Análisis UFC

Espino, Holloway, Usman, Shevchenko… Directos al estrellato de UFC

Después del parón veraniego, UFC se ha puesto las pilas en los últimos meses del año. En las dos últimas semanas, tres eventos han tenido lugar, con un total de dos peleas titulares y dos finales de The Ultimate Fighter.  Tan solo 14 días han sido suficientes para consolidar algunas monarquías, pero también para convertir a peleadores desconocidos en auténticas superestrellas.

El 30 de noviembre fue la fecha donde todo empezó. Dos temporadas de The Ultimate Fighter se grabaron de forma simultánea y, por ende, la final tuvo lugar el mismo día. Rafael Dos Anjos Kamaru Usman fueron llamados para encabezar una velada con sabor español. En primer lugar, Macy Chiasson (3-0) logró ganar el torneo de peso pluma femenino al imponerse a la experimentada Pannie Kianzad (10-4) por sumisión.

Respecto a la competición de peso pesado, su final hizo que los aficionados descubrieran que un español también puede llegar a lo más alto de esta empresa, dominada, en su mayoría, por estadounidenses. “El Guapo” Juan Espino (9-1) consiguió derrotar en poco más de 3 minutos y medio a Justin Frazier (10-3) y, con esto, alzarse con el trofeo que le acredita como el vencedor de la vigésimo octava temporada de The Ultimate Fighter. Además, junto a su victoria, Espino se aseguró un contrato por un valor de seis cifras con UFC.

Fuente: www.ufc.com

En el Main EventKamaru Usman siguió subiendo peldaños en los rankings después de vencer con superioridad a Rafael Dos Anjos. “The Nigerian Nightmare” ya es considerado, actualmente, el segundo mejor peleador de la división de peso wélter.

Un par de días más tarde, en Australia, Junior Dos Santos (20-5) demostró que, a pesar de sus 12 años de experiencia, aún tiene mucho poder en sus puños. El brasileño consiguió poner punto y final a la racha invicta del joven Tai Tuivasa (8-1) por TKO.

Finalmente, UFC 231 fue el gran culmen a la jornada luchística. Dos peleas titulares y una gran cantidad de gladiadores situados en los varios Top 15 estaban programados para la visita de UFC a Toronto. En los preliminares, Nina Ansaroff (10-5) dio la gran sorpresa al derrotar a Cláudia Gadelha en una ajustada decisión de los jueces. Con este triunfo, la estadounidense ocupará el lugar de la brasileña en la clasificación: el tercer puesto.

En el opener de la cartelera principal, Thiago Santos (20-6) volvió a mostrar una contundente presentación a costa de un Jimi Manuwa en horas bajas (17-5). El islandés Gunnar Nelson (17-3-1), por su parte, regresó por la senda del triunfo al imponerse a Alex Oliveira (19-6-1 (2)) por sumisión.

A partir de aquí, solo quedaban los dos combates estelares de la noche. Primeramente, se iba a coronar una nueva campeona de mujeres de la división de peso mosca. Después de ver como el título de peso gallo le era arrebatado de las manos en un par de ocasiones, Valentina Shevchenko (16-3) tuvo la oportunidad de redimirse y, esta vez sí, consiguió alzarse con el campeonato que la acredita como la mejor peleadora de peso mosca del mundo. A la tercera va la vencida. La polaca Joanna Jedrzejczyk (15-3) no pudo convertirse en la primera campeona dual de la historia, ya que fue poseedora de la correa de peso paja femenino.

En el Main EventMax Holloway (20-3) dio un verdadero recital. Nos brindó una obra maestra sobre cómo debe ser un peleador (casi) perfecto. Hasta ese entonces, Brian Ortega (14-1 (1)) había lucido imparable. Gente tan consolidada como Cub Swanson o Frankie Edgar había caído rendida a sus pies a las primeras de cambio. Holloway, sin embargo, lo trató como un juguete y le infligió su primera derrota profesional. El Campeonato de Peso Pluma de UFC sigue “bendito”.

Después de la pelea, se vivió un momento igual de importante que la lucha en sí. Hace unos meses, Conor McGregor y Khabib Nurmagomedov mostraron una imagen salvaje sobre las artes marciales mixtas. Esta vez, Holloway y Ortega han enseñado al mundo la cara más amable, más sensible, más respetuosa del deporte. “Blessed” se acercó para felicitar a su oponente por su esfuerzo y le dijo que podían ser amigos. Este debería ser un gesto normal, prácticamente automático, pero vivimos en un mundo dominado por el circo, la espectacularización y la fachada teatral.

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