En la presentación de su RB13, Red Bull desafiaba a la suerte alejando los malos presagios y las connotaciones negativas que implica el número 13. A estas alturas de la temporada, ¿le habrá salido mal ese desafío a la suerte o han conseguido tener a la suerte de su parte? Si nos ponemos en la piel de Daniel Ricciardo este ritual ha salido a la perfección. El australiano está en racha y prueba el sabor del champán carrera tras carrera. Pero si nos ponemos del lado de Max Verstappen el ritual ha sido un fracaso. El holandés parece haber entrado en un bucle negativo del que no puede escapar.
No hay duda de que Red Bull tiene una de las duplas de pilotos más equilibradas de toda la parrilla: pilotos con nivel, con talento y de esos que cualquier escudería querría tener en sus filas. Pero el equilibrio no se está demostrando dentro del equipo en cuestiones de competitividad. Verstappen es el piloto que menos vueltas ha rodado en 2017. Sí, incluso menos que Fernando Alonso con el McLaren. Quién lo diría…
Pero el joven holandés ha entrado en una espiral de abandonos y mala suerte que parece no tener fin. Cinco abandonos en las últimas siete carreras (Bahrein, España, Canadá, Azerbaiyán y Austria) ya sea por problemas de fiabilidad, como en Montreal y Bakú, o por simple mala suerte como en la última carrera al verse envuelto en el accidente entre Alonso y Kvyat, en el que el ruso se llevó por delante al español y en consecuencia a Verstappen. El holandés vive su situación más complicada desde que llegara a la Fórmula 1 en 2015 y no piensa en otra cosa que en revertir la mala suerte.
Mientras la famosa sonrisa de Ricciardo brilla más que nunca. El australiano comenzó la temporada con mal pie cosechando dos abandonos en Australia y en Rusia, pero la ‘gira’ europea le está sentando más que bien. Desde el Gran Premio de España no se baja del podio (cinco consecutivos), incluso ha sido el único piloto capaz de arrebatarle la victoria a Mercedes y Ferrari, que venían turnándose el primer cajón del podio (tres victorias para Hamilton, otras tres para Vettel y dos para Bottas). Sí, fue en Bakú, en una carrera extremadamente loca, pero fue capaz de imponerse al resto y conseguir su primera victoria de la temporada. Al contrario que su compañero, el ‘aussie’ vive su mejor racha en el Gran Circo y quiere prolongarla acercándose a la cabeza de la clasificación. Aunque el Mundial se le antoja muy complicado -está cuarto a 64 puntos del líder Vettel y a 29 de Bottas que es tercero-.
En Red Bull nunca reina la “paz” y tampoco es oro todo lo que reluce. La escudería austriaca siempre ha sido acusada de tener favoritismo sobre alguno de sus pilotos y dejar en la cuneta a otros después de un ‘corto’ periplo con ellos. Por eso, ser piloto de Red Bull nunca ha sido fácil. Además de lidiar con la alta presión que implica estar dentro de la F1, tienes que ‘pelear’ por un sitio dentro de la escudería. Tener a dos pilotos con grandes aspiraciones dentro de tu equipo puede ser algo muy positivo o puede acabar de la peor manera posible. ¿Qué ocurriría si Ricciardo y Verstappen estuvieran luchando por el campeonato? Red Bull tiene un claro favorito. Desde que entrara en el mundo de la Fórmula 1, Verstappen ha sido el protegido. Max es el joven talento, con carácter, agresivo en pista y sin pelos en la lengua. A Red Bull le interesa que Verstappen esté en la lucha y Verstappen quiere luchar por el Mundial.
¿Será en 2018 cuando Red Bull tenga un coche ganador? Parece que la escudería seguirá apostando por Ricciardo y Verstappen como compañeros de equipo la próxima temporada y comprobaremos si pueden luchar por el Mundial. Ahí es donde veremos las costuras y hacia donde se inclina el equipo. Mientras, sin sitio en el primer equipo, pilotos como Carlos Sainz deben buscar un futuro o seguir ‘aguardando’ en Toro Rosso hasta que llegue su oportunidad en Red Bull.
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Imagen destacada: formula1.com
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