Transcurridos 15 días del mayor logro del ciclismo español en 2018 a manos de Alejandro Valverde y pasada la euforia inicial, es buen momento para analizar las claves de lo sucedido en Innsbruck 2018.
El recorrido del mundial del Tirol, se presentaba como una oportunidad para romper la racha de Peter Sagan. Sus 265 Kilómetros y 4.670 metros de desnivel positivo, abrían la oportunidad de ganar a otro tipo de corredores más livianos y fuertes en la montaña.
Las casas de apuestas así lo atestiguaban en la víspera, dando como favorito al galo Julian Alaphilippe (5.00), seguido de Alejandro Valverde (6.0), Adam Yates (12.0), Vincenzo Nibali (13.0), Simon Yates (13.0) y Primoz Roglic (13.0).
A mi modo de ver, el triunfo español se sostuvo sobre tres pilares:
- Alejandro Valverde.
- Equipo de ciclistas que conformaron la selección española.
- Javier Mínguez.
- Alejandro Valverde.
A priori, el campeonato del mundo austriaco suponía una ocasión propicia para que el ciclista de Las Lumbreras pudiera optar al maillot arco iris.
Alejandro Valverde es un corredor irrepetible, quizás el más completo de la historia del ciclismo español, un auténtico Killer capaz de ganar de febrero a octubre en todos los terrenos: clásicas, vueltas de una semana, grandes vueltas, etapas de montaña, cronos etc.
Sin embargo, se vislumbraban una serie de nubarrones que podían hacer dudar del triunfo del murciano:
- La edad, con 38 años, solamente un ciclista (Joop Zoetemelck) había logrado vencer en un campeonato del mundo. Valverde, antes de Innsbruck, era el ciclista con más medallas de la historia mundialista, pero ninguna de oro.
- La grave caída del Prólogo del Tour en 2017, sus victorias en la Volta parecían disipar las dudas acerca de su recuperación. Sin embargo, cuando Valverde afrontó las clásicas de las Ardenas, no consiguió vencer en las dos carreras que tenía marcadas en rojo: muro de Huy (Flecha Valona) y Lieja.
- Doblar Tour de Francia y Vuelta a España.
- Disputar la Vuelta con opciones reales de victoria hasta el final. Valverde no se reservó en una Vuelta en la que ganó dos etapas, el maillot verde, y estuvo disputando el triunfo hasta prácticamente el último día. El desgaste sufrido en la Vuelta, podría haberle pasado factura en un mundial tan duro, como así sucedió con los cuatro corredores que le precedieron en la clasificación general.
La Vuelta le proporcionó el fondo necesario para Innsbruck, y la fatiga acumulada la mitigó en la concentración de Sierra Nevada. Su resistencia innata en pruebas de más de 240 kms. y su instinto ganador hicieron que el sueño se hiciera realidad, aguantando con los escaladores más fuertes (Bardet y Woods) en las rampas del “infierno”, controlando en el descenso para imponerse en el sprint final.
Había un condicionante para que todo saliera perfecto, y era que Alejandro no gastara energía de más antes de llegar a la dura subida del final. De este tema se encargarían sus compañeros de la selección española, punto que desarrollaremos en la siguiente parte del artículo dedicado al oro de Innsbruck.
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