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El Celta es de Vigo

El presidente del Celta, Carlos Mouriño, ha tomado la determinación de que el Celta se marche de Vigo. Así lo ha hecho saber en un encuentro digital con aficionados celestes, insistiendo en que se trata de una decisión irreversible y firme.

Mouriño ha asegurado que la decisión se toma “tras ocho años luchando por un crecimiento del Celta que se ha frenado desde el Concello de Vigo“. Ha sido especialmente crítico con Abel Caballero, a quien culpa de poner trabas al club, impidiendo así su desarrollo y estabilidad. El alcalde vigués, por su parte, había ofrecido recientemente una concesión de 50 años del estadio de Balaídos al Celta y la explotación comercial de tres de sus gradas, a cambio de un canon (sobre un millón de euros al año) que Mouriño considera excesivo y lo que le ha llevado a rechazar la propuesta.

En lo que se refiere al porvenir del club, el presidente tiene en mente construir un nuevo estadio y una nueva ciudad deportiva en un municipio limítrofe con Vigo, dentro de su área metropolitana. El coste total rondaría los 70 millones de euros (50 millones el estadio y 20 la ciudad deportiva) y sería viable según los pronósticos de Mouriño. Ante esta situación, la alcaldesa de MosNidia Arévalo, ha declarado que su municipio “tiene posibilidades de albergar al Celta”. Tiempo atrás, Arévalo aseguró que habían enviado una propuesta formal al equipo vigués en la que ofrecían los terrenos necesarios para acoger las instalaciones. Sin embargo, viendo la repercusión que han tenido las palabras de Carlos Mouriño, no sería extraño que más localidades se mostraran dispuestas a ser la nueva sede del club celeste.

Lo cierto es que parece realmente difícil hacerse una idea de lo que deparará al Celta su futuro más próximo. Por una parte, se espera una reacción institucional a gran escala ante el órdago que plantea el máximo accionista celeste. El equipo de gobierno de Vigo no está por la labor de perder a su gran emblema deportivo, más si cabe después de gastarse casi 7 millones de euros en la reforma integral de Balaídos, presupuestada en 30. Tampoco quiere perder a un icono de la localidad, que lleva el nombre de Vigo por todo el mundo y que tiene un gran impacto en las arcas municipales.

Resulta irónico que la misma persona que, por agosto de 2015 se mostraba “ilusionado y eufórico” ante el proyecto de transformación del campo, ahora critique las muchas deficiencias en la obra que se está llevando a cabo en el estadio. Si bien, no es el único que ha dado marcha atrás en sus pretensiones. El mismo día que se firmaba el convenio entre el Concello de Vigo y la Diputación de Pontevedra, Abel Caballero mostraba su apoyo al proyecto de ciudad deportiva del Celta y aseguraba que “el Concello lo tramitará con celeridad“. Pero claro, estábamos en año de elecciones y era muy pronto todavía para romper las promesas electorales.

Firma del convenio entre Caballero y Louzán, en presencia también de Carmela Silva, Carlos Mouriño, Figueroa y Marta Iglesias. (vía @Farodevigo)

Cabe recordar que en 2007, con la llegada de Mouriño a la presidencia, la entidad debía 85 millones de euros, que al final se quedaron en 30 después de varias quitas. En la actualidad, el Celta no tiene deuda y aporta unos beneficios anuales de unos 14 millones. A pesar de estas ganancias, se asemeja complicada la financiación de la obra que se pretende llevar a cabo. Probablemente se buscaría un patrocinador que le diera nombre al hipotético estadio, lo que haría que el Celta perdiera, más si cabe, su identidad. Esa que, allá por los finales de la década de los 20, se fraguaba en las mentes de Domínguez, De Castro, Alejos, Mella y Posada, quienes dieran el primer paso para la construcción del estadio de Balaídos. Un recinto que siempre ha ido de la mano del Celta, al igual que la ciudad de Vigo.

Una gran parte de los aficionados se muestran reacios a la posibilidad del traslado, por comodidad, pues muchos ya no podrán ir andando. Aunque principalmente lo ven como una pérdida de identidad del club, que siempre ha estado ligado a su ciudad, que le ha dado parte de su nombre. Por otro lado, hay aficionados que están de acuerdo con Mouriño y quieren tener la posibilidad de adquirir un estadio en propiedad para, siguiendo con el discurso del presidente, dotar de arraigo y patrimonio a la entidad. Ante esta situación, se debería de consultar a todos los socios, abonados y peñistas antes de tomar una decisión de tal magnitud.

Todo esto llega apenas una semana antes del partido más importante de la historia reciente del Celta, el encuentro de ida de los cuartos de final de la Europa League en el que se medirá al Genk. Ante el frente que se ha abierto debemos permanecer unidos y dejarnos la garganta animando a los jugadores. Tenemos que disfrutar exclusivamente del fútbol mientras sea posible y hacer de Balaídos una olla a presión. Ya trasladaremos esa caldera a las calles para defender lo que es nuestro, pues no hace falta ser de Vigo para ser celtista, pero el Celta es de Vigo. Ahora que está muy de moda hablar de los valores, cabe recordar que siempre seremos un club humilde allá a donde vayamos, pero siempre seremos el Real Club Celta de Vigo.

Imagen destacada: @celtahistoria

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