No ha conseguido revalidar su corona olímpica, un mal día ante Rusia privó a Noruega de un nuevo éxito, tras haber conseguido los campeonatos mundiales y de Europa, pero el juego que realiza sigue encandilando a los amantes del balonmano.
He de reconocer que soy un fan empedernido de la selección nórdica. Cada vez que tengo la posibilidad de ver alguno de sus partidos disfruto incluso cuando lo hacen “mal”, ganar o perder es accesorio cuando uno trata de alimentarse de sus habilidades tanto técnicas como tácticas.
Thorir Hergeirsson lleva ya algunos años disponiendo de un grupo muy talentoso, con una técnica a nivel individual insuperable y con unos conceptos tácticos que le han supuesto unos réditos envidiables. No es precisamente un equipo de grandes lanzadoras, de estaturas elevadas ni nada que se le parezca. Todo lo contrario, ya que con excepción de la recién llegada Emilie Arntzen, que mide algo más de 180 cm, el resto de la primera línea es “bajita”, de donde se deduce que la altura, tan ansiada en el balonmano masculino, no es sinónimo de victorias, medallas, éxito… Sin ir más lejos, Nora Mørk, jugadora de 167 cm, ha finalizado los JJOO como máxima goleadora, o Stine Oftedal –central- y Camilla Herrem –extremo- que rondan esa misma estatura y son consideradas como unas de las mejores en su puesto. O la gran Heidi Løke, la mejor pivote del mundo, que anda por los 173 cm., una jugadora con unos fundamentos increíbles, capaz de defender, correr en las contras y atacar posicionalmente con una calidad insuperable.
Debo mencionar igualmente a una jugadora que debo reconocer que es mi debilidad: Verónica Kristiansen. La jugadora del Midtyjlland danés ha evolucionado de tal manera que se ha convertido en pieza fundamental en el esquema de Hergeirsson. Sin tratarse de una lateral específica —ya que su posición natural es el central— ha realizado un campeonato impoluto, tanto en ataque como en defensa. Ofensivamente hablando, y desde sus 175 cm de estatura, ha hecho gala de un dominio de los procedimientos como pocas de sus compañeras. Valiente en las penetraciones, veloz en las transiciones y regular en los lanzamientos a distancia, Veronica es la típica jugadora completa que a todo entrenador nos gustaría tener.
En la posición de extremo derecho tenemos a dos jugadoras, aunque a la hora de la verdad, tan solo ha participado Amanda Kurtovic, ya que la gran Linn Kristin Riegelhuth, apenas ha tenido relevancia, situación a la que me referiré más adelante. Como digo, Amanda Kurtovic, jugadora que en su día fue “rechazada” por Suecia, ha caminado por la senda de la irregularidad. La jugadora del Larvik da una primera sensación de cierta lentitud en sus acciones, sobre todo en sus lanzamientos. En defensa ha cometido algunos errores graves, sobre todo ante Rusia, donde Polina Kuznetcova la superó en varias ocasiones. Hay ocasiones en las que parece “despistada” pero es una digna sucesora de Riegelhuth.
En el flanco izquierdo Camilla Herrem y Sanna Solberg han compartido posición si bien la primera se ha llevado la palma en cuanto a minutos jugados. Herrem es una extremo excepcional, veloz y segura y con una calidad como pocas en la actualidad. Tuvo en su mano el gol del empate a 38 goles ante Rusia y el posible pase a la final, pero su lanzamiento parabólico se fue lamiendo el poste y dando el pase definitivo a las de Evgeni Trefilov. Sanna Solberg es una jugadora muy elegante, que en los momentos en los que a participado su rendimiento ha sido ejemplar, pero su mayor hándicap ha sido la propia Herrem.
El lateral derecho no ha tenido más que un nombre que no es otro que el de la máxima goleadora del torneo: Nora Mørk. Sus goles, la mayoría de ellos espectaculares, han alimentado las posibilidades de la selección en los peores momentos, si bien, en algunos casos, como el día de Rusia, hubo una dependencia excesiva de la menuda pero explosiva jugadora del Györi Audi ETO para esta nueva campaña.
