Recuerdos de la última celebración oviedista en las inmediaciones del Tartiere, la de su nonagésimo aniversario.
Cuando me levanté aquel sábado del mes de marzo, desde primera hora de la mañana, supuse que sería un día muy distinto. Tenía algo especial. La primera sensación que tuve fue la de saber que la jornada de aquel sábado iba a ser distinta. Íbamos a celebrar un cumpleaños distinto, el de un club deportivo. Otro año más, otra vez allí. Había muchas ganas de llegar a los noventa años.
La primera señal fue el mirar al cielo. Despejado, soleado, de un color azul radiante. Recuerdo que a eso de las doce del mediodía pusimos rumbo a la capital de Asturias. Cuando llegamos, aparcamos tranquilamente y pusimos rumbo al feudo, al Carlos Tartiere. Desde la parte de arriba del aparcamiento exterior se podía ver ya a un buen número de personas. “Menuda hay montada hoy aquí” me dijo un amigo, que se estrenaba en una fiesta de este tipo.
Bajamos las escaleras que dan acceso al estadio, y ya se respiraba, cada vez más fuerte, un ambiente festivo, de celebración. Cuando llegamos al aparcamiento exterior del Tartiere, las diferentes peñas del Real Oviedo ya se encontraban celebrando lo que era un día muy especial. Después de la comida, llegó la entrega del trofeo al oviedista del año. Y, un rato más tarde, después de haber gritado multitud de canciones oviedistas, apareció una de las personas más queridas del club.
Arturo Elías hizo acto de presencia en aquella carpa, y la locura fue total. Todos nos hicimos fotos con él, todos buscábamos esa instantánea con un hombre muy querido por el oviedismo. Llegó, habló, se llevó una ovación increíble y un auténtico baño de masas antes de poner rumbo al interior del Carlos Tartiere, donde el Oviedo recibía a la Ponferradina.
Una victoria muy especial para el Oviedo
Recuerdo entrar al campo una hora antes del partido, ya que, quién sabe por qué, deseábamos ver el pre partido al completo, con calentamiento y todo. El Oviedo ganó aquel partido por 3-0. Los goles los celebramos con muchas ganas. Al fin y al cabo, eran goles, pero la fecha invitaba a festejar aquellos tres tantos con más fuerza que nunca. Final del partido, sorpresa final y aniversario cerrado. Un cumpleaños que, sin duda alguna, fue muy feliz.
En resumen, la fiesta de aniversario del Real Oviedo siempre es un día muy especial. La organización es fantástica y el ambiente espectacular. Y, recordemos, todo esto se hace por amor a un color, el azul. Por pasión a un escudo, el del Real Oviedo. Lo único que espero es que este año la celebración vuelva a ser tan increíble (o más) que la pasada, y que, por supuesto, el Oviedo sume tres puntos que le hagan seguir escalando puestos en la tabla.
Imagen destacada: lne.es
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