La puertorriqueña más impactante de los Juegos se ha hecho con la medalla de oro derrotando a la alemana Angelique Kerber por 6-4 4-6 6-1. Consigue así la primera medalla femenina para Puerto Rico en unas Olimpiadas.
Con la Pista Central volcada a favor de una tenista muy especial para estos Juegos Olímpicos de Río 2016, dio comienzo la final femenina individual de tenis. Angelique Kerber se mediría a la revelación de la competición, la puertorriqueña Mónica Puig, en una batalla que sería recordada por la historia del deporte de raqueta por la epicidad que tenía a su espalda.
Un gran choque se preveía desde primera hora, y no se falló en tal juicio. Puig hizo valer en cada compás del primer parcial su presencia en la final, demostrando que por algo se encontraba en aquel lugar. De esta forma y disputando un juego de libro, llegó a gobernar el parcial en el último momento posible luego de que ninguna de las dos fuese capaz de plantear rotura alguna en el servicio de la otra. En el 5-4 cayó el break a su favor y se llevó la ventaja para alegrar a la afición boricua.
Tal fue esta superioridad marcada que Kerber se vio casi anulada por instantes e incluso sintió molestias en su espalda, concretamente en la parte baja de esta. Así pues, pidió ayuda del fisio del torneo y en el cambio de set se adentró en los vestuarios. Mientras el público cantaba, Angelique tomó agua bendita en los aledaños del Centro de Tenis de Río de Janeiro y salió convertida en otra tenista muy diferente.
La alemana tomó el partido y de qué manera. A las primeras de cambio se apuntó la quiebra, llegando incluso a tener oportunidad de romper en dos ocasiones más (dos bolas de rotura en el 1-3 salvadas por Puig). Mónica reaccionó repentinamente y rompió el saque de la europea, no sirviendo esto para más que para que esta se inspirase y le quebrase, de nuevo, a la americana. Ahora el marcador se situaba 1-1 y lo mejor estaba por verse.
Si Kerber había tomado algo de esa extraña agua, Puig se llevó a sus labios toda la posible para intentar borrar a su oponente de la pista en el tercer parcial. Casi tratándose de una tormenta, la boricua desgarró a su presa con un tenis de escándalo que bordeaba la perfección. Quebró en el 1-0 y en el 4-0, e incluso fue capaz de conseguir que no solo sus seguidores, sino también los demás se pusiesen de su parte. Pese a sufrir en el 5-1 y tener hasta cinco bolas de rotura en contra, se volvió a rearmar para cerrar el encuentro. Era pura magia trasladada a una raqueta imparable, a una que había sido capaz de dar a Puerto Rico su primera medalla femenina; y no una cualquiera, sino una dorada.
La poesía se unió al arte y la personalidad de una chica que todos dieron como nula en primera ronda y que ha demostrado ser algo más que una simple campeona olímpica. Ha demostrado ser una luchadora mundial.
Imagen: www.prensa.com.
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