Crónicas

Condenados permanentemente a la inoperancia y la crispación

El Málaga, para variar, volvió a perder un partido en casa. El otrora fortín de La Rosaleda ha pasado a ser un sumidero de puntos para cualquier equipo que pase por allí, y el Atlético de Madrid no tuvo que hacer demasiado para aprovecharse de ello. El Málaga sigue disparándose en el pie y lo peor es que pocos signos de esperanza se ven ya en el horizonte.

Si hay una imagen que se viene repitiendo en esta Liga Santander desde hace ya varios meses, es la del aficionado malaguista que sale del estadio La Rosaleda con cabeza gacha y cara de derrota mientras los puntos vuelan para el destinatario del equipo visitante de turno. Ya puede ser un equipo de la zona baja como el Real Betis, uno de la zona media como el Deportivo Alavés o uno de la zona alta como el Atlético de Madrid. Eso, visto lo visto, da exactamente igual. Y es más, dada la situación de depresión y cortocircuito en la que lleva instalado el Málaga desde que se marchó Juande Ramos allá por el mes de diciembre, seguramente se podría aprovechar de la misma cualquier peña de aficionados de categoría amateur, con todos los respetos. Al final, las reiteradas victorias visitantes en La Rosaleda se están produciendo más por deméritos del equipo local que méritos del visitante. Así de triste es la realidad malaguista actual y lo peor es que con la clasificación en la mano y los partidos que restan de aquí a final de temporada, la cosa tiene una mala pinta terrible.

La Rosaleda colgaba el cartel de no billetes ante la visita del cuarto clasificado de la Liga, que gracias a su triunfo asciende momentáneamente a la tercera posición. El Málaga en otros años siempre plantó cara y sacó puntos constantemente a este equipo, pero la triste imagen que ha dado en este encuentro poco tiene que ver a la de aquellos equipos malaguistas que eran mucho más entregados y respetuosos con el histórico escudo que portan en el pecho. El Atlético ni siquiera tuvo que esforzarse para llevarse unos tres puntos que hacía tiempo que no conseguía en este escenario. Le bastó con plantar su habitual entramado defensivo contra el que se estrellaba una y otra vez un equipo malagueño que vive en asía permanente y ahogado en su propia impotencia. De esta forma, y en un par de lances aislados en los que pudo acercarse con peligro real a la portería de Kameni, marcó los goles que le hicieron falta para llevarse la victoria. Tan simple como ese es el resumen que puede realizarse de este partido.

Y eso que el equipo colchonero llegaba a La Rosaleda con bajas notorias y numerosos jugadores que habían gozado de poco descanso debido la carga de partidos internacionales. El Málaga, que incluso forzó la entrada de Sandro en el equipo titular, entre algodones en estas dos semanas de parón, podía parecer que tenía una buena oportunidad de cortar la dinámica negativa y de paso llenarse de moral para el importante partido del miércoles en el Molinón. Pero su propia inoperancia fue su peor enemigo en este encuentro, mientras que el Atlético sólo tuvo que esperar a las únicas oportunidades que tuvo para, con una efectividad total y propia de alguien que lucha por objetivos importantes, dejar en evidencia a una defensa que da igual lo poblada que esté, porque sigue pagando demasiado caro los errores que tiene. A ello se le une un Kameni que, definitivamente, ya no es el portero decisivo que llegó a ser hace no demasiado tiempo, por desgracia para los malaguistas.

Ricca, Llorente, Koke y Savic: Foto Málaga Club de Fútbol

Míchel sacó una línea de cinco defensas, algo que no se veía desde aquel partido de la primera vuelta en el Camp Nou con Juande Ramos en el banquillo donde se obtuvo un meritorio empate. El entrenador madrileño ubicó a Luis Hernández, Llorente y Miguel Torres actuando como centrales y a Rosales y Juankar como laterales. Pero esta decisión del técnico de reforzar la retaguardia ya empezó a sufrir complicaciones desde el principio del encuentro, con la lesión de Miguel Torres tras ser arrollado por Savic en uno de los primeros lances del choque. De sobra es conocida la intensidad empleada por el Atlético de Madrid forzando situaciones al límite del reglamento, y esto supuso un gran contratiempo para Míchel porque tuvo que sacar al polivalente jugador madrileño y sustituirlo por Ricca, que se desenvuelve mejor como lateral que como central, perdiendo solidez defensiva en la línea de centrales y gastándose además un cambio cuando no se llevaban más que quince minutos disputados.

