Análisis

Ánimos renovados

Sin lugar a dudas, el nombre de Yeray Álvarez es el que más se ha mencionado en lo que lleva el Athletic Club de temporada. Ni siquiera la presencia de Aduriz, Raúl García, Williams… ha podido eclipsar al jugador baracaldés que, tal y como ha afirmado hoy en rueda de prensa, ha sido un final de año muy rápido, en el que han pasado muchas cosas. Aunque haya cosas positivas y negativas, se puede afirmar que en general ha sido impresionante.

Nadie le conocía a comienzos de temporada. Ni siquiera los aficionados más afines que, aun teniendo posters de la plantilla del Athletic por todas las habitaciones de su casa, hubiesen sido capaces de reconocerle si se hubiesen encontrado con él por la calle. Con apenas 21 años (22 ha cumplido este enero), ese muchacho era todo un desconocido para la parroquia rojiblanca.

Sin embargo, esa situación cambió cuando Ernesto Valverde decidió darle una oportunidad al chaval. El míster de Viandar de la Vera, que es un magistrado honoris causa en esto de fichar y hacer funcionar promesas, le dio galones en algunos partidos, y tal fue su rendimiento, que llegó un momento en el que se convirtió en inamovible. Y eso que no empezó muy bien. Un 3-0 en contra en tu debut puede suponer una losa muy pesada para cualquiera, y sobre todo en el caso de un defensa. Pese a ello, tampoco fue vilipendiado ni adjudicado máximo culpable de esa derrota, ya que fue de los mejores de aquel partido y gracias a su aportación el Athletic no perdió por un resultado aún mayor.

Posteriormente llegarían las actuaciones que le encumbrarían. Contra el Sevilla y el Valencia (ambos partidos en San Mamés) estuvo portentoso, y no solo fue clave en la victoria frente a ambos, sino que fue protagonista principal. Su rapidez, su concentración en la anticipación a su marcaje y su colocación le hicieron ganarse los merecidos aplausos del público de La Catedral. Los leones habían encontrado un cachorro que les había salido con un hambre voraz, cuyas fauces eran capaces de devorar a cualquier rival y cuyas garras arañaban cualquier balón que se atreviese a enfocar la portería bilbaína.

Fue en ese momento cuando llegó la noticia más impactante. En un análisis médico, se le fue diagnosticado un tumor testicular. Algo terrible, que ni el futbolista más poderoso es capaz de detener y que puede condicionar la vida de la persona más agraciada. No solo se temía por su futuro como futbolista, también por su vida, y si el apoyo al chaval era unánime para la afición de su club, también lo fue el del resto de equipos españoles. Todos y cada uno de ellos mostraron su dolor por esta situación, y le desearon su mejor y más pronta recuperación.

Más allá de las eliminatorias coperas, partidos europeos y ligueros, el tema que siempre salía a relucir era Yeray. Su salud, estado anímico… eran continuos en todas las charlas de bares de Vizcaya. La preocupación era evidente, y el apoyo se hacía notar en cada partido en Bilbao. Fueron constantes los cánticos para su recuperación, las ovaciones en el minuto 27 (dorsal que le corresponde)… y demás.

Parece que la enfermedad ha quedado atrás, y ahora Yeray vuelve a ser noticia por su renovación. 5 años más con una cláusula de 30 millones. Según como ha afirmado, ha recibido felicitaciones por parte de todo el cuerpo deportivo del club, y también lo ha ido recibiendo de forma masiva desde el momento que se ha hecho pública esta noticia.

Esta renovación no solo representa algo económico-deportivo, sino también de algo más profundo. Una renovación de lo que es el fútbol en su mayor esencia: un sentimiento, un estado de ánimo.

Imágenes vía: La Vanguardia, Livefutbol

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