Es muy común resaltar en el “mundo basket” la figura de entrenadores apretando al árbitro, dando tiempos muertos que más que eso parecen discursos dictatoriales y páginas especializadas debatiendo sus eternas jerarquías.
Los Božidar Maljković, Željko Obradović, Aleksandar Djordjevic, etc nos mostraron en numerosas ocasiones que el uso de la autoridad era el modus operandi y que ese era el método que llevaba al éxito.
En estos tiempos, emerge con fuerza una figura diferente. Un tipo tranquilo con el que nada tienen que ver sus formas con las descritas con anterioridad. Igor Kokoškov apuesta por el diálogo, por transmitir serenidad con su lenguaje no verbal y por dejar que los focos se posen sobre otros.
Pero el juego del equipo nada tiene que ver con el talante del “coach” asistente de los Utah Jazz. Eslovenia ha desplegado un juego vertiginoso capaz de convertir el partido en un correcalles en el que Dragic y Doncic campan a sus anchas. Un baloncesto atractivo para el espectador y divertido para el jugador. Un equipo alegre que desprende positivismo en cada acción. Me recuerda muy mucho a aquel Real Madrid de Pablo Laso en el que el denominador común era la alegría en forma de puntos.
Ha sabido liderar un grupo de “veteranos y nobeles” capaz de asombrar a Europa y al mundo.
Como ya emergió en su momento la España de Pepu, Eslovenia ha confirmado que la fuerza del grupo multiplica las individualidades de sus estrellas. Liderados de la mano de un Kokoškov que ha sabido asignar con acierto los roles necesarios para que la fuerza del equipo aumente exponencialmente en cada faceta mezclando talento con mano de obra.
Los eslovenos son la confirmación de que puede haber métodos que fomenten la creatividad del jugador (véase la Eurocopa que se han marcado Dragic y Doncic, por ejemplo) y que no encorseten al jugador en sistemas cerrados en los que no es posible tener poder de decisión propio.
La finalidad de cualquier método orientado al alto rendimiento es la misma: ganar. Pero el camino puede ser muy diferente.
Grandes “gurús” de la materia catalogan el liderazgo en numerosas escuelas en base a los diferentes comportamientos del líder. Kokoškov transmite como nadie aquella que se asocia al liderazgo silencioso. Aquel que busca el consenso y que delega el éxito en la fuerza del grupo. Quizá no aparezca como slogan de ninguna de ellas, pero la huella que deja será recordada y no solo en el país esloveno, sino en todo el “mundo basket”.
Enhorabuena a la selección eslovena de baloncesto por abrirnos al mundo un gran espectáculo.
Foto destacada: fiba.basquetball.
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