Imagínense un jugador que es fichado como una gran promesa para dirigir un equipo que parece a la deriva. Debido a varias situaciones producidas en el equipo, dicho jugador es pitado por los más exigentes (o menos pacientes) de la grada. Ahora imagínense que ese jugador revierte la situación y es adorado por la grada.
Esta historia, podría ser la de muchos jugadores que han pasado por cualquiera de las grandes ligas. Es algo habitual que los aficionados no tengan demasiada paciencia con sus jugadores (sobre todo en algunos equipos).
Sin ser la afición atlética sospechosa de perder pronto la paciencia (a las pruebas hay que remitirse), Raúl García Escudero consiguió ser amado por una afición que exige a sus jugadores solamente dos palabras: «Coraje y Corazón». Y si hay que hablar de Coraje y Corazón, nadie mejor que Raúl García para explicarlo.
Empezando por el principio, se podría decir que Raúl García llegó al club del Manzanares como la solución a los problemas de juego del equipo. Parecía que sería el medio centro organizador, el goleador que era en Osasuna y además, llevaría el timón del equipo (Una especie de dénmela a mí y despreocupense). Pues no. Raúl no engañó a nadie que le hubiera visto anteriormente, el problema radicó en que tuviera que realizar cosas para las que no estaba dotado.
Con la llegada de Simeone, se vio al mejor Raúl García en el campo, aunque realmente, fuera de él, siempre se vio al mismo Raúl. Implicación siempre, en las buenas y en las malas. Muchas veces pudo jugar mejor, pocas veces pudo dar más. Ese respeto que Raúl mostró por el equipo, se lo devolvió la grada. De ser un jugador respetado, pasó a ser un jugador amado, y sólo un motivo pudo llevarle a eso … Trabajo, trabajo y trabajo (Es cierto, que la decisión de Simeone de acercarle al gol, ayudó).
Y ahora, que Raúl jugó el último partido en el Calderón, qué fue vitoreado por la grada, que respetó el escudo («Y usted no pise ese escudo») es cuando más se le echa de menos. Raúl es el corazón de un equipo, en este caso, el corazón del Atlético de Madrid, esté o no esté en la plantilla. Porque si hay un jugador que encaja perfectamente con los valores de este club, es él. Y si hay alguna historia de algún jugador que encaje mejor con los valores de este club, es la suya.
Por ello, siempre eterno, Raúl García Escudero.
Foto vía: atleticodemadrid.com
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