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La oda a la danza de la muerte

Gennady Golovkin se enfrentará al inglés Kell Brook en una demostración más de pérdida de cabeza por parte del boxeo actual que ya se pudo presenciar en el Canelo – Khan.

Tan solo faltaría que saltasen con lanzas y escudos al ring de boxeo para terminar con una de las mayores obras de arte de la lucha. Solo quedaría que un montón de campesinos gritaran sin ton ni son por la forma de despedazar al pobre siervo que ha cometido un error con su amo. Nada más faltaría en este deporte de los guantes que parece irse a extremos jamás conocidos.

El boxeo era una religión que allá por los sesenta y setenta gobernaba en el mundo de forma estrepitosa. Era un símbolo del deporte que englobaba todo tipo de cualidades tanto físicas como psíquicas de cada uno de los combatientes, sin embargo, con el paso de los años, otras disciplinas fueron tomándole la delantera y destruyendo su base. Así pues, poco a poco se empezó a tirar de recursos que no se habían tenido antes en cuenta. Los combates se hicieron más selectivos y tan solo se buscaba el choque entre las estrellas, dado que medirse a un rival sin peso mediático era algo que no proporcionaba el dinero deseado.

Fue este cambio lo que acabó derivando en el final de este precioso manjar de los dioses que nos regala el deporte de contacto. La elegancia terminó por caer en el mayor vertedero de basura deportiva, quedando por encima de ella el dinero y la publicidad. En este momento, lo que se veía no era boxeo, sino una lucha de intereses.

Ya se vio, recientemente, en el choque entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, donde ambos púgiles intercambiaron años de discusión para intentar llegar a un acuerdo que regalase el mayor número de beneficio posible. Para colmo, lo peor ni siquiera fue ese aspecto, sino que la pelea en sí terminó siendo todo un fraude, una decepción, un leve toma y daca de golpes que acabó por convertirse en una estafa después de que ‘Pac-Man‘ confirmase que ostentaba una lesión en su hombro.

Desgraciadamente, una vez agotado el máximo cartel posible, el que había otorgado más de 300 millones de dólares en ventas, había que buscar otro. Ese otro debía traer consigo a un boxeador lo suficientemente mediático como para despertar el afán del público por hacerse con el show que iba a protagonizar. Las Vegas debían prepararse para presentar al gran Saúl ‘Canelo‘ Álvarez, el enorme púgil del 47-1 que había danzado sobre Kirkland en tres rondas y había dejado, por decisión unánime, con la miel en los labios a Miguel Cotto, ante Amir Khan. Sí, en efecto, Amir Khan.

Un boxeador de peso Wélter se vio obligado a subir hasta la categoría de Mediano para que se le fuese asestado un tremendo K.O. en la sexta ronda que pudo terminar con sus andadas. Esto no se podía volver a repetir. ‘Canelo‘ fulminó al británico ante aplausos de un público que, muy probablemente, no era consciente de que el deporte se estaba llevando a lugares inimaginables, a extremos sobrehumanos; se estaba pasando la barrera de lo lógico para derivar en la catástrofe, en el temer por la vida de los combatientes por el simple hecho de no tener rivales para ciertos púgiles.

Daba absoluta vergüenza.

A pesar de ello, y por si fuera poco lo anterior, hace unos días, se hizo oficial uno de los choques más cotizados y, de nuevo, con menos sentido que ninguno. Gennady Golovkin, el kazajo, se vería las caras con el inglés Kell Brook, siendo su diferencia de peso de casi seis kilos, y su agresividad mucho mayor. He aquí cuando las protestas comienzan a llegar y la controversia surge en un aspecto que podría ser respetado, o no.

Y es que, se debe mirar siempre por el bien de la expansión del deporte que se ama, pero no violar las normas de su historia. Por mucho que atrajese que la Universidad de Clemson se enfrentase a Denver Broncos para determinar al mayor campeón de los Estados Unidos, sería algo impensable que podría terminar con un fracaso, ya que si se observa el envite desde una forma objetiva, está claro que el ganador serían los Broncos; al igual que Golovkin lo será. Lo machacará, lo dejará tendido sobre la lona casi sin duda alguna, terminando por ser este hecho algo que perjudique, no solo la trayectoria de Brook, sino también su integridad física.

Para desgracia de todos los que defendemos un deporte limpio y sin exigencias por parte de otros más superiores, este cara a cara se llevará acabo. Este y varios más si la insistencia por parte de periodistas, luchadores y organizadores no se pone en marcha para terminar con algo a lo que solo le falta que un emperador dictamine la supervivencia o la muerte del peleador colocando su dedo hacia abajo, un hecho que muy probablemente suceda de forma indirecta en esta oda a la danza de la muerte.

Imagen: Collage de fotografías de www.taringa.net, www.dailymail.co.uk y www.boxeadores.cl

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