hace 14 años, en 2005. De cualquier otro deportista estaríamos hablando que está en sus últimos años de carrera e incluso ‘acabado’ (en el hipotético caso que no esté retirado), sin embargo, lo del ex número uno del mundo, es digno de un estudio del cuerpo humano. Aunque parezca una locura decir esto, de alguien que lleva 17 grandes y 80 títulos en total, está jugando el mejor tenis que se le recuerda (junto con el glorioso 2013). Su nuevo saque y su estilo más ofensivo, claves de la nueva evolución de alguien que no deja de sorprendernos. El mejorado porcentaje al servicio en todos los sentidos, le permite entrar en pista a continuación y jugar un segundo golpe en posición de ataque, jugando siempre que puede dentro de pista, apoyándose en un grandísimo revés (sobre todo, cruzado) y repartiendo con su derecha, ángulos y ‘bananas’. Dentro de las facetas positivas a señalar en este ilusionante inicio de campaña, destaca su rápido juego de piernas, está veloz como en antaño, permitiéndole invertirse de derecha en innumerables ocasiones y hacerle siempre jugar una bola ‘extra’ al rival. Cosa que hoy se ha echado en falta más que nunca.

Fuente: Canaltenis

Aunque el resultado no haya sido el esperado, Rafa ha vuelto a ilusionar a un país entero. En España, no se levanta un domingo a las 9 de la mañana, ni Dios. Hoy, incluso de resaca, un país entero estaba detrás del televisor, esperando un milagro que ha estado más lejano que nunca. Nadie se esperaba esto tras cuatro meses en el dique seco, pero día a día nos ha ido contagiando con su tenis y espíritu renovado. Cuando consigues esto y todo el mundo tiene palabras de admiración hacia ti, ganar no es lo más importante. Se vuelve a sentir competitivo y seguro que nos vuelve a levantar más de un domingo a estas horas, aunque sea con una botella de agua y un ibuprofeno en la mano para superar un sábado noche complicado.

Cuando tú piensas que es imposible ver algo mejor que el nivel de tenis de Djokovic esta noche, Nadal se sobrepasa y deja un discurso en la entrega de premios, tras ser abatido de manera brutal, para la historia. Impecable, de principio a fin. Da gusto. Lo primero que ha hecho es felicitar a su rival, aceptar la realidad y afirmar que lo único que quiere ahora es trabajar para que esto no vuelva a ocurrir. Estos minutos deberían ser de obligatoria observación en todas las escuelas, pero no sólo de tenis. No sólo se gana ganando, si dejas un legado en el que gracias a tus valores, eres un ejemplo e inspiración para los más pequeños, tienes un triunfo de un valor incalculable.

A VECES SE GANA, OTRAS SE APRENDE.

Foto principal: El País.

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