No hay quinto malo, ese es un dicho muy de esta tierra, y así ha sido. Los hispanos se coronan campeones continentales tras demostrar a todo el mundo que el balonmano es mucho más que altura, envergadura, peso y demás componentes físicos. En este deporte, señoras y señores, prima la inteligencia que, aunque no se contrapone a los aspectos físicos comentados, sí que es cierto que los “pequeños”, por aquello de tenerse que buscar la vida, son más proclives a desarrollarla.
España ha dado una soberana lección al mundo entero de que lo que es el trabajo táctico, la variabilidad de procedimientos y sistemas, y ahí está Don Jordi Ribera Romans para infundir en sus pupilos todo lo necesario para tirar por tierra el balonmano que ahora se conoce y se practica lleno de jugadores fabricados a golpe de gimnasio pero con escasas condiciones “intelectuales”.

Pero vamos al partido. El inicio de España no era el deseado. Dudas, errores ofensivos y alguno que otro defensivo daban alas a los suecos para llevar la manija y marcar a la contra. El balance defensivo, del cual se quejaba Ribera, no era lo suficientemente preciso y la velocidad de los suecos hacía mella en la portería de Rodrigo Corrales. A pesar de todo, España mantenía su idea ofensiva, con Eduardo Gurbindo y Dani Sarmiento intentando complicar al centro de la defensa nórdica, pero cada vez que se conseguía situación de gol, era Mikael Appelgren quien tiraba por tierra las intenciones de los hispanos.

Suecia adquiría sus primeras rentas importantes en el minuto 10:38 dejando un preocupante 4-6 que obligaba a Jordi Ribera a parar el tiempo para tratar de corregir algunos aspectos. España tardaba demasiado en marcar, pues Appelgren cerraba las puertas de su parcela, que aprovechaban sus compañeros para correr y complicar la vida a los nuestros. Gurbindo dejaba su puesto a Alex Dujshebaev —a la postre uno de los más destacados del encuentro—, y unos minutos más tarde, era Arpad Sterbik quien sustituía a Corrales. La entrada de Dujshebaev llevaba consigo un cambio en el sistema defensivo español, pasando del tradicional 6:0 a un muy efectivo 5:1 que desarbolaba las intenciones de los suecos. Y poco hemos hablado de los suecos, que hasta el minuto 26 aproximadamente, habían sabido llevar bien el encuentro de la mano de su pivote Jesper Nielsen, el extremo izquierdo Hampus Wanne o la dirección del MVP, Jim Gottfridsson. Se llegaba al final del primer acto con un apretado 12-14 para Suecia y el mal gusto de boca del cuadro español que era un quiero y no puedo, pero quizás intuyendo un futuro prometedor, al que nos han acostumbrado en los últimos encuentros de este Europeo.

Jordi Ribera mantenía la 5:1 al inicio de la segunda parte. Aitor Ariño y David Balaguer daban el empate a 14 goles antes de cumplirse los 2 minutos de juego, mientras que por parte de Suecia, tenían que pasar más de 5 para perforar la meta de un acertado Sterbik. Los hispanos eran un quebradero de cabeza para las huestes de Kristjan Andresson, ya que la defensa española funcionaba a la perfección. No eran capaces de solucionar la apuesta de Ribera, y mientras tanto, los jugadores españoles se anticipaban a las acciones del ataque nórdico consiguiendo goles a la contra, robando balones de oro y llevando el marcador a un 20-15 a los 42 minutos de esta parte. Arpad Sterbik se hacía enorme, Alex Dujshebaev sacaba a relucir alguna que otra perla de su mochila, Raúl Entrerríos regalaba a la grada destellos de su gran calidad y dominio de las situaciones, Aitor Ariño se dejaba la piel en cada balón y además goleaba desde su extremo, Balaguer era una mezcla explosiva… en fin, todo el equipo se comportaba como una máquina perfecta que desarbolaba por completo a Suecia, que era capaz únicamente de marcar 2 goles en 15 minutos.

A falta de 9 minutos para la conclusión, la diferencia era de 8 goles, prácticamente insalvable. Los suecos veían como sus aspiraciones se diluían ante la avalancha hispana, ante toda una lección de gran juego, actitud y fe en el equipo. Los nórdicos habían bajado los brazos. Con el resultado franco, España fue saboreando el final, mientras Suecia rebajaba un poco los dígitos del luminoso del Arena de Zagreb de la mano de un oscuro Lukas Nilsson —muy poca aportación en este Europeo— y de Niklas Ekberg. Y la guinda del pastel la ponía Iosu Goñi, un jugador que ha tenido muy poco protagonismo en este campeonato, al que Ribera quiso darle un premio, marcando el último gol de España, mientras que era Ekberg el que dejaba el definitivo 29-23 ante la explosión de júbilo del banquillo español.
Gracias España, gracias Jordi Ribera, habéis demostrado al mundo entero que el balonmano no es todo fuerza, potencia y lanzamiento exterior. El balonmano es algo más, es técnica, es táctica, es inteligencia, estrategia, velocidad, toma de decisiones, variabilidad, desparpajo, juego en equipo, compañerismo… Chapeau por todo lo que nos ha enseñado el Sr. Ribera y por cómo lo han asimilado sus pupilos. Mientras tanto, otros, que algunos recordamos, siempre justificaban sus fracasos a la falta de tiempo, a los arbitrajes, etc.; hoy tenemos a un señor entrenador que todavía no se le ha oído quejarse, sino que ha ido tejiendo poco a poco una maraña maravillosa de la que hoy podemos disfrutar. Hoy es un día grande para el balonmano español, para un deporte que ya va siendo hora de que se le reconozca a todos los niveles. Tenemos un futuro prometedor en las nuevas generaciones de Isidoro Martínez y de Alberto Suárez. Vamos a por ello, nos lo merecemos.
Imagen destacada: EHFEURO
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