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La formación en la base: peaje obligatorio del éxito

En el deporte como en la vida, el saber y conocer a donde nos dirigimos facilita en gran medida la toma de decisiones que debemos de tomar. Pero tomar esta serie de decisiones lo hacemos complicado al confundir  cómo y cuándo debemos de tomarlas. Tener un buen guía que nos ilustre y aconseje en los momentos turbios facilita la visión global de las cosas y evita tener que optar solamente por una sola opción.

Es obvio y evidente que la formación en el deporte y en la vida es algo fundamental para un correcto desarrollo personal. Llegados a este punto, la paradoja que nos atormenta en la sociedad de hoy es la siguiente: si todo el mundo está de acuerdo en este tema, como es posible que la inversión en el aspecto humano y formativo de aquellas personas que deben de guiarnos sea tan escuálido que dejamos que nuestros guías, que deben aconsejarnos el camino a elegir de lo que puede marcar el futuro de un jugador, está en manos de voluntarios, de personas sin formación o de dudosa experiencia!!.

Es muy preocupante que clubs, academias, escuelas, todos se apuntan a la importancia de formar jugadores, presumir de sus categorías base,  vociferar que lo importante son las personas, pero, ¿alguien se ha preguntado quien está formando a esos chavales ?, alguien se ha preguntado si esa persona a la que he delegado la formación deportiva de mi hijo está preparada para ello.

     Desde un punto de vista ilustrado, me gustaría diferenciar varios aspectos:

  • Disfrutar del juego: Los jugadores en categorías inferiores (prebenjamín, benjamín, alevín, infantil y cadete) en primer lugar deben de disfrutar, deben de divertirse con lo que hacen, deben saborear y sacar el máximo provecho no solo al juego en sí, sino a todo lo que conlleva. Disfrutar aprendiendo es algo que no es fácil de conseguir, significa que las sesiones deben de estar trabajadas, planificadas, evitar caer en la monotonía, hacerlas atractivas a la vez que formativas.
  • Conceptos básicos: la utilización del vocabulario específico es clave. Denominar a los conceptos y a los movimientos por su nombre, especificar y saber lo que se hace en cada momento facilitará en un futuro comprender lo que se les pide. Controlar y dominar el lenguaje hace que la comprensión del juego sea más completa. Pero ya no solo hablamos de lenguaje en este punto, conceptos básicos son aspectos tácticos y técnicos que deben aprenderse, interiorizarse, y asumirlos de tal manera que su acción en el juego sea inconsciente, automatizar los aspectos y conceptos básicos.
  • Enseñar a perder: todos los clubs, escuelas, etc, propugnan una filosofía del éxito, pero tener la victoria como único camino para llegar al éxito es elegir la opción más arriesgada. Creo que a los jugadores y equipos hay que enseñarles a perder, y la razón es obvia, solo gana uno. Lo normal en el deporte no es ganar, y mucho menos ganar siempre. Por lo tanto, debemos enfocar la formación primero a enseñar a perder, pero no con la idea de ser “segundones”, sino a saber a asumir la derrota como un proceso más que nos enriquecerá para poder conseguir la victoria, la cual podrá llegar o no como resultado, pero que siempre llegará como enriquecimiento personal. Enfocar un partido de prebenjamines, benjamines, alevines, infantiles, enfocando y estructurando el encuentro en busca del resultado es un flaco favor que hacemos primero a los jugadores, segundo a nosotros mismos, y tercero a esos padres y tutores que su visión, muy limitada en muchas ocasiones, no vá más alla de lo que observan en el luminoso. Enfocar un encuentro en función del resultado significa echar por tierra los dos anteriores puntos, como son el disfrute del juego y el control y dominio de los conceptos básicos. Para que necesitamos el resultado si con ello infravaloramos nuestro propio trabajo semanal ¿? El bucle se convierte en un absurdo, pero tristemente este bucle absurdo se extiende como una epidemia.
  • Aprender a disfrutar de lo aprendido: no hay mejor recompensa que hacer las cosas bien hechas. Cuando se interioriza y se asimilan conceptos, se hace efectiva su puesta en práctica, y los resultados en el juego expresan lo trabajado, todo ello hace que el disfrute sea total, y la retroalimentación jugador-aprendizaje-diversión se multiplique de manera brutal.
  • Enseñar a competir: Efectivamente… hay que enseñar a los jugadores a competir; la vida es una competición, pero competir no está reñido con educación, respeto, compañerismo, deportividad. Competir es saber perder, como anteriormente se ha expuesto, pero también y mucho más difícil de aplicar, es saber ganar. Ganar, la victoria, siempre debe ser reflejo del trabajo. Inculcar a nuestros jóvenes jugadores que la victoria o ganar siempre está aliada inexorablemente con el trabajo y asunción de los conceptos, y enseñanzas aplicadas. El trabajo diario, semanal, la constancia, la perseverancia, el mejorar en el día a día, el esfuerzo, el esforzarnos más para pasar al siguiente paso, esto es la victoria de un equipo y de un jugador. Encontrar que el esfuerzo personal conlleva la mejora en lo colectivo, y que ambos desembocaran en el éxito.
  • Gestión humana: Un club, una escuela, no gestiona los deseos, los objetivos paternos, no gestiona las inquietudes personales; un club con entidad, gestiona emociones, sensibilidades, egos, un club gestiona personas, un club forma personas, forma jugadores. La exigencia de la sociedad actual, la tiranía del resultado, y porque no decirlo, los complejos, la envidia, los celos, etc… son aspectos que muchas veces se introducen en nuestro quehacer diario, son difíciles de lidiar y de solventar, pero todos deben de ser superados con firmeza. Un club debe ser firme en sus convicciones y presentar su hoja de ruta de manera clara y explícita para evitar sorpresas en el camino.

Podemos resumir que la necesidad formativa en la base se ha convertido en el peaje obligatorio para poder conseguir jugadores y personas con un desarrollo pleno. La importancia que debemos dar a nuestros formadores es vital para culminar el camino con éxito. Aquellos que no puedan entender este aspecto tienen fecha de caducidad. Es cierto que es simple y sencillo de entender y al mismo tiempo puede ser complejo de llevarlo a la práctica, pero es la única vía segura de proyectar un futuro a corto plazo ilusionante y basado en la realidad.

Debemos de tener claro que el resultado es algo que sucede después de que se hagan y que sucedan una serie de cosas, algunas controlables y otras incontrolables; pero siempre, siempre debemos de centrarnos en aquellas que dependen de nosotros mismos. Enseñar a tolerar nuestros fallos, asumir que se van a cometer, utilizarlos para mejorar nuestras habilidades y competencias y tener PACIENCIA. Debemos centrar nuestros esfuerzos en mejorar y aprender, en aprender y mejorar, dejar el resultado en un segundo plano, así conseguiremos sortear la tiranía de los resultados.

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