Daniil Medvedev ha cortado el camino del número 1 del mundo, Novak Djokovic, hacia la reedición de su triunfo en Cincinnati el año pasado. Lo ha vencido por 3-6, 6-3 y 6-3 en 1 hora 43 minutos.
Como un gato panza arriba
Djokovic es como un gato, tiene siete vidas. Para ganarle muchos puntos y, por supuesto, un partido, hay que ganárselo siete veces, porque si no se revuelve como el felino tenístico que es y le da la vuelta a la tortilla dejando a su rival con dos palmos de narices. Este fue el guión escrito del primer set del partidazo que disputaron ayer estos dos colosos, los dos en un estado de forma más que óptimo. Volaban los misiles de un lado a otro de la pista, y corrían ambos también de lado a lado aplicando maestría en casi todos sus golpes. Pero Nole, como ya sabemos, tiene un puntito especial que le hace sobreponerse a la adversidad y, sobre todo contra jugadores como Medvedev, es capaz de poner las cosas a su favor con un solo golpe. Ayer ese golpe, durante el primer set, fue sin duda el contrapié. Daniil se encontró unas cuantas veces mirando la pelota con impotencia pasar frente a él mientras recuperaba posición en el fondo de la pista. Y pareció no gustarle absolutamente nada esta situación.
Dando la vuelta a la tortilla
Con 3-3 en el segundo set, el ruso tomó una decisión que seguramente le dio la victoria final: se acabaron los segundos servicios. Djokovic le atacaba sin piedad cuando fallaba el primero, con lo que, visiblemente cabreado en parte por haber perdido también el primer set, empezó a sacar sus segundos servicios exactamente igual que los primeros. Esto le dio muy buen resultado en una primera instancia, ya que consiguió conectar más aces que dobles faltas. El doble beneficio de esta decisión vino en que seguramente esto desconcertó al número 1, que se despistó brevemente sacando para igualar a 4 y perdió su turno de saque ante el vendaval Medvedev. El ruso no solo se hartó de que le volvieran problemas tras sacar el segundo servicio, sino que también decidió que se habían acabado los puntos largos, donde Nole le estaba comiendo la moral una y otra vez. Y además percibió la cantidad de contrapiés que le estaba mandando el serbio y le puso remedio anticipándose y consumiendo poco a poco las felinas vidas del de Belgrado.
El brazo no tembló
Contrariado por haber cedido la segunda manga, Djokovic tuvo otro pequeño bajón de concentración en el tercer juego del parcial decisivo, y lo aprovechó Medvedev de manera magistral, a base de winners. Tuvo algún momento de flaqueza el ruso, con alguna lógica doble falta teniendo en cuenta cómo estaba sacando sus segundos, pero se sobrepuso a base de aces (conectó 16 por 4 dobles faltas en el partido, un balance más que positivo) Llegó la cosa con 5-3 y servicio de Nole y ahí se lanzó Medvedev a la yugular de su rival, con muy buen criterio, conectando grandes golpes y dejando a Djokovic prácticamente desarbolado. Cerró el partido con un resto ganador espectacular que levantó a los espectadores de sus sillas en la pista central de Cincinnati.
¿A la tercera va la vencida?
Es la tercera final a la que accede el ruso de manera consecutiva, tras Washington (donde perdió contra Kyrgios) y Canadá (donde cedió ante Rafa Nadal). Parece poco probable que Daniil deje escapar esta tercera oportunidad, aunque enfrente tendrá a un inspirado Goffin, que podría dar la campanada arrebatando al ruso el privilegio de poder levantar su primer trofeo Masters 1000. Es la segunda final en esta categoría para el moscovita (la primera fue la semana pasada ante Nadal en Montreal) y será para cualquiera de los dos jugadores que gane mañana, su primer título de este calibre. Los enfrentamientos entre ellos están igualados. Han jugado dos veces, las dos este año en importantes acontecimientos: ganó el ruso en el Open de Australia en tres sets, e igualó el belga el head-to-head en Wimbledon en un partidazo a cinco sets.
Fuente de datos e imágenes: www.atptour.com
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