Opinión

Lágrimas de orgullo

Se acabó el sueño y toca volver a la realidad. El pasado jueves caíamos eliminados en el partido de vuelta de las semifinales de la Europa League, y dolía.

Dolía porque lo habíamos dado todo. Dolía, claro que dolía, porque los jugadores se habían dejado la piel en el campo, y la afición las gargantas en la grada. Dolía porque, una vez más, el fútbol era injusto con un equipo que merece la gloria. Con un club que llevaba años montando el proyecto que hizo que esa noche se jugasen el pase a la final en Old Trafford.

La jugada que pudo cambiarlo todo (www.moiceleste.com)

El teatro de los sueños, que a pesar de no llevarnos a nuestra ansiada final, tampoco se convirtió en pesadilla. Es posible que muchos soñemos todavía con ese balón de Cabral para Beauvue y de Beauvue para Guidetti. Imaginándonos que la jugaba acaba diferente. Que Beauvue lanza a portería y marca el gol de la victoria, o que Guidetti la engancha bien y nos lleva a la final de Solna. Y pasarán los días, meses y años, y probablemente cerremos los ojos y sintamos lo mismo que sentimos en esas milésimas de segundo que duró esa jugada, en el último minuto de la semifinal.

Pero por mucho que deseásemos que ese balón entrase, no hay ni un solo reproche. Como he leído por ahí, si hubiese entrado y estuviésemos en la final estaríamos más contentos, pero no más orgullosos de este equipo. Porque estar más orgulloso es imposible.

Afición del Celta en Old Trafford (www.farodevigo.es)

Porque, ¿qué os voy a decir yo? Si lo sabéis bien vosotros. El celtismo entero lo sabe. Sabemos lo que es ser del Celta, sabemos lo que es este equipo, lo que nos hace sentir. Todos lloramos esa noche en Old Trafford, aunque algunos no estuvierais allí, estabais con todos nosotros. Fuimos 2.500 gargantas que cantamos por todo el celtismo. Que silenciamos el teatro de los sueños. Que dimos ejemplo de deportividad, de afición, y que enseñamos a todo el mundo lo que es el celtismo. Lo que es la afouteza.

Esa noche lloramos, pero lloramos todos. Y lloramos juntos. Fue una mezcla de emociones la que nos inundó tras el pitido final aquella noche. A nadie le extraña que lloviese en Vigo esa noche. La adrenalina de los últimos minutos y las ocasiones, se juntó con toda la rabia y tristeza que daba el quedarse a las puertas de una final europea. Rabia porque habíamos sido superiores, porque merecíamos ese gol que nunca llegó. Rabia porque el fútbol, una vez más, nos la jugaba. Sabíamos que no era justo, sabíamos que merecíamos más.

(www.abc.es)

El celtismo se hizo pedazos por un momento, las lágrimas de toda la afición y jugadores representaban lo que ser de este equipo significa. Lo que es ser del Celta de Vigo. Ninguno de nosotros se sintió solo esa noche tras el pitido final. Sabíamos que nuestras lágrimas eran conjuntas, que todos estábamos igual, y que siempre íbamos a estar. Los celtistas desconocidos se convirtieron en hombro en el que llorar, en consuelo. Y el celtismo, a escasos segundos de romperse, se levantó. Se levantó más fuerte para aplaudir y alentar a su equipo, aunque todo estuviese perdido ya. Aunque ya estuvieran eliminados. Ovaciones y cánticos para unos jugadores y un entrenador que hicieron a toda una afición soñar e ilusionarse más que nunca.

Un grupo de amigos, como dice Aspas, que hicieron historia. Un grupo que es más que un mero equipo de fútbol. Un grupo que en menos de diez años pasó de casi descender a Segunda B a jugar unas semifinales de una competición europea, y perderlas jugando mejor que el rival. Un grupo que sabe de dónde viene y a dónde va.  Que en esta misma temporada, alcanzó la permanencia en La Liga sin mayores problemas y llegó también a las semifinales de la Copa del Rey, cumpliendo en las tres competiciones que jugaba con creces.

Sin duda, duele. Dolía en Old Trafford y aún sigue doliendo. Pero es un dolor silencioso, porque el orgullo que sentimos todos los celtistas es insuperable. No podemos hacer otra cosa que dar las gracias a esta plantilla de jugadores, al cuerpo técnico y a todas las personas que han hecho posible este sueño. A todos los que han hecho historia a nuestro lado.

Gracias a Sergio, a Hugo, a Iago, a Jonny, a Rubén, a Pape y a Iván Villar. Gracias a Roncaglia, a Cabral y al Tucu. Gracias a Lemos, a Jozabed y a Hjulsager. Gracias a Sisto, a Wass, a Fontàs, a Sergi, a Radoja, a Beauvue, a Rossi y a Guidetti. Gracias también a Planas, a Señé, a Marcelo y a Bongonda. Y gracias a Eduardo. Toto, sin ti todo esto no habría sido posible. Tú has hecho que soñemos con esto y tú has hecho que se haga realidad. Tú eres el culpable de que el sueño y el soñador se encontrasen, y ojalá nos sigas haciendo soñar.

Pero, sobre todo, gracias al celtismo. Gracias por no dejar solo al equipo. Gracias por creer hasta el último minuto. Gracias por llorar a mi lado, por dejarme formar parte de esta gran familia. Gracias por enseñar lo que es afouteza. Gracias por acompañar al Celta en esta aventura por Europa y gracias porque sé que seguiréis ahí a pesar de todo.

Volveremos (www.noticiasdeguipuzkoa.com)

“Lloramos, pero cuando se sequen las lágrimas seremos más fuertes. ¡Hala Celta!” – John Guidetti.

Imagen vía: www.atlantico.net

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