Garbiñe Muguruza no convence en este inicio de temporada. Estamos a mediados de enero y la hispano-venezolana ha participado en tres torneos, de los cuales se ha retirado de dos y en el tercero ha caído en segunda ronda ante la tenista número 88 del mundo.
En 2017 tuvo un inicio muy parecido: retirada en el torneo de Brisbane con problemas en el abductor. Este año han sido Brisbane y Sídney. En Brisbane sufrió calambres en las piernas y en Sídney volvió a dolerse del abductor. La Nº3 del ránking WTA llegaba con muy poco rodaje al Abierto de Australia, donde en su último partido le han salido ampollas en los pies.
Parece que ha Garbiñe no le sienta bien el calor sofocante de Australia. La ganadora en Wimbledon 2017 sostiene que no ha habido ningún error en su pretemporada, y si bien es sabido, es una tenista que no acostumbra a la regularidad, compagina meses buenos con meses malos, pero debería analizar con su equipo que le falla en el arranque de la temporada. Garbiñe también es propensa a venirse abajo y cogerse una rabieta en medio de un partido cuando las cosas no le salen bien. De hecho en su último partido recibió un warning por lanzar un pelotazo del que se arrepintió enseguida, pero ese tipo de imágenes sobran. Quien más ha sufrido sus rabietas ha sido su entrenador, Sam Sumyk. Sonadas son sus contadas discusiones cuando este baja a la pista. Lo que está claro es que Garbiñe es capaz de lo mejor y de lo peor y quizás en unos meses la veamos ganar su segundo Roland Garros.
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