José Rodríguez y Camacho llevaban el timón del equipo junto a un Pablo Fornals que no suele funcionar bien de manera tan retrasada. Con tantos jugadores poblando la defensa y el mediocampo, las bandas malaguistas no tenían tanta relevancia en esta disposición táctica y Keko estaba en esta ocasión ubicado más cerca de Sandro en una búsqueda de compenetración entre ambos que casi siempre era desbaratada sin problemas por el Atlético de Madrid, aunque a decir verdad llegaron a cuajar un par de intentos en estos primeros minutos que quizás podrían haber cambiado el signo del partido. Y en ambos casos, Keko acabó en el suelo, primero por una falta de Savic que el árbitro no señaló ante el enfado de Míchel desde el banquillo, y después por un más que posible penalti de Oblak del que también se desentendió el colegiado. La Rosaleda empezaba a crisparse ante el criterio del colegiado canario Trujillo Suárez, y la cosa a partir de ahí no hizo más que ir a peor para los intereses malaguistas.

Al minuto 26, prácticamente en la primera ocasión clara que tuvo el Atlético, llegó el primer tanto del encuentro. Fernando Torres, al que Simeone no tuvo más remedio que darle la titularidad a pesar de los evidentes problemas que parecen existir entre ambos por las bajas sensibles arrastradas por los atléticos como la de Gameiro, se intentó internar en la poblada defensa malaguista de cinco hombres y entre Luis Hernández y el recién entrado Ricca lo evitaron cometiendo falta sobre él, pero esta no fue señalada por el colegiado y el balón suelto lo aprovechó un rápido Koke que le robó la cartera a Llorente y batió a Kameni por bajo. He aquí el resultado de disponer de una defensa de cinco. De todas formas, a ningún malaguista le debe extrañar ya a estas alturas el pobre nivel defensivo del equipo. Únicamente Luis Hernández, el mejor fichaje de invierno malaguista, suele rendir a gran altura siempre, pero claramente echa en falta el que sus compañeros sean igual de contundentes y efectivos que él. El Atlético se adelantaba en el marcador en La Rosaleda con lo mínimo, sin haberse bajado aun prácticamente del autobús.

Si al Málaga ya le costaba crear peligro real en igualdad en el marcador, encontrándose ahora por detrás del mismo desde luego el panorama se le presentaba bastante negro. Lo intentó aún así de numerosas formas, con los clásicos saques de banda potentes de Luis Hernández que por increíble que parezca suelen ser el recurso para crear mayor peligro en el área del que dispone este Málaga, con numerosos saques de esquina completamente malgastados no importa quién los tirase, con centros largos de Juankar y Rosales, con intentos de internada de Keko y Sandro que permantemente se estrellaban contra la misma pared, y en definitiva, con mucha presión pero poco criterio e imaginación al llegar a la última línea de pase. Para el Atlético, un equipo fundamentado en defender de manera férrea y salir a la contra desde que el Cholo Simeone lo entrena, era un juego de niños contener a estos jugadores que viven en crispación permanente. Y así se llegó al descanso, con la pitada generalizada de toda La Rosaleda, un Atlético cómodo con ventaja a su favor y un Málaga totalmente impotente e inoperante.

Recio reapareció tras su lesión: Foto Málaga Club de Fútbol

En la segunda parte, tras quince minutos estériles en los que los malaguistas se daban una y otra de vez de bruces contra su propia desgracia, Míchel intentó dar otro aire al equipo quitando del campo a José Rodríguez, que empezó muy bien tras su fichaje pero en los últimos partidos se ha venido diluyendo como un azucarillo, para dar entrada a un Recio que reaparecía tras su aparatosa lesión en El Sadar del mes de enero y que le costó fractura de brazo e intervención quirúrgica. Todavía con un protector que evidenciaba la herida de guerra de aquella batalla, el malagueño intentó darle un mejor sentido a un juego tan desordenado y poco inquietante, a la vez que cambió también el sistema a una línea de cuatro con Juankar algo más adelantado. Pero una y otra vez el Málaga seguía ahogándose en la misma orilla, y la más clara ocasión de nivelar el marcador la llegó a tener en un saque de esquina botado por Sandro que la puso bien al ya mencionado Juankar, pero éste enganchó una volea con demasiada altura para lo que realmente se requería en ese momento.

Míchel gastó su última bala sacando a un insistente pero desacertado Keko por Michael Santos, inédito hasta ahora con Míchel. Con el uruguayo se pasó a tener dos referencias ofensivas puras arriba, claramente buscando el gol que le permitiese al menos sumar ante un difícil rival. Pero lo que llegó sin embargo fue el tanto de la sentencia del Atlético, que salió de su estado contemplativo de manera momentánea para ver si podía volver a arañar algo como ya hizo en la primera parte, y vaya si lo consiguió. Exactamente fue a través del mismo Fernando Torres que tan decisivo fue en la jugada de gol del primer tiempo y que en esta ocasión, queriendo desbordar ante la presión de la defensa malaguista, le salió casi sin querer un centro a Filipe Luis que, a la espalda de los zagueros del conjunto albiceleste, sorteó a Kameni en el borde del área pequeña con un balón picado que se coló en la meta del camerunés. Con apenas dos ocasiones para el Atlético en todo el partido, el marcador iba 0-2. Y mientras, el Málaga había estado estrellándose con la misma muralla una y otra vez. Menuda diferencia de efectividad entre un equipo y otro.

