Zidane, el héroe de la novena y el que dio nombre a la generación de los galácticos, ese que llegó como jugador gracias a una servilleta y como técnico como regalo anticipado de Reyes, ha demostrado en menos de un año que no sólo sabe llevar una plantilla con mano izquierda, sino que también sabe repartir justicia.
El partido contra el Atlético no sólo ha demostrado que el Madrid sabe jugar bien cuando quiere, que no hay relajación en defensa ni exceso de confianza, eso sí, cuando se quiere. Pero además, nos ha dejado patente la personalidad de su entrenador y su capacidad para dar minutos y confianza a los que se merece, es capaz de gestionar la plantilla con la misma facilidad que controlaba un balón cuyo pase parecía una patata, de bolear un balón que no se sabe ni de donde venía y mandarlo a la escuadra para levantar “La Novena”, de poner esa mirada de buena persona, pero con sonrisa picarona a la misma vez y decirte, falta intensidad y que no suceda nada, es Zidane y tiene feeling con su plantilla.
No es fácil enfrentarte ante tu vecino en un derbi y en su casa, a un vecino que se llevaba desde Mou sin ganar en Liga y no sólo no ponerte nervioso, sino también decirle a jugadores, a pesos pesados de la plantilla, usted hoy no juega, y confiar en otros que siempre cumplen pero no venden camisetas ni son de renombre.
Imagínense la cara de felicidad de Ramos cuando, estando recuperado para el derbi y pensando que iba jugar, el francés le miró a los ojos y le dijo algo así: Usted es muy bueno, es el héroe de la décima, pero este derbi lo verá conmigo en el banquillo, jugará Nacho. No seré yo el que lo discuta, Nachofi, como lo conocen en el vestuario, es otro pedazo de defensa que siempre cumple lo pongas donde lo pongas, y aunque no destaca es un cumplidor, un seguro de vida en cualquier momento.
Lo mismo ocurriría con el bueno de Karim, el ojito derecho del presi, el amigo del míster. El delantero llegaba a tiempo para jugar, tal vez no todo el partido, pero con la lesión de Morata todo apuntaba a que él saldría de inicio, sin embargo, y con este también, Zidane lo sentó en el banquillo para sufrir y disfrutar de un bonito encuentro, aunque este sí, él por lo menos, jugó al final. Su puesto lo ocupó otro canterano, Lucas Vázquez, que, gracias a su esfuerzo y calidad se ha ganado a la afición. Para poder ponerlo, Zizou tuvo que hacer una pequeña variación en el sistema de juego, CR7 ocupó el puesto de delantero, Bale cambió de banda y la derecha fue, permítanme las confianzas, para Luquitas.
No le tembló el pulso al entrenador, sus ideas eran claras, juegan los que estén mejor y eso hace, sino pregúntenle a James, un jugador que vino como crak y ahora está más tiempo en el banquillo que en el césped, ni siquiera las lesiones de Modric primero, y ni de Kroos después, le han dado la oportunidad que seguramente no se haya ganado en los entrenamientos. El elegido por el técnico no ha sido otro que Kovacic, un jugador que parecía que estaba más fuera que dentro, pero con trabajo y sin hacer ruido salió de titular en los último partidos, incluido el derbi. El croata es un futbolista que empieza a convencer a la grada con su buen juego y compromiso, es un jugador que cada vez que viaja con su selección no hace declaraciones que, como mínimo, molestan en los despachos del Bernabéu y sí que está dispuesto a jugar cojo con los blancos si hiciese falta.
Lo que aún no ha podido ha sido convencer a CR7 para que descanse, pero es consciente de que tan sólo Ronaldo puede marcar un gol cuando nadie puede, que decir Cristiano Ronaldo es decir gol, y señores y señoras, contra eso no se puede luchar.
Ahora habrá que esperar al tiempo para ver como gestiona las malas caras, los desplantes y cuando lleguen los momentos importantes, pero sentar a James, Ramos y Benzemá en un derbi, además de cambiar de puesto a dos pesos pesados, ya es un presagio de lo que es capaz, y aún más cuando en menos de un año nos ha devuelto la ilusión y traído “La Undécima”, sin olvidar la Supercopa de Europa.
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