Análisis Psicología Deportiva

¿Qué supone para el deportista el nacimiento de un hijo?

El nacimiento de un hijo cambia la dinámica dentro de una relación de pareja. Cambian las rutinas, cambian los gastos, cambian las prioridades… Además, las personas deben cambiar sus horarios no solo personales sino también laborales para poder introducir las nuevas tareas.

El embarazo cambia el cuerpo de la mujer: aumento de peso, dolores de espalda, molestias leves en la pelvis… Y, a nivel psicológico, también se producen cambios: ansiedad por el parto o la salud del bebé, cambios de humor, aparición de cansancio…

En resumen, se puede decir que, el nacimiento de un hijo es un punto de inflexión en la vida. Un trabajo duro pero gratificante al cual hay que adaptarse.

En el deporte el cuerpo es el elemento esencial de trabajo. El cuerpo es el motor y medio para conseguir resultados. Por ello, en muchas ocasiones, para las mujeres deportistas entra en conflicto la pasión por el deporte que, en muchas ocasiones es su trabajo, y el deseo de tener un hijo: ¿Volveré al mismo nivel competitivo?; ¿Perderé nivel físico?; ¿Mis patrocinadores seguirán confiando en mí?

Del mismo modo, la conciliación durante la crianza puede ser complicada debido a la agenda que tiene un deportista de competición: largos y duros entrenamientos, viajes, concentraciones, competiciones, eventos…

En la misma línea, la dificultad que tienen las mujeres en un mundo todavía “de hombres” hace que puedan dudar a la hora de tomar esta decisión, ya que en muchos casos, parece que solo exista un camino: el deporte o la maternidad. En este punto es importante que se muestren ejemplos de mujeres que han elegido ambos caminos y que han seguido cosechando éxitos o consiguiendo sus primeros triunfos:

Marina Alabau. Tras dar a luz, retomó su calendario de entrenamiento y 2014 fue su mejor año deportivo proclamándose subcampeona de Europa y del Mundo el mismo mes que su hija cumplía un año.

Teresa Portela. La piragüista fue madre en 2014 y regresó a la competición en mayo de 2015 para colgarse una medalla de bronce en la Copa del Mundo sprint de Duisburgo.

Kim Clijsters. Anunció su retiro en 2007 para formar en una familia. En 2009 volvió y ganó tres Grand Slams antes de volver a retirarse.

Jessica Ennis-Hill. La heptatleta, ganó el oro mundial un año después de dar a luz a su hijo

Estos son algunos ejemplos, pero existen más.

Patrocinadores, equipos directivos, profesionales del deporte… pero sobretodo, las propias deportistas deben entender que, tener un hijo, no significa menos rendimiento, menos trabajo o menos triunfos. Como ya se ha dicho, hay que volver a adaptarse.

Para ello es importante una buena organización del tiempo, trabajo en pareja eficaz, confianza en que se pueden conseguir los objetivos y un plus de esfuerzo.

Por otro lado, hay que tener cuenta que el deporte tiene un componente mental que influye de forma directa en el rendimiento de los deportistas. Dentro de este aspecto, es vital que la persona perciba que existe un equilibrio entre la vida deportiva y la vida personal, es decir, que la persona sea consciente que el deporte no entorpece su crecimiento personal. Este equilibrio, hace que uno se concentre en la competición y en el entrenamiento lo que hace que se tomen mejores decisiones, se preste atención a lo importante y se tenga predisposición ante los retos que se presenten. Del mismo modo, hace que esté relajado a la hora de saber que tiene “otra vida” aparte del deporte.

En conclusión, la cuestión no es tener un hijo o no tenerlo, sino hacer aquello que realmente te haga feliz.

Elena Ferrer Aranda @calzatunumero

Psicóloga Especializada en Psