Análisis Psicología Deportiva

La Autoconfianza. La creencia que marca diferencias

En ocasiones, en las ruedas de prensa, comunicados o declaraciones a los medios informativos y periodistas ofrecidas por deportistas de élite, o por los entrenadores e integrantes de los cuerpos técnicos de equipos y entidades deportivas de diversas disciplinas y categorias, otorgadas al término de una prueba, partido o competición deportiva, se pueden escuchar expresiones o valoraciones en la linea de, p. ej. “…llegado a un momento del partido y ante un rival muy ordenado tácticamente nos ha faltado la confianza en nuestras capacidades como equipo y eso a mermado nuestro estilo de juego…”, “…en momentos clave del encuentro no he sentido la confianza suficiente en mis golpes para rematar los puntos y cerrar el partido…”, “…a estas alturas de la competición hemos llegado muy justos físicamente y eso ha podido afectar a la confianza en nuestras posibilidades de cara a llevarnos la eliminatoria…”, que muestran y revelan que la Autoconfianza, entendida como -la creencia y convicción personal de que es posible realizar de manera satisfactoria y plena una actividad, o bien, lograr ejecutar una determinada conducta deseada y orientada a cumplir una expectativa realista sobre un objetivo marcado previamente, reforzada por el conocimiento que tenemos sobre nuestras capacidades, preparación, habilidades y sensaciones en el momento de la prueba, además de, por nuestras experiencias, logros y aprendizajes previos obtenidos en tentativas y ejecciones anteriores en la práctica de la actividad- está estrechamente ligada al rendimiento y, por ello, puede ser y suele convertirse en factor clave y determinante en la consecución de los objetivos, tanto en disciplinas deportivas individuales, como en competiciones de equipo.

 Arriesgarse, por ejemplo, a ejecutar un golpe sumamente complejo, que requiere de gran precisón y destreza desde fondo de pista confiando en que con ello se obtendrá ese punto decisivo, o por ejemplo, disponer sobre el césped un dibujo táctico arriesgado, ofensivo y muy exigente físicamente pensando en controlar el juego y adueñarse del partido ya desde el pitido inicial, son muestras y/o supuestos que nos ayudan a comprender la relación que se puede establecer entre Autoconfianza y Habilidad para la Relajación Mental, Concentración y Manejo de la Presión (p. ej. en el primer caso), -el deportista ha optado por jugársela en ese instante del encuentro, porque se siente relajado, con mayor confianza al llevar enlazando varios juegos a su favor, ha detectado esa posibilidad al estar centrado en la disputa del punto e ignorar y anular pensamientos o estímulos distractores y, además, sabe como hacer para efectuar ese golpeo ganador porque lo entrena con asiduidad-; y entre Autoconfianza y la Toma de Decisiones, Estrategia Táctica de Juego y Resistencia Física (en el segundo supuesto, p. ej.), -el cuerpo técnico y los jugadores no tienen miedo de asumir ciertos riesgos defensivos al mostrarse seguros de sí mismos, tanto en la propuesta táctica como en su estado físico y capacidad de esfuerzo persistente y continuado durante un tiempo prolongado, porque confían en su trabajo durante las sesiones de entrenamiento y preparación para ese partido, ya se han enfrentado a ese rival en jornadas anteriores, han estudiado sus esquemas de juego y las posibles variaciones que suelen adoptar, y creen firmemente que ese planteamiento, el que han estado practicando durante la última semana y decidido adoptar finalmente, les reportará las ocasiones y oportunidades de gol necesarias para ganar o, al menos, tener la posibilidad de disputar el encuentro hasta el pitido final, porque su entrenador tiene la certeza de que sus jugadores persistirán en intentarlo hasta ese momento, confía plenamente en sus capacidades y, además, así se lo ha comunicado en varias ocasiones durante el tiempo de preparación.

Inherentemente a la conexión con estos aspectos citados, un nivel adecuado u óptimo de Autocofianza, alimenta e influye también sobre la Motivación del deportista que, orientando sus pensamientos hacia eventos positivos anclados a la idea de que si hace las cosas bien y pone en práctica durante la competición su gama de habilidades y destrezas alcanzará de forma eficiente el objetivo que se ha propuesto, prolongará e, incluso, reforzará la continuidad en la ejecución de conductas y asimilación de actitudes positivas que le lleven a conseguir una mejora en sus resultados en próximas competiciones, le permitirá intentar el progreso en su capacitación y dominio de destrezas, formular nuevos objetivos ambiciosos y realistas, podrá introducir nuevas dinámicas en las sesiones y ciclos de entrenamiento y, con ello, enfocar su potencial hacia la conquista de cotas más altas de perfección en la disciplina, exigencia y reconocimiento deportivo y social.

Además, es común que asociado al estadio óptimo de Autoconfianza, y a este nuevo plano de rendimiento o nivel de capacitación, el deportista puede experimentar o perfeccionar una serie de habilidades que le lleven a encajar los fallos y errores que pueda cometer, tanto en competición como en sus entrenamientos, como experiencias u oportunidades a estudiar y valorar en sentido positivo, favoreciendo con ello un refuerzo adecuado en su Autoestima, un aprendizaje y dominio de Estrategias de Afrontamiento ante situaciones difíciles y abversas -logrando recuperarse ante las mismas- y construir o forjarse un Estado Emocional más sólido y equilibrado. Por el contario, un desajuste en el nivel de Autoconfianza, ya sea motivado por falta o exceso, aunque con connotaciones diferentes para cada caso, lo que provoca suele ser una disminución en el rendimiento general del deportista consecuencia directa de aspectos diversos como: pérdidas de concentración durante la actividad, disminución de la capacidad de atención y aumento de los tiempos de reacción, imprecisiones en la ejecución de movimientos, titubeo en la toma de decisiones, reducción del grado de intensidad, tiempos y nivel de calidad en la preparación y de las sesiones de entrenamiento, aumento de estados y cuadros de ansiedad, entre otros.

  La Autoconfianza, se asemeja pues, a una locomotora imparable que lleva enganchados tras de sí multitud de vagones cargados de materiales altamente sensibles y complejas herramientas, que debiera ser guiado y conducido por un maquinista experto, al caso, un técnico deportivo capaz de establecer una relación eficaz y de confianza con el deportista, no solo dentro de un paradigma del profesionalismo y del entrenamiento deportivo de alta especialización y rendimiento, orientado a la obtención de resultados y victorias con desarrollo de funciones de táctico y/o gestor de personalidades, egos y talentos, sino también, ese tipo de relación eficiente y particular, enmarcada además dentro de una perspectiva psicopedagógica, debe buscarse en los perfiles de los técnicos encargados de guiar a los jóvenes deportistas en período de iniciación, formación y perfeccionamiento en categorías Base, desarrollando “funciones de amigo, organizador, buen comunicador, motivador” -Plata (1998: C1)-, conocedor también de aspectos evolutivos, con dominio en dinámica de grupos y nociones en psicología social de grupos y educación emocional. En esta línea, los estudios y propuestas también de -Sánchez (1996); Jiménez Fuentes-Guerra, Rodríguez López y Castillo Viera (2002)- (citados en González Campos, 2010:35-40) que apuestan por ese perfil de entrenador valorado tanto o, incluso más, por sus habilidades y capacitación como Educador como por su especialización y dominio de aspectos puramente técnico-tácticos orientados en exclusiva a la cosecha de resultados y éxitos inmediatos, puesto que, como apuntan Crespo, Balaguer (1994) “…la relación que se establece entre el deportista y su entrenador es de vital importancia, pues de ello depende en muchas ocasiones que el deportista sea capaz de dar lo mejor de sí mismo y de conseguir sus mejores resultados…”, aspecto que pone de manifiesto la necesidad de formación psicopedagógica de entrenadores y técnicos, así como la implementación de procesos formativos e informativos por parte de los clubes y entidades deportivas orientados a las familias, al configurar éstos, un triángulo fundamental sobre el que actuar al ser los principales agentes de influencia sobre el desarrollo, evolución y aprendizaje del deportista.

Fernando Capeáns Pazos.
Lcdo.Psicopedagogía / Dpdo.CC.Educación-Primaria.
Esp.Coaching Deportivo / Curso Máster Psicología del Deporte.

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