Uno de los puntos fuertes de las noruegas es la portería. Dos de las mejores porteras en la actualidad controlan la retaguardia noruega. Kari Grimsbø y Katerine Lunde han realizado un buen campeonato, sobre todo la primera que ha sido incluida en el All-star Team. Su único lunar tuvo como referencia precisamente el fatídico día de su encuentro ante Rusia, cuando ninguna de las dos porteras noruegas tuvieron un día inspirado, algo que lastró en demasía las aspiraciones del equipo.
El centro del ataque, la sala de operaciones, la dirección del equipo ha sido obra y gracia de Stine Oftedal. Inteligente, hábil, veloz, con una capacidad de penetración espectacular, ha sabido en todo momento navegar con claridad y temple.
Y en cuanto a la línea de seis metros, ese es el feudo incontestable de una jugadora plena de empuje, garra y, sin ninguna duda, dotada de una técnica y una táctica individual impresionantes: Heidi Løke. Es la reina de la línea continua, donde sus recepciones a una mano, sus lanzamientos tanto con la mano derecha como con la izquierda, la convierten en única, siendo, además, capaz de correr como nadie en las contras y defender de segunda sin problemas, en definitiva, es una jugadora total.
Completan el cuadro noruego jugadoras como Emile Arntzen, recién aterrizada en la selección, con una altura considerable y un lanzamiento que, aunque tendrá que mejorar, le puede venir bien al equipo en un futuro próximo. Marit Frafjord, una pivote a la sombra de Loke, pero que cuando aparece en el 40×20 el resultado suele ser óptimo tanto en ataque como en defensa. Mari Mølid, otra espigada jugadora cuyas mayores virtudes se centran en la defensa. Ida Alstad, otrora jugadora importante en el esquema nórdico, pero que en la actualidad, apenas tiene relevancia, salvo en tareas defensivas, cuando en su momento Alstad era un referente importante del ataque noruego. Linn Sulland, lateral zurda que una inoportuna lesión la ha apartado de la cita olímpica y que le hubiera venido muy bien su concurso a Torir Hergeirsson, y para terminar, una jugadora que ha marcado época tanto en la selección como en su club, el Larvik, Linn Kristin Riegelhuth, cuyo palmarés es impresionante, habiendo sido con Noruega cinco veces campeona de Europa, una vez campeona del mundo y dos más campeona olímpica. Treinta dos años contemplan a esta extremo zurda que tiene el récord de internacionalidades y goles con su selección, y que fue elegida en 2008 como la mejor jugadora del mundo, amén de otros reconocimientos menores.
Nombrarla en este apartado viene dado por su escasa participación en los ya finalizados Juegos Olímpicos de Río, en los que Noruega ha alcanzado la medalla de bronce. Riegelhuth consiguió un puesto en la selección nórdica tras un año en el “paro” debido a su maternidad. Bien es cierto que su puesta a punto para este torneo fue bastante precipitada, y tras “debutar” con su equipo, Larvik, en los últimos encuentros tanto de la liga noruega como de la Champions, Hergeirsson decidió darle un puesto en la expedición noruega. Linn apenas ha tenido ocasión de mostrar, que no demostrar, sus grandes virtudes ya que su seleccionador, por los motivos que fueren, no ha confiado en ella, dando casi todos los minutos a Amanda Kurtovic. Personalmente entiendo que ha sido una falta de respeto por parte de Hergeirsson el no haberla puesto en pista en la final de consolación ante Holanda, y más cuando el resultado fue a lo largo de todo el encuentro meridiano para sus intereses. Linka no jugó ni un solo minuto y al finalizar el encuentro, y a lo largo del mismo, su rostro denotaba tristeza, porque una gran jugadora como ella se merecía, cuando menos, el reconocimiento a todo lo conseguido por Noruega en los últimos años. Es posible, y lo digo a nivel estrictamente personal, que no volvamos a ver a Linka con la elástica nórdica, aunque sí creo que a sus 32 años recién cumplidos puede y debe todavía deleitarnos con su juego, si no con la selección, sí con su equipo el Larvik. Larga vida a Noruega y a Linn Kristin Riegelhuth Koren que, con absoluta seguridad, nos seguirán dejando claro que, hoy por hoy, el mejor balonmano lo practican ellas.
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