Análisis Balonmano Opinión

Cada vez más cerca, pero queda trabajo y algo más

Mucho ha cambiado nuestro deporte en las últimas dos décadas, a todos los niveles, tanto tácticos como físicos, pero sobre todo en este último aspecto. Hoy en día la mayoría de los equipos de élite o con cierta categoría, disponen de jugadores y jugadoras “fabricados” expresamente en el gimnasio con el objetivo de aportar fuerza y potencia a las acciones, pero ¿existen diferencias plausibles entre el balonmano masculino y el femenino? ¿qué ha cambiado? Vamos a intentar hacer un humilde análisis de estos aspectos.

El balonmano en sí mismo para nada cambia y son aplicables todos sus conceptos y metodología a ambos géneros. Los entrenadores aplicamos por igual los métodos técnicos, tácticos y físicos, si bien habría que puntualizar que los resultados no son iguales exclusivamente por las diferencias, llamémosles, anatómicas diferenciadoras entre ambos sexos.

Lo cierto es que el balonmano femenino ha crecido a pasos agigantados si nos retrotraemos a hace 10 o 12 años. La mejora en todos los aspectos ha sido considerable y ahora es cuando podemos asegurar que las diferencias con respecto al masculino son mínimas, e incluso en algunos casos, los han superado. En el balonmano masculino, y de unos años a esta parte, está primando mucho más, como antes decía, la fuerza y potencia y, sobre todo, la altura. Ahora nos encontramos con jugadores de más de 190 cm. mientras que en las féminas, si bien la altura es igualmente un aspecto a tener en cuenta, es más difícil localizar jugadoras que estén por encima de esa cifra. En los programas de detección de talentos suele primar la complexión física por encima de las habilidades técnico-tácticas, por el simple hecho de que estas últimas son susceptibles de enseñar y aprender, cosa que la altura y/o envergadura viene dada, digámoslo, genéticamente. Podremos estar de acuerdo o no con la manera de elegir —yo particularmente no estoy del todo de acuerdo—, pero es evidente que los equipos que disponen de jugadores o jugadoras con estas características, tienen un plus a la hora de enfrentarse a otros que no cumplan con esos ratios físicos.

Finn Lemke (Magdeburg – 210 cm) – Fotografía: EHFCL

Así pues, una de las diferencias constatables entre géneros es la “presencia física”, ya que en los hombres se ha apostado por explotar la “hipertrofia” y en menor medida en las mujeres. Estas desigualdades físicas nos llevan a destacar la quizás más evidente diferencia, que no es otra que la táctica. En todos los equipos “importantes” existe un componente táctico relevante aportado por el cuerpo técnico y que los jugadores desarrollan en mayor o menor medida. En el balonmano masculino la disciplina táctica muchas veces queda a un lado, y trasciende a acciones individuales, muchas veces aprovechándose de ese poderío físico al que antes aludíamos, mientras que en el balonmano femenino los aspectos tácticos tienen un componente mucho más marcado, auspiciados, lógicamente, por esa “carencia” física que hace exprimir más el cerebro a la hora de solucionar situaciones en momentos de partido. No por ello hay que pensar que la inteligencia cobra mayor protagonismo en el balonmano femenino, pero sí quizás un plus mayor de concentración en el juego colectivo. Un ejemplo evidente es la selección femenina de Noruega, donde no precisamente prima la altura, con jugadoras como Nora Mørk (167 cm), Stine Oftedal (168 cm), Veronica Kristiansen (172 cm) o Camilla Herrem (167 cm), y estoy mencionando a unas de las jugadoras más brillantes del panorama internacional y a la mejor selección el mundo de todos los tiempos. La conclusión a la que quiero llegar es que, considerando muy importante la antropometría en nuestro deporte, no la entiendo como indispensable. Siempre he pensado, y así lo he defendido, que la inteligencia tiene un componente definitivo neuronal (es de perogrullo) y no muscular, a pesar de que esto último ayuda y mucho. Lo óptimo sería la suma de ambas características, pero hay muy pocos jugadores o jugadores que cumplan con esta premisas, y podría hacer una lista importante que abarque estas dos décadas de balonmano, pero seguro que me dejo a alguno o alguna y, ya se sabe que, sobre gustos no hay nada escrito. Lo dejo a elección de cada lector.

Camilla Herrem (Noruega – 167 cm) – Fotografía: IHF

Resumiendo, podríamos concluir que las mayores diferencias entre géneros en nuestro deporte derivan en dos aspectos fundamentales como son el físico y el táctico. Altura, fuerza y potencia por un lado versus velocidad, táctica, elaboración. Ambos conviven y cada equipo tiene su propia idiosincrasia y debe adaptarse a los elementos humanos de los que dispone. Cada entrenador tiene la exigencia de buscar un equilibrio colectivo sumando todas estas características, sustituyendo las carencias por virtudes, pero siempre intentando buscar un objetivo de progresión y mejora tanto cuantitativa como cualitativa.

PD: Les voy a revelar una confidencia, el balonmano masculino me aburre cada vez más, me gusta más la imaginación del femenino, a pesar de que, seguramente, se observen más “errores” en este último, pero me quedo con mis valquirias, jejejeje. Igual es cierto aquello de que las mujeres son capaces de hacer más de una cosa a la vez, y nosotros no… ¡quién sabe!

I love this game!

Imagen destacada: Composición propia a partir de imágenes de la IHF.

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