Opinión

¿Qué es ser obradoirista?

¿Qué es ser obradoirista? Una pregunta de fácil respuesta para mí, pero difícil de ententer para quien a veces me plantea esa cuestión.  Y es que yo ya soy obradoirista desde antes de nacer. Esos partidos a los que iba en la barriga de mi madre marcaron un destino que ahora me hace ser una sufridora más en la Caldeira de Sar.

Un obradoirista no es un aficionado del Obra. La palabra aficionado en cuanto a seguidor del equipo compostelano se queda corta. Ser obradoirista es formar parte de una familia que no es solo, como se ha hablado en ocasaiones, la emoción de sus cánticos y la conexión entre pista y grada, sino que hay mucho más. Dijo una vez Moncho Fernández que si el cuerpo era el club, el corazón y el alma era su afición. Y su ciudad. Y su entorno. Porque en el caso del Obradoiro, más que de una moda pasajera, se trata de una auténtica revolución social, presente en la vida de los habitantes de Santiago.

Una vez leí que uno de cada 38 habitantes de la ciudad acuden al pabellón en cada partido. La verdad que es difícil no encontrarse con alguien en el Multiusos pero además, el sufrimiento y la pasión que se viven en las gradas une y la persona que se sienta a tu lado sabe lo que sientes cuando se falla la canasta en el último minuto y acumulas otra derrota, sabe lo que sentiste cuando el equipo se metió en Playoff y sabe lo que sentiste al viajar a Coruña y vivir tu primera Copa del Rey con mucha más afición cantando el Miudiño.

Ay el Miudiño¡ pasan los años y todavía se nos pone la piel de gallina al oirlo y entonarlo en cada partido. Y es que ser obradoirista no es ir al campo y animar a tu equipo, que también, es un sentimiento. Un sentimiento que últimamente se tiñe de sufrimiento. Un sufrimiento que pasa a rabia y una rabia que vuelve a lo que es ser obradoirista y estar siempre con tu equipo en las buenas y, sobre todo, en las malas.

Ahora tocan malas, y quien este sábado estuvo en Sar pudo comprobar como una vez más la familia obradoirista estuvo con su equipo. Nos necesitaban y no les fallamos.

Porque si, el equipo nos necesita. No pasa su mejor momento y toca sufrir pero, ¿que sería de un obradoirista sin ese sufrimiento? Sin llegar a esos finales que parece que te va a dar un infarto, que no aguantas sentado y que quieres saltar a la pista y…

Este año duele en el alma ver como se tira y no se anota. Leyendo datos como que hasta ahora el Obra ha conseguido 1,26 puntos por cada tiro intentado, por los 1,46 del rival, es decir, cada cinco tiros el adversario saca un punto de ventaja, algo fundamental teniendo en cuenta que cinco partidos se han resuelto por una diferencia de cinco puntos o menos y el Obra solo ha ganado uno de esos duelos. O que solo cuatro jugadores están por encima de esos 1,26 puntos por tiro que hace el equipo (Yusta, Llovet, Pustovyi y Whittington) y jugadores como Dulkys o Bendzius, llamados a ser referentes anotadores, se sitúan entre las últimas posiciones de esta clasificación con 1,19 y 1,12 puntos por tiro respectivamente. Es indudable que ofensivamente no estamos para tirar cohetes.

Pero un obradoirista nunca olvida lo que es su equipo. Un equipo modesto llamado a estar peleando abajo aunque siempre puede haber sorpresas como el año del Playoff o temporadas en las que se consiguió la permancia con solvencia y rapidez. Unos puestos por encima de las posibilidades económicas del equipo.

Con todo y con eso somos unos supervivientes, otros como Alicante o Valladolid se quedaron por el camino o Estudiantes y Joventut con el agua al cuello. Nosotros aguantamos como podemos y si algo tiene claro esta afición, como sucedió cuando hubo que constiturise como S.A.D es que dentro y fuera de la cancha este equipo no se rendirá sin pelear y hacer todo lo posible.

A pesar de la escasez de las arcas el buen ojo a la hora de fichar nos ha hecho vivir grandes momentos y disfrutar de grandes jugadores a los que su paso por aquí supuso el lanzamiento de su carrera. Mejri dio el salto al Madrid, Muscala a los Hawks de Atlanta, Hummel a los Timberwolves de Minnesota, Kendall al Alba Berlín, Waczynski a Málaga…

Este año sin duda el sufrimiento también viene por las lesiones. Todo empezó con Llovet y Urtausn en pretemporada. El primero se perdió la mitad de la pretemporada y el primer cuarto de campaña. El segundo está saliendo de una lesión incierta. Luego llegaría la que más dolió, Corbacho se lesionó en el minuto cinco del primer partido para prácticamente toda la temporada. A eso se le suman las tres semanas de McConnell, el más de un mes que lleva fuera Matulionis y ahora el tobillo de Whittington. Sin olvidarnos de gripes, grastointeritis y molestias varias por el camino.

Hay un tema que he dejado para el final en esta reflexión que se me ha dado por hacer y es el tema árbitros. Como periodista y obradoirista de cuna y sentimiento cuesta mucho, muchísimo hacer una crónica imparcial viendo lo que se ve sobre el parqué de Sar cada partido. Sin ir más lejos, ante Iberostar ¿por qué fue antideportiva la falta de Pustovyi? o ¿por qué hubo técnica para Llovet pero no para Doornekamp? y podría seguir pero todo se resumiría en ¿por qué da la casualidad de que siempre, o eso parece quizá desde mi subjetividad obradoirista, lo que nosotros hacemos siempre es falta pero lo que recibimos casi nunca?¿por qué se ven nuestros pasos y los demás no?¿por qué tenemos nosotros que contarle al árbitro los segundos en zona? ¿por qué…?

En fin, por acabar y resumir, hay una frase que usamos todos y que define lo que es ser obradoirista.

OBRADOIRO ATÉ MORRER.

Foto: Obradoiro CAB

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2 Responses

  1. Estoy totalmente de acuerdo con este articulo, que aun a pesar de estar escrito con el corazón, es bastante comedido. Se podfian cargar mas las tintas, excepto en que eL OBRADOIRO ES ALGO MAS QUE UN CLUB, ES UN SENTIMIENTO INEXPRESABLE CON PALABRAS, SOLAMENTE SE CAPTA…EN EL SILENCIO. SEMPRE OBRA

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