El próximo domingo 30 de abril se disputará en la ciudad del Pisuerga la final de la Copa del Rey de rugby entre Silverstorm El Salvador y U.E. Santboiana.
Así, a bote pronto e imprevisible del oval, podría parecer una final de la Copa del Rey de rugby más. Pero no es así, puesto que este frío enunciado que pretende ubicar en el espacio y en el tiempo ese partido se llena rápidamente de grandeza y debe escribirse sin lugar a dudas con H mayúscula.
H de historia, puesto que por segundo año consecutivo la final se disputará en un campo en el que habitualmente se juega al fútbol y que permitirá a nada más y nada menos que 26.000 personas recrearse y disfrutar, en cuerpo y alma, del deporte rey.
Con H de históricos, puesto que los dos clubes que se enfrentarán aparecen por mérito y valor propio en la hemeroteca oval, sumando títulos, días de gloria y terceros tiempos de noble celebración.
Una final que será histórica porque por primera vez la organización ha corrido a cargo de una plataforma, RUGBYA, formada por dos equipos, eternos rivales (Silverstorm El Salvador y VRAC Quesos Entrepinares), pero que predican los valores del rugby con el ejemplo de una entidad que busca que nuestro deporte adquiera la importancia y el valor que merece.
Y permítanme que resalte con la majestuosa H que forman los palos que asemejan la puerta de entrada al castillo que es la zona de marca, para calificar de histórico que, después de una penosa cobertura por parte de rtve (en minúsculas de momento hasta que se ganen las mayúsculas) de la participación de España en el Seis Naciones B, Teledeporte vaya a dar en vivo y en directo el enfrentamiento.
Pero esta final necesita también transmitir que la noble batalla que tendrá lugar debe escribirse con V.
V de Valladolid, como ciudad que apuesta por un deporte noble, en la que el rugby va creciendo cada día en forma de nuevos clubes con un dignísimo y precioso trabajo (Cub de Rugby Arroyo) y que está consiguiendo que sus patadas lleguen a la geografía rural de la provincia, albergando incluso partidos del XV del León.
Pero todo lo escrito no tendría sentido si ese día, desde que arranque la fan zone y los primeros aficionados lleguen a los aledaños del José Zorrilla, los Valores no consiguen reinar en la grada y en el campo. Porque solo ese será el mejor escaparate para nuestro deporte y solo ese será el mejor legado que quedará en la cabeza y en el espíritu de los muchos niños que se acercarán emocionados a ver el partido.
Hagamos entre todos de la final de copa una fiesta auténtica y coherente.
¡Dios salve al rugby!
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