Este pasado fin de semana se ha celebrado en Minsk (Bielorrusia) el penúltimo capítulo de la Copa del Mundo de Gimnasia Rítmica antes de la cita más importante del año, el Campeonato del Mundo que se celebrará este año en Sofía, la capital de Bulgaria, que ya cuenta anualmente con una copa del mundo.
En esta cita, la mayor ausencia vino por parte de Rusia, de las gemelas Averinas, Dina y Arina, que decidieron descansar en esta ocasión para estar a punto para el mundial, ya que el código vigente ha propiciado bajas y lesiones de algunas gimnastas durante estos dos años que llevamos. Este código, un tanto especial y que tan bien se compacta con la gimnasia de las gemelas Averinas, está siendo muy difícil para otras gimnastas como su compatriota Alexandra Soldatova, la tercera gimnasta rusa en el anterior ciclo olímpico y que se ha visto adelantada en este código por las Averinas, gracias a su trabajo y al código actual.
En su lugar, a esta cita, acudieron Soldatova y Selezneva, posiblemente para probar a quien llevar de tercera gimnasta de cara al mundial; como ya sabemos Irina Viner, la seleccionadora rusa, deja todo muy bien atado.
El pódium en la general o AA de la categoría individual finalizó con el oro para la gimnasta israelí Linoy Ashram, gimnasta que le viene como anillo al dedo el código y que está luchando mano a mano con las rusas de manera muy merecida, la plata para la rusa Alexandra Soldatova, que ha tenido algún fallo en los ejercicios y el bronce para la bielorrusa Katsiaryna Halkina, valorada un escalón por debajo en muchas ocasiones y muy injustamente. La rusa Ekaterina Selezneva, la ucraniana Vlada Nokolchenko y la bielorrusa Anastasia Salos han finalizado en cuarta, sexta y séptima posiciones respectivamente.
Por parte de Bulgaria fueron Katrin Taseva y Neviana Vladinova que finalizaron quinta y octava respectivamente en su camino hacia el mundial en el que jugarán en casa.
Por parte de España, junto con el conjunto, acudía Polina Berezina, que realizó unos ejercicios correctos sin fallos graves, aunque con alguna imprecisión, con unas notas bastante discretas y en gran parte inmerecidas, finalizando así en una vigésimo-quinta posición en la general, lejos de las finales por aparatos. Se echó de menos una compañía a Polina, como María Añó o Noa Ros, que acudirán al mundial como tercera y cuarta gimnasta completando así el tándem Berezina-Llana.
La española Polina Berezina con su entrenadora Mónica Ferrández (fuente: perfil de twitter de RFEG)
En conjuntos, la mayor baja provino de Bulgaria, el conjunto causó baja de última hora debido a la lesión de una de sus gimnastas, Erika Zafirova. Como ya se ha comentado el código está haciendo estragos estas temporadas. Aquí el oro fue para Italia, una Italia que se ha adaptado muy bien a este código y que sigue en la élite después de muchos años, gracias al buen relevo que hacen de gimnastas. La plata fue para una Rusia sobrevalorada y que ha tenido fallos serios, y el bronce para Japón, un conjunto que está notando ese apoyo de cara a Tokio 2020.
Por su parte, España realizó unos ejercicios muy buenos, sin fallos, aunque con alguna imprecisión salvada, ha obtenido la sexta plaza en la general, tras la reclamación de Bielorrusia, clasificándose para ambas finales con un 18,950, la tercera mejor nota con 5 aros, y un 18,400 en el ejercicio mixto de cuerdas y pelotas, la octava mejor nota. Un equipo que va adquiriendo bastante seguridad en pista y que poco a poco se va afianzando internacionalmente; con una progresión muy buena sobre todo respecto al año pasado, en el que fue un año bastante difícil que terminó con un resultado muy discreto en el mundial de Pesaro.
El conjunto español tras finalizar la primera jornada (fuente: foto del perfil de twitter de RFEG)
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