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‘Rutinafael’, qué bonita rutina…

A vosotros os fastidia cuando se os pega un chicle en la suela del zapato, ¿no? Es obvio, a mí me pasa lo mismo. A Lajovic, Daniel, Mayer, Dolgopolov, Rublev, Del Potro y Anderson, también. Estos siete, al igual que el resto del circuito, tienen que lidiar con los chicles que todos conocemos y con Nadal, que no sé qué es peor. Bueno, sí.

Rafa es como un chicle. Es como un chicle que se estira para llegar a bolas donde nadie llega o como un chicle que se pega a la valla de fondo para poner en duda los misiles de un sudafricano de más de dos metros de largo.

Sí, Rafa es como un chicle, pero uno de esos que, aunque rasques la suela del zapato o la raspes asiduamente con un bordillo, siempre te quedan rastros. Un ‘coñazo’, literal.

En este caso, se le pegó en la suela a Dusan Lajovic cuando el serbio le iba ganado 5-3 en el primer set para acabar perdiéndolo. Se le pegó a Taro Daniel al comienzo del segundo set, donde empezó la remontada. Se le pegó a Leonardo Mayer, que comparte historia con el japonés Taro. Se le pegó a Alexandr Dolgopolov el día de antes del partido, cuando el ucraniano supo que debía de jugar sí o sí contra Rafa. Se le pegó a Andrey Rublev en los primeros compases del encuentro, cuando el joven ruso se dio cuenta de la realidad y vio que su ídolo era mucho ídolo. Se le pegó a Juan Martín del Potro en el momento en el que sabía que iba a recibir un rosco en el segundo set y, lo que es peor, que eso no acabaría ahí. Y se le pegó a Kevin Anderson en la valla de fondo desde minuto uno al ciento cincuenta (fin del partido), negándole cualquier tipo de hueco al restar, hasta desesperarlo con su mejor arma.

Seamos realistas, tener enfrente a Rafa tiene que producir impotencia, reitero, porque es lo antagónico al resto de los mortales. Tiene pundonor, orgullo, hambre, físico, garra, humildad, talento, coraje… Bueno, ¿qué no tiene?

Pero entonces, si con 31 está jugando como casi nunca…

¿Por qué se tuvo que marchar del lugar que le correspondía?

¿Por qué se tuvo que marchar si todo rey debía tener su corona?

¿Por qué se tuvo que marchar si nadie lo luchaba como él?

¿Por qué se tuvo que marchar si era un espejo en el que todos se miraban?

¿Por qué se tuvo que marchar si encarnaba todos los valores del deporte?

¿Por qué se fue? Para VOLVER.

Porque para volver, primero hay que marcharse.

3 años y 45 días después volvió al número uno del ránking mundial, aunque lo seguía siendo, a pesar de que el ránking no lo reflejara.

Vuelve para sorprendernos, aunque nunca dejó de hacerlo.

Vuelve por su increíble dedicación.

Vuelve porque las leyendas nunca mueren.

Vuelve para decirle a sus críticos en la pista, que Rafael Nadal ‘morirá’ cuando él diga.

Vuelve por ser el primero y único en ganar diez veces un ¡¡¡Gran Slam!!! (Perdón se me ponen los pelos de punta).

‘5R’

‘’Hacer una acción de nuevo’’ o ‘’volver’’, es un significado oculto de su nombre. Habrá miles de definiciones de esta capacidad única, que se resume en repetir, retomar, retornar o regresar. Las ‘5R’. La ‘R’ que falta es la de ‘R’afael, su impulsor.

‘R’epite éxitos, como que ‘R’etoma Roland Garros, como que ‘R’etorna al número uno, como que ‘R’egresa de lesiones de manera triunfal.

Cualquiera de estas ‘4R’ le viene a Rafa como un grip blanco a una raqueta de tenis.

Sin lesiones, ¿hubiera necesitado otra casa?

Tiene el respeto de todos por todo lo que ha ganado, obviamente, pero también por su capacidad exclusiva de reinventarse. Es el jugador ‘top’ que más ha sufrido las lesiones y no se nota en su palmarés. Muchos se recuperan de lesiones, pero nadie así. A saber si no se hubiese tenido que comprar otra casa para los trofeos si las lesiones le hubiesen respetado.

Se levanta cada día con la pasión de mejorar, le da igual cuanto tiempo lleve haciéndolo, no se cansa. Como bien dijo ayer tras su victoria, el palmarés de Federer le da igual, él hace su carrera y a este ritmo y con cinco años menos que Roger, al igual el que tiene que preocuparse es el suizo. Nadal tiene un compromiso consigo mismo de superarse que, si la vida se lo permite, él no va a dudar en luchar por su Grand Slam número 17, 18 o 19 e igualar al maestro. O superarle. Es muy difícil, pero este chico ha eliminado la palabra ‘imposible’ de su vocabulario.

Reforzó su equipo con su gran amigo Moyá. Decisión tan acertada como las derechas paralelas con las que reventó a Del Potro hace unos días. Mejoró su saque, así como su revés. Es una versión más moderna, más agresiva. Se supo reinventar a tiempo porque era necesario para ganar y los ganadores sólo juegan para ganar.

Se adapta a las circunstancias y por eso ha vuelto a levantar un título en pista dura 3 años después, Doha (2014), cosa que nos hace soñar con el ATP World Tour Finals de Londres. Este ‘Masters’ es uno de los cuatro torneos que el de Manacor nunca ha ganado, junto con los Masters 1.000 de Shanghái, Paris y Miami. Esto no acaba aún y los objetivos amplían nuevas fronteras. Con su nivel actual y sin Murray, Djokovic, Nishikori, Wawrinka o Raonic, se antoja más que posible. Si Nole se lo permite, ya que únicamente le queda por ganar el oro olímpico y el Masters 1.000 de Cincinnati, puede volver a pasar los libros de historia como el primer tenista en ganar todo. ¿Por qué no? Creamos. Él va a seguir trabajando como hasta ahora, creamos.

La rutina de ganar. La rutina de Rafael.

No debemos caer en la ‘rutinafael’. Este término viene a ser la suma de dos palabras y a significar lo mal acostumbrados que Rafael nos tiene a los españoles de convertir sus triunfos en rutina. Es un concepto que ojalá ocurriese en todos los torneos. Sería buena señal, pero cuando no pase, no hay que darlo por muerto como se le dio hace bastante poco, recuerdo. Tanto él como Federer eran unos viejos que se tenían que retirar cuanto antes por lo alto, para no arrastrarse por las pistas. Ja-Ja. Con 31 y 36 años respectivamente, se han repartido este curso los 4 Grand Slam. Además, son número 1 y 2 del mundo y de la ‘race’. En 2007 ocurrió este hecho también, hace ya la friolera de ¡¡10 años!!

Las cosas inesperadas, si son positivas, no tienen precio. Y si con 19 años ganas un Roland Garros y pasas a ser el deportista número uno en popularidad en tu país, nunca te esperas que, con 31, Rafael esté superando a ese Rafita inigualable (hasta ahora). Verlo a este nivel es un regalo para nuestros ojos que hay que disfrutar, porque el pupilo del ‘Tío Toni’ no está acabado, pero desgraciadamente, la inmortalidad sólo existe dentro del recuerdo, no dentro de una cancha de tenis.

(Foto: Getty Images)

Ojalá todos los huracanes fuesen como Don Rafael Nadal Parera dentro de una pista de tenis. Sin provocar daño físico a nadie.

‘RUTINAFAEL’, qué bonita rutina…

 

Fotos vía: Getty Images

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