Un balón cedido hacia el portero. Un lance más en 90 minutos de intenso fútbol. No hay tiempo que perder, buscando la remontada, y un pase en largo parece la mejor solución. Sin embargo, el balón es caprichoso y pasa por encima del pie derecho de Pau Torres. El esférico va directo a la portería, convirtiendo en realidad la pesadilla más recurrente de un cancerbero.
El guardameta blanquivioleta, cabizbajo, es la viva imagen de la desolación. Guitián le abraza, compartiendo la culpa con su compañero. Portu, Sandaza y Aday, agraciados por el infortunio de su rival, le consuelan con honestidad. Aún así, la responsabilidad pesa como una losa sobre los hombros del jugador de Capellades, que sabe que las opciones de remontada (o al menos de empate) han quedado fulminadas por su error.
Atrás ha quedado la inmejorable ocasión desperdiciada, de manera increíble, por Raúl de Tomás tan sólo unos minutos antes. Del mismo modo, parece olvidada la milagrosa acción del arquero, que evitó que Javi Guerra lograra el tanto del empate, en el agónico triunfo cosechado ante el Rayo Vallecano en Zorrilla. En el fútbol se vive el momento, y el presente juzga inmisericorde.
La soledad de la portería
El portero afronta en solitario su profesión, señalado por sus fallos y admirado por sus aciertos, pero casi siempre incomprendido. Precisamente en nuestro pais, cuna de grandes porteros, uno de los mejores de todos los tiempos ha sufrido este castigo. Luis Miguel Arconada vivió el final de su carrera perseguido por el recuerdo de su clamoroso fallo en el Parque de los Principes. Aquel 27 de junio de 1984 pareció borrar de un plumazo el famoso “No pasa nada, tenemos a Arconada” y su repertorio de intervenciones acrobáticas, con las que hizo disfrutar a propios y extraños.
Sin llegar a aquellos extremos, todo un mito del arco como Gianluigi Buffon ha tenido que lidiar con el infortunio y la crítica. El tono amarillo de la prensa deportiva ha dado lugar al ensañamiento habitual con los grandes jugadores, cuando cometen errores garrafales, como le ocurrió al portero italiano ante España. Aunque en el caso del guardameta de Carrara, su ingente legión de admiradores acude rápidamente a recordar su exitosa carrera, plagada de paradas milagrosas.
El mejor portero del mundo
El mismísimo Lev Yashin, considerado por muchos como el mejor guardameta de todos los tiempos, tuvo que vivir un acontecimiento especialmente humillante. En el Mundial de Chile de 1962, la URSS superaba a Colombia por un cómodo 4-1. En el tramo final del encuentro, La Araña Negra encajó el primer gol olímpico de la historia de los mundiales. Por si fuera poco, la selección cafetera se envalentonó y terminó empatando el partido. Las críticas se cebaron con el moscovita que, al igual que su selección, ya no levantó cabeza durante el resto del torneo. L’equipe llegó a vaticinar el final de la carrera del soviético. A pesar de ello, el portero ruso se sobrepuso a la adversidad, consiguiendo el Balón de Oro (único portero en conseguirlo), tan sólo un año después.
En el caso de Pau, el fútbol le dará la oportunidad para redimirse, ya sea el próximo domingo, ante el C.D. Tenerife, o más adelante. En todo caso, seguirá disputando la titularidad a Isaac Becerra, cuyo discutido inicio de temporada no es más que el fiel reflejo de un proyecto aún sin consolidar. Ambos cancerberos son, sin embargo, una garantía bajo palos, y sabrán sobreponerse a las dificultades para cuajar una gran temporada en el Real Valladolid.
Fuente de la foto destacada: Diario de Valladolid
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