Los Denver Broncos aseguraron una victoria crucial por 10-7 sobre sus rivales divisionales, Las Vegas Raiders, para abrir la Semana 10 de la NFL en el TNF.
La defensa de Denver, líder de la liga, asfixió a los Raiders, compensando una noche complicada para su propia ofensiva, que no logró ser contundente.
Denver se mantiene firme en la cima de la AFC Oeste con un impresionante récord de 8-2.
Los Raiders se hunden aún más en el último lugar del sector, con una desalentadora marca de 2-7 que prácticamente sentencia su temporada, apenas en la mitad de la campaña.
Una defensa de Denver que sostiene al equipo
Los Broncos llegaron al encuentro presumiendo ser la defensiva líder en capturas de mariscal de campo en toda la NFL, y no decepcionaron, pues siguen mostrando su dominio.
La línea frontal de Denver fue una pesadilla constante para el ataque de Las Vegas.
Lograron sumar seis capturas más a su total de la temporada, que ahora asciende a 46.
Esta presión incesante impidió que los Raiders establecieran cualquier tipo de ritmo ofensivo, limitándolos a un solo touchdown en todo el encuentro, lo que fue algo positivo para los Broncos.
A pesar de que Las Vegas tomó la delantera en el primer periodo con una sorpresiva carrera de Ashton Jeanty, la unidad defensiva de Denver ajustó y cerró la puerta.
Los Broncos se mantuvieron en el juego gracias a esta agresividad, demostrando que pueden ganar partidos incluso cuando su ataque no está carburando.
En múltiples ocasiones, la defensa de los Raiders entregó al ataque posiciones de campo favorables que la ofensiva, dirigida por Sean Payton, no pudo capitalizar en touchdowns.
Los Broncos carecen de un ataque sólido
Si la defensa fue el motor del equipo, la ofensiva fue el ancla, pues a pesar de ser amplios favoritos en casa, los Broncos mostraron una preocupante falta de explosividad contra una defensa de Raiders que, sobre el papel, era inferior.
El ataque de Denver solo logró cruzar las diagonales una vez, un momento clave que llegó justo antes del descanso.
Bo Nix: Noche de gestión, no de explosión
El mariscal de campo novato, Bo Nix, tuvo una noche discreta pero funcional.
Nix sumó 150 yardas por aire, con un solo envío de anotación, donde su actuación puede describirse como la de un “administrador de juego”:
Evitó errores costosos, pero no pudo generar las jugadas grandes que el equipo necesitaba para distanciarse.
Ese único pase de anotación fue vital, pues llegó al final del segundo cuarto, conectando con Troy Franklin.
Lo que permitió a los Broncos empatar el marcador 7-7 e irse al descanso con algo de impulso.
El equipo entrenado por Sean Payton siguió sin conseguir que su ataque carburara tras el medio tiempo, pero la ofensiva se estancó repetidamente.
La frustración se hizo evidente cuando Wil Lutz falló un intento de gol de campo de larga distancia, 59 yardas, en el tercer cuarto, dejando puntos cruciales fuera del marcador.
Errores de unos Raiders que no responden
La defensiva de Denver hizo su trabajo, pues primero, Dondrea Tillman consiguió una intercepción clave sobre el pasador de los Raiders.
Sorprendentemente, el ataque de Denver no sacó puntos de esta excelente posición de campo.
Una serie después, JL Skinner irrumpió en la línea de los Raiders y bloqueó una patada de despeje.
Esta jugada de equipos especiales fue el verdadero punto de inflexión, donde el bloqueo dejó a la ofensiva de Denver a solo 12 yardas de las diagonales.
Se conformaron con un corto gol de campo que, si bien se sintió como una victoria a medias, les dio la ventaja definitiva de 10-7.
En el último periodo, Daniel Carlson se preparó para un intento de gol de campo de 48 yardas que habría igualado el juego.
Para fortuna de Denver, Carlson falló el intento, permitiendo a los Broncos respirar y asegurar la victoria.