Análisis

Un equipo frágil como el cristal

Un conjunto que no ha encadenado 2 victorias seguidas en 27 jornadas y que apenas suma 28 puntos a estas alturas de campeonato, está claro que se encuentra en serios apuros. Un equipo que, tras cambiar de entrenador, mantiene un peor coeficiente partidos/puntos sumados, demuestra que la confección de la plantilla es mala.

Evidentemente podría estar hablando de varios equipos pero en este caso me centraré en el RCD Mallorca.

El equipo balear parece haberse vuelto de cristal desde aquella derrota en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe en la temporada 2012-2013. Entonces, el equipo dirigido por Joaquín Caparrós se situaba en las primeras posiciones de la Primera División hasta que llegaron las graves lesiones de Hemed, Javi Márquez, Nunes y Joao Víctor, que lastraron en exceso a un equipo mal preparado físicamente y peleado con su entrenador, quien también comenzaría su declive profesional desde entonces. Por su parte, la plantilla pidió a Serra Ferrer que el psicólogo Gregorio Manzano fuera el elegido pero ni con él salieron del pozo. Fragilidad física y mental.

Imagen del día del descenso(vía www.diariosdefutbol.com)

Desde el descenso, 4 plantillas completamente diferentes cada año, innumerables cambios de entrenador para acabar salvándose sobre la campana en dos ocasiones (y veremos este año). Incluso 3 dueños diferentes no han conseguido frenar este buque centenario con hedor a antiguo y con heridas internas cada vez más abiertas. Fragilidad institucional.

Llegaron hace un año Sarver, Nash y, sobretodo Maheta Molango. Invirtieron fuerte, manejaron la deuda y ficharon a Fernando Vázquez y a los 3 máximos goleadores de la categoría para intentar luchar por ascender, olvidándose de que alguien debe hacer llegar el balón a los delanteros. Llegó la agónica salvación en Zorrilla en un partido para no revisar en exceso para no levantar sospechas. Fragilidad técnica.

Llegó el verano pero se acabó el dinero, sobretodo porque se tuvo que mantener a Vázquez y éste prefirió esta vez invertir todo lo que había en centrocampistas, olvidándose que en el fútbol es importante que no te marquen gol y ser más letal arriba que el contrario. Por lo que el técnico gallego terminó siendo víctima de su (¿último?) proyecto. No había dinero, por lo que la última bala que le quedaba a Molango fue la de la persona más mallorquinista que queda dentro de la entidad, Javier Olaizola. El momento del relevo no fue el más idóneo con dos 4 partidos fuera de casa de los siguientes 5 por disputar. Fuera de la isla, la fragilidad es aún más acentuada y así es imposible conseguir algo de estabilidad. El Vasco ha dejado claro desde el primer momento que él no va a ser ningún obstáculo para el club y ha intentado imprimir su carácter a los jugadores. Y en 2017 parecía que algo había cambiado ya que se plantó cara ante rivales como Oviedo o Girona con quien no se mereció volver de vacío, y se salía a morir aunque se aguantara sólo 45 minutos. Pero se olvidaban que cada partido dura noventa y tantos minutos y estos jugadores, que no hay ninguno que estuviera presente hace tres años, sí que han heredado la fragilidad emocional y regalan goles en jornada.

Y en la última jornada, el mini-castillo de arena de confianza en el equipo que había logrado Olaizola, se vino abajo ante la oleada venida directamente desde el Atlántico por otro conjunto isleño entrenado, curiosamente, por un mallorquín, excapitán del Mallorca y presente en el descenso y en las dos primeras campañas en segunda (no siempre con la mejor actitud, todo sea dicho de paso). Quizás Pep Lluís Martí tuviera ganas de venganza, quizás los tinerfeños se excitaron al verse perdiendo ante un rival vestido de un amarillo tan poco usado en el pasado (aunque fuera la camiseta del primer ascenso a Primera División), como odiado por muchos (por su relación con el Villareal, ése juguete de un empresario que se ganó con favores en los despachos lo que no había logrado en el terreno de juego). Esta dura derrota ha hecho un daño especial por cómo se vinieron abajo los jugadores tras salir del vestuario para encajar 4 goles en 18 minutos. Fragilidad total.

(vía www.diariodemallorca.es)

La salvación no está lejos, un punto le separa ahora mismo del Nàstic. Y quedan 15 jornadas de infarto, especialmente en los encuentros ante los rivales directos ya que aún tiene que jugar con aquellos situados desde el 14 al 22, a excepción del Rayo (con quien se mantiene el gol average empatado). La dinámica se tiene que cambiar y empezar por ganar ante el UCAM Murcia este domingo en La Condomina, para volver a colocar las cartas en la mesa, para ganarle el gol average y salir del descenso. Para recuperar la confianza de la afición en el equipo. Para que Molango pueda respirar con algo más de alivio. Todo el mundo sabe que él será el próximo en caer, y la guerra que le llega desde dentro del propio club y llevada hasta los medios de comunicación locales para acabar con él cada día está más candente.
La victoria ya se vuelve necesidad. Fragilidad final.

(imagen principal vía www.ultimahora.es)

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