Faltaban quince minutos y el partido estaba ya demasiado cuesta arriba, por lo que el Atlético, con los deberes hechos, hizo una lógica bajada de intensidad. Y esto lo aprovechó el Málaga para, de una tacada, disponer de todas las ocasiones que prácticamente no había tenido en los 75 minutos anteriores cuanto más cerca se encontraba de haber podido puntuar, aunque si hubiese enchufado alguna de estas también podría haberlo logrado igualmente. Ahí apareció la figura de Oblak, que hizo lo que Kameni últimamente ya no hace, ser decisivo en lo suyo y dejar su puerta a cero. Atrapó bien una ocasión de volea de Sandro, y también otra de Michael Santos, que además lo volvió a intentar con un fuerte tiro desde la frontal que el portero esloveno desvió a saque de esquina. Y de saque de esquina llegó también una clara ocasión a la cabeza de Llorente, que se fue fuera por poco. Rosales también lo intentó un par de veces, en una de ellas pecando de egoísta al encontrarse Michael Santos en mejor posición.

Míchel en el partido: Foto Málaga Club de Fútbol

Pero el resultado ya no se movió y el Málaga quiso conseguir en quince minutos lo que no había hecho hasta entonces, siendo la ansiedad y la desesperación su peor enemigo ante un Atlético de Madrid cómodo que nunca vio peligrar el partido de manera real (salvo quizás al final) y duerme en tercera posición momentánea a la espera de lo que haga el Sevilla frente a un Sporting de Gijón que es la mayor amenaza clasificatoria del Málaga ahora mismo. Es el triste sino de un Málaga que ve pasar una jornada más en esta pesadilla de temporada, con una derrota más en el casillero, y de hecho son ya las mismas acumuladas en La Rosaleda como victorias había conseguido hasta ahora allí, las únicas de todo el curso porque este equipo a día de hoy sigue sin saber lo que es ganar fuera de casa.

Lejos queda ya aquella primera vuelta en la que La Rosaleda era un estadio inexpugnable con Juande Ramos en el banquillo, el mismo Juande al que buena parte de la afición malaguista no quería porque supuestamente ganaba los partidos por pura suerte. Pues es precisamente esa suerte la que ahora le va a hacer falta en cantidades industriales a este equipo completamente roto y hundido, que va a la deriva y vive en el constante temor de que sus perseguidores de la zona baja de la clasificación decidan alcanzarle o no. Míchel tiene una gran papeleta encima y se la juega el próximo miércoles en El Molinón, en un partido decisivo para el devenir malaguista en este final de temporada. Y todavía habrá gente que seguirá pensando equivocadamente que los auténticos “pupas” del fútbol español son los que hoy vestían de rojiblanco en vez de los que vestían de albiceleste con pantalón azul. Lo del Málaga sí que es sufrir y lo demás son tonterías.

Ficha técnica

Málaga C.F.: Kameni, Rosales, Llorente, Luis Hernández, Miguel Torres (Ricca, m. 15), Juankar, Camacho, José Rodríguez (Recio, m. 60), Pablo Fornals, Keko (Michael Santos, m. 72), y Sandro.

Club Atlético de Madrid: Oblak, Juanfran, Savic, Lucas, Filipe Luis (Giménez, m. 88), Thomas (Correa, m. 53), Gabi, Saúl, Koke, Griezmann (Godín, m. 84) y Fernando Torres.

Goles: 0-1: Koke (m. 26). 0-2: Filipe Luis (m. 74).

Árbitro: Trujillo Suárez del colegio canario. Amonestó con tarjeta amarilla a los malaguistas Recio (m. 76) y Juankar (m. 76) y a los atléticos Lucas (m. 19) y Savic (m. 31).

Incidencias: Partido de la jornada 29 de la Liga Santander de Primera División celebrado en el estadio La Rosaleda con una asistencia de 26.912 espectadores.

Foto Destacada: El Desmarque

Me pueden seguir a través de mi twitter personal @AdriCanLoz. También pueden seguir toda la información y actualidad en @sextoanillo, en www.facebook.com/sextoanillo, en nuestro Instagram: sextoanillo y toda la actualidad malaguista en @sextoanilloMCF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *