Balonmano Reportajes

Historias de balonmano: A siete metros de la gloria

Las historias de balonmano son aquellos hechos que por una u otra razón se quedan grabados en nuestra memoria para siempre por hacernos llorar o reír, de alegría o de tristeza. Las grandes gestas y las grandes tragedias vienen, en muchas ocasiones cogidas de la mano. La que hoy nos ocupa, está a medio camino de ambas cosas y sucedió el primero de abril del lejano 2007 en Valladolid. Estuvimos a siete metros de la gloria.

Para ponernos en situación, hemos de remontarnos al final de la temporada 2006-2007 en la que el extinto Balonmano Valladolid firmó una de las mejores campañas de su historia logrando ser subcampeón de la Recopa de Europa y el quinto puesto en la entonces disputadísima liga Asobal. Además, los hombres de Juan Carlos Pastor se alzaban con su segundo título de la Copa del Rey tras derrotar de forma consecutiva al Ademar León en cuartos, F.C.Barcelona en semifinales y al casi invencible Ciudad Real en la final. Gracias a esta exitosa temporada, el club vallisoletano recibió una wild card de la EHF para disputar, por primera vez en su historia, la máxima competición continental: la Liga de Campeones.

En la temporada siguiente, Pastor solo realizo tres cambios en su plantilla; dejaron el club Asier Zubiria, Rui Silva y Pocholo a cambio de Gregor Lorger, Eduard Fernández y el regreso del canterano Roberto García Parrondo tras su paso por Ademar. El resto, los mismos mimbres; plantilla relativamente corta y de bajo presupuesto y sin estrellas rutilantes, pero con un compromiso y una fe en su entrenador y en sus posibilidades capaz de mover montañas. De esta manera un club y una ciudad se disponían a disfrutar de la competición con la que tanto habían soñado y luchado.

El 1 de octubre de 2006, se producía el debut de los vallisoletanos en la Champions; fue en Ucrania ante el Yuzhny, donde los de Pastor lograron una clara victoria por 28-33, mientras que en el debut casero se impusieron a los austriacos del Bregenz por un contundente 35-24. El plato fuerte de esta primera fase llegó con la visita del todopoderoso Montpellier de Hman, Tej, Guigou, Sioud o Juricek; en un extraordinario encuentro que hizo vibrar a la parroquia vallisoletana, el Balonmano Valladolid venció por 34-25 a uno de los grandes de Europa.

Los de Pastor pincharon en su visita a Bregenz empatando a 35 y posteriormente volvieron a “apalizar” a los ucranianos del Yuzhny en casa (31-21) para jugarse el primer puesto de grupo en Montpellier. En un emocionantísimo encuentro, en el que los franceses fueron casi siempre por delante, un gol por sorpresa de Rubén Garabaya (desde 8 metros y a la media vuelta en un golpe franco) sobre la bocina ponía el empate a 29 en el marcador y otorgaba al Balonmano Valladolid la primera plaza del grupo.

Entonces, la Champions League se disputaba a partir de este momento en eliminatorias a doble partido hasta el final y el Valladolid se enfrentó en octavos al Pick Szeged húngaro al que derrotó, en una dramática eliminatoria, por un solo gol tras empatar a 25 en Hungría e imponerse por 25-24 en Huerta del Rey.

El sorteo de los cuartos de final deparó a los de Pastor un desigual duelo ante uno de los grandes de la Bundesliga con el partido de vuelta en Alemania: el Gümmersbach que contaba en su plantilla con hombres como Narcisse, Ilic, Gunnarson, Sigurdsson o Stojanovic. El partido de ida se disputó en un Huerta del Rey a reventar apoyando a un equipo que soñaba con realizar la machada del año. Tras 60 frenéticos minutos, el equipo local, lograba un empate a 36 que dejaba la sensación de no haber sido superiores pero tampoco inferiores a los germanos. En el encuentro de vuelta, en Colonia, el Balonmano Valladolid se presentó sin nada que perder ante más de 16.000 espectadores y con el pensamiento utópico de poder estar en unas semifinales de Champions. Sin embargo, los pucelanos se sobrepusieron a todos los elementos y dieron la campanada en un primoroso partido; los de Pastor ganaban por 32-34 haciendo gala de un gran juego colectivo que llegó a desesperar al equipo alemán. La gesta se había conseguido y el Balonmano Valladolid se colaba entre los cuatro mejores equipos de Europa junto al Portland San Antonio, el Kïel y el Flensbürg.

La fortuna nos entregó un doble duelo hispano-germano en semifinales y el equipo pucelano quedó encuadrado ante el Flensbürg Handewitt, una auténtica constelación de estrellas dirigidas desde el banquillo por Kent-Harry Andersson; Los daneses, Christiansen, Knudsen y Boldsen, el polaco Lijewsky, Vranjes, Lackovic, Stryger, Beutler…, un plantel y un presupuesto a años luz del que disponía Juan Carlos Pastor. Así las cosas, el equipo vallisoletano se presentó en el Campushalle de Flensbürg para disputar el partido de ida sin nada que perder y con mucho, muchísimo que ganar. El encuentro se convirtió en una auténtica encerrona y los germanos haciendo gala de una dureza extrema (en ocasiones rayando la violencia), y beneficiados por la excesiva permisividad de los colegiados húngaros, inflingieron a las huestes de Pastor su primera derrota en la competición. Pese a todo, el resultado de 32-30 dejaba todo abierto para el encuentro decisivo en Valladolid.

Y de este modo llegaba la fecha clave: el 1 de abril de 2007. La ciudad se engalano para el evento y prensa, instituciones, afición y equipo fueron uno durante una semana de sentimientos y emociones. El ayuntamiento y el club decidieron llevar el partido al polideportivo Pisuerga para que más gente pudiera acudir al evento y la respuesta de la ciudad fue agotar las entradas en pocos días. Pastor hizo gala nuevamente de su filosofía máxima: “Hay que ir gol a gol, defensa a defensa y ataque a ataque”. En las horas previas al partido los nervios iban in crescendo entre los casi 7.000 aficionados que se daban cita en Pisuerga sin parar de cantar y animar a los suyos desde una hora antes del comienzo del choque hasta que los colegiados eslovenos Krstic y Ljubic hicieron sonar su silbato.

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El inicio del partido fue apabullante y, gracias a la defensa en 5-1 planteada por Pastor con Roberto en el avanzado, el Balonmano Valladolid sacó de la pista a los alemanes y el marcador señalaba 6-1 para los locales en solo diez minutos para delirio de los aficionados pucelanos. El tiempo muerto solicitado por Andersson no sirvió a los visitantes que no conseguían superar la defensa vallisoletana y el ataque fluido con Chema, Gull y Muratovic hacía que la ventaja llegara a los 6 goles (10-4) con casi veinte minutos jugados. Pero enfrente estaba el Flensbürg y su portero Dan Beutler quien, con cinco paradas consecutivas permitía la reacción de su equipo al contragolpe, llegando a empatar el choque a 10 tantos en el minuto 24 y llevando la decepción a las gradas. Un arranque de coraje de los vallisoletanos los hizo marcharse al vestuario dos tantos arriba (13-11).

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La segunda mitad comenzó de la misma manera, con una excelente defensa del Valladolid que, sin embargo, ya no conseguía penetrar en el 6-0 alemán que una y otra vez cortaba con golpes la circulación de la primera línea pucelana. El marcador se movía con cuentagotas entre los uno y dos goles de ventaja para los locales y los bajos guarismos indicaban que una ventaja de dos tantos serviría a Valladolid para alcanzar el sueño de la final, puesto qu el Flensbürg no llegaría a los 30 goles. El Balonmano Valladolid, al borde de la extenuación ya solo tiraba de coraje y de garra pero, el marcador de 24-24 a falta de menos de dos minutos, hacía muy dificil la gesta.

Sin embargo, la casta de Chema puso el 25-24 en el electrónico y, con el balón en manos alemanas, una excelente acción defensiva de los vallisoletanos provocaba una falta en ataque que dejaba doce segundos para anotar el gol que llevara a Valladolid a la final de la Champions. De nuevo Chema se echaba el equipo a las espaldas y provocaba un penalti a falta de dos segundos para el final. Entonces el tiempo se paró en Pisuerga, los aficionados con el corazón en la boca y el móvil en manos de Roberto para ejecutar el lanzamiento decisivo. El canterano coge el balón, mira a Beutler y deja pasar los segundos para lanzar con el reloj a cero. Los segundos son eternos, Roberto vuelve hacia el punto fatídico pero esta vez no mira a la cara de su oponente, si no a la del colegiado. Un amago, el brazo de Roberto se encoge y el guardameta sueco detiene el balón. Un aullido de dolor resuena en Pisuerga mientras los jugadores alemanes celebran el pase, el Balonmano Valladolid se queda a un gol de “su final” de Champions. Lágrimas inconsolables en el pabellón, tanto en las gradas como en la pista seguidas de una atronadora ovación para un equipo que lo dio todo y cayó de la manera más cruel: a siete metros de la gloria.

Un servidor, junto a un puñado de aficionados se quedó ese día sentado en su localidad cerca de media hora después del pitido final con la mirada perdida  los ojos envueltos en lágrimas escuchando el silencio de Pisuerga y preguntándose si alguna vez volvería a vivir lo que ese primero de abril de 2007 vivió.

Ficha técnica:

25 (13+12) – Balonmano Valladolid: Sierra, Asier Antonio, Gull (8), Garabaya (2), Chema Rodríguez (4), Ávila, García Parrondo (4,3p), Muratovic (5), Eduard Fernández (1p), Rentero, Víctor Hugo, Ugalde y Velasco (1).

24 (11+12) – Flensbourg-Handewitt: Beutler (Holpert, ps), Lackovic (3), Jensen (5), Christiansen (5), Vranjes (1), Stryger (4), Lijewski (2), Boldsen (1), Nielsen (3) y Lauritzen.

Árbitros: Nenad Krstic y Peter Ljubic (Eslovenia). Excluyeron dos minutos a los jugadores del BM Valladolid Chema Rodríguez (min.29 y 49) y a Lijewski (min.3 y 16), Vranjes (min.15 y tarjeta roja directa en el min.59) y Jensen (min.42) del Flensburg.

Parcial cada cinco minutos: 3-1, 5-1, 7-4, 10-6, 11-10, 13-11; 15-14, 18-16, 20-17, 21-19, 22-21 y 25-24.

Pabellón: Polideportivo Pisuerga. Unos 7000 espectadores.

Imagen destacada: www.balonmanovalladolid.es


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