Análisis

Relato de una temporada histórica

Érase una vez un equipo humilde que se creyó, y que nos hizo creer, que lo imposible se podía convertir en algo más que posible. Tan solo bastaba con soñar en una cosa para que esta sucediera.

El sitio en el que tenía lugar la magia era un campo de fútbol situado en la ciudad costera de Vigo. Sin embargo, los hechiceros eran de todas las partes del globo terrestre. Los había de MoañaCatoira, Marín, Santiago de Compostela, CangasMos e incluso de uno de los barrios industriales de Vigo. Otros vivían algo más lejos, en localidades catalanas como Arenys de Mar, San Celoni, San Cugat del Vallés o Bañolas. Estos desembarcaran en el club olívico de la mano de Luis Enrique y les gustó tanto…que decidieron quedarse. También llegaron brujos procedentes de Chile, nacidos en poblaciones como Tucumán, San Joaquín Padre Hurtado. Hubo quienes escucharon noticias desde Estocolmo, Guadalupe, Chajarí, Isidro Casanova, Senegal, Novi Sad, SevillaDinamarca, Charleroi, Uganda o Estados Unidos y no dudaron ni un segundo en venir a Galicia a disfrutar de su pasión.

Al frente de todas estas fantásticas personas estaba un tal Eduardo Berizzo, quien conocía bien la casa. Hace unos años él mismo se calzaba las botas, se vestía de color celeste y saltaba al césped de Balaídos a defender la camiseta que tantas alegrías le dio, y le dará. Un hombre que acabó dejando el conjunto celeste al final de la temporada por, dicen las malas lenguas, querer tirar de una santa vez la puerta a la que había estado golpeando durante mucho tiempo.

La persona que mandaba sobre todos era Carlos Mouriño. El vigués podía asemejarse al antagonista de esta historia, pues quería llevarse al equipo de la ciudad que lo vio nacer a otro paraje en el que, según él, poder crecer como entidad. Resulta increíble, pero cierto, que meses antes llevara a cabo una campaña para unir a la ciudad y al club. Esperemos que esté bajo el hechizo de alguna meiga y recapacite más pronto que tarde.

En cuanto a la temporada, esta empezó con mucha ilusión entre los aficionados celestes, que veían como su equipo volvía a la competición continental diez años más tarde. Un hito que había sido posible gracias a la práctica de un fútbol atrevido y teniendo por protagonista al balón, la gran estrella de esta historia.

Por su parte, los jugadores querían disfrutar del momento. Eso sí, nunca dejaron de soñar con la final de Solna y nunca dejarán de hacerlo. Tras superar la fase de grupos y yendo de menos a más, el equipo fue superando rondas, con mucho fútbol y con mucha afouteza. Esa valentía que hizo que no se amedrentasen frente a rivales de talla mundial. Esa afouteza que hizo que todos lo aficionados creyesen en la remontada, que nos acompañó contra el Shaktar para luego dejarnos tirados en el minuto 96 de partido en Old Trafford. Ese coraje que permitió a Guidetti y a Beauvue levantarse tras el gran mazazo de la eliminación. Uno se pregunta qué hubiese pasado si llega a disparar a la portería de Romero y el otro qué hubiese sucedido si llega a impactar bien el balón con su bota. El esférico, siempre actor principal de este relato.

(Foto vía: @moinante1923)

El paso por la Europa League quedará en el recuerdo de mucha gente. No olvidarán los policías de Manchester la invasión de aficionados celestes que tomaron sus calles y las tiñeron de azul celeste. Esa afición a la que consideraron “de las mejores que han pasado por aquí“. Una hinchada que tendrá marcada para siempre el 11 de mayo de 2017. Una fecha en la que a punto se estuvo de hacer historia, más si cabe. Tampoco se olvidará el ‘fútbol de salón’ propuesto por Berizzo y que tan buenos resultados le dio.

En lo que se refiere a las competiciones nacionales, a punto se estuvo de alcanzar una nueva final de Copa del Rey. Tras eliminar en cuartos de final al Real Madrid, conquistando el Bernabéu, los celtiñas se midieron en semifinales al recién ascendido Deportivo Alavés. Quedando todo por decidir en Mendizorroza, el combinado vigués sufrió un duro revés, pues veía como un gol de Edgar echaba por tierra las aspiraciones a conseguir el que podía ser el primer título en la historia del club gallego. En LaLiga Santander se intentó aspirar a la clasificación europea hasta las últimas jornadas, pero siempre se vio a un equipo mermado por las rotaciones que utilizaba el campeonato regular para descansar y que terminó en un discreto 13 puesto con 45 puntos cosechados.

Dos casi finales en un año, demasiado duro para una afición que estaba acostumbrada a sufrir. Pero no todo se quedaría ahí. Los seguidores lograron superar, con muchas lágrimas, las eliminaciones en semifinales. También pudieron sobreponerse al terremoto provocado por Mouriño cuando sorprendió a todos con la decisión de llevar al club a fuera de Vigo, construyendo una nueva ciudad deportiva y un nuevo estadio. Sin embargo, muchos no pudieron aceptar la no renovación del ‘Toto’ y todavía no asimilan la contratación de Unzué. Personalmente deseo la mejor de las suertes a ambos y estoy seguro de que lograrán triunfar. El técnico argentino porque es de los mejores entrenadores del fútbol actual y el navarro porque cuenta con la baza de la afouteza.

Cabe volver a hacer mención al protagonista de esta narración, el balón, ese que algún día nos permitirá tirar la maldita puerta abajo. Y cuando eso suceda, también será mérito de Eduardo Berizzo y de todos los jugadores que soñaron y que creyeron fielmente en llegar a Solna o al Vicente Calderón. Todas las historias terminan en final feliz, pero esta es especial. Nuestra historia, la del Real Club Celta de Vigo, aún está por escribir. Estas solo son las bases de los primeros hechizos. La auténtica magia aún está por llegar.

Imagen destacada: as.com

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