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Diferencias hay entre psicología clínica y psicología del deporte

Creo que uno de los principales errores del “des-uso” de la psicología del deporte es la no comprensión de su utilidad y pensar que es una extensión más de la psicología clínica, no es así.

La psicología clínica, que es aquella que ahonda en cuestiones psicológicas/mentales como: la ansiedad, el estrés, los sentimientos depresivos, la tristeza… Y también las enfermedades psicológicas: depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad…

Como se puede ver, hay momentos en los que síntomas depresivos o ansiógenos pueden llevarnos a sensaciones muy aversivas, lo que llamamos distrés: sensaciones negativas mantenidas en el tiempo y que no somos capaces de gestionar. No tiene por qué llevarnos a una enfermedad mental como la depresión o trastorno de ansiedad si trabajamos psicológicamente, leyendo libros de autoayuda no sería suficiente.

Desde www.mejorándote.net trabajamos en la línea de tratamiento de la psicología clínica sanitaria, trabajando en la canalización del distrés, para lograr unos niveles de activación adecuados a cada situación. Porque el estrés no es ni bueno ni malo, es necesario.

Sin embargo, la psicología del deporte o psicología deportiva no trabajaría en la línea anterior. Se utilizan técnicas psicológicas: visualización, técnicas de relajación y control del estrés, aprendizaje desde la perspectiva cognitivo-conductual…

Pero no se centra en síntomas clínicos, sino en el contexto de la práctica deportiva. Poco a poco se van poniendo encima de la mesa trabajos de psicólogos deportivos: Joaquín Valdés con Luis Enrique, Carolina Marín y su psicóloga…, también otros ejemplos como el de Novak Djokovic con su nutricionista-coach mental que han conseguido cambios muy notables que no se mantienen en el tiempo dado que no hay un trabajo profundo de aprendizaje de habilidades.
La psicología del deporte que los profesionales (titulados) queremos transmitir es aquella que utiliza la psicología como base: sus técnicas, pero que trabaja potenciando al máximo las capacidades cognitivas y, como consecuencia, físicas para rendir al máximo en tu actividad deportiva.
Las siguientes semanas ahondaré en cómo la psicología deportiva puede trabajar desde el deporte no profesional, hasta el amateur y el alto rendimiento e incluso, la psicología del deporte puede trabajar en el deporte infantil como medio de aprendizaje de otras capacidades más allá de la propia práctica deportiva: tolerancia a la frustración, trabajo en equipo, capacidades de orientación, de pensamiento lógico-abstracto…

Hoy me centraré en cómo la psicología deportiva trabaja con el deportista, independientemente del nivel competitivo y edad, en controlar sus niveles de ansiedad y estrés ante la práctica deportiva en situaciones de competición, momento en que su activación debe ser máxima, también su atención y concentración, pero que más allá del nivel necesario de activación, influye en su rendimiento disminuyéndolo.

¿Por qué creen que los partidos con una mayor tensión son aquellos que se juegan de una forma más tensa y con mayores interrupciones? Estoy teniendo en mente la final de la Copa Libertadores jugada en el Bernabéu entre River Plate y Boca Juniors. ¿Por qué un menor no se acuerda de la coreografía en la exhibición de final de curso, cuando llevan todo el año ensayando? Porque están tan “atenazados” que sus “mentes” no dejan que sus “cuerpos” desarrollen aquellas conductas que han entrenado anteriormente, porque sus mentes no son capaces de organizar los estímulos y tomar decisiones adecuadas a la situación. Desde el punto de vista de la neuropsicología, su cuerpo está tan inundado de cortisol, entre otras hormonas, que sus músculos se tensan (“se le encoje el codo, dicen los expertos en tenis”), es decir, nuestro cerebro “lee” la situación como estresante y “pide” a nuestra glándula suprarrenal que fabrique e inunde de cortisol el cuerpo ante dicha situación amenazante.

Todos entenderán que ante un predador en la sabana, nuestro cuerpo necesita estar alerta y correr, pero esta conducta dura segundos o pocos minutos. Ante una competición o un partido de fútbol, la situación se debe mantener tanto tiempo que el final del partido está lleno de interrupciones por faltas, al no llegar al balón porque no se ha anticipado la situación del juego. En el caso de los menores, pierden concentración, se “quedan en blanco”…

Habrán entendido que la función del cortisol de “estar alerta” es necesaria, pero el problema es cuando la persona mantiene esa situación y/o la activa de forma que interfiere en otras capacidades necesarias para la competición: estar atento a los diferentes estímulos en la situación del juego, más allá de las sensaciones corporales que tenga; tomar decisiones ante las situaciones que se van dando en la competición: paso el balón o continúo jugando, estoy cerca de un contrario, cómo le quito el balón… anticiparse a las situaciones no controlables en cualquier deporte. Cuanta más tensión tenga el deportista, menores capacidades cognitivas tendrá para desarrollar sus capacidades técnico-tácticas y eso significa que, por mucho que haya entrenado la técnica y la táctica todas las semanas, no podrá ponerlas en práctica si no es capaz, si no desarrolla y entrena las habilidades psicológicas para mantener la activación en el punto en el que le permita tener el mayor rendimiento.

Desde la psicología del deporte, las variables rendimiento y activación son muy importantes, porque queremos que ambas estén en el punto más alto, que es la forma en la que el deportista obtendrá beneficios. Si la activación está por encima o por debajo del nivel que la situación requiere, el organismo rendirá por debajo de las capacidades del propio deportista.

¿Y cuál es el modo de que un deportista tenga esa máxima activación para que su rendimiento también sea el máximo? Con la resaca de los #Goya2019 de anoche, todo el mundo entenderá que ayer nada era azaroso, que los trajes llevaban meses siendo hechos para cada uno de los protagonistas, ¿verdad? Pues la psicología del deporte trabaja de la misma forma con el deportista, como un traje a medida, ensayando cada pequeño detalle y “cosiendo” cada acción para llegar al resultado perfecto el día perfecto. Es un trabajo minucioso y de equipo: deportista-psicólogo, de forma que el “traje” esté “cosido” de la mejor manera posible sin dejar ningún cabo suelto que le lleve a romperse. El estreno será intenso y brillante o generará perdidas motivacionales en el deportista si sale corriendo y no lo prepara bien, pero que, si se construye a medio-largo plazo, no tiene forma posible de ajustarse a la persona que lo lleva. Cuando un deportista aprende un gesto técnico o táctico, requiere entrenamiento, perseverancia y tiempo. La adquisición de habilidades psicológicas que mejoren el rendimiento tiene el mismo recorrido.
Con todo lo que te he contado, ¿ves la diferencia que entraña trabajar con la psicología deportiva? Espero que sí, sino seguiré dándote razones. Nos “vemos” en siguientes entradas del blog/artículos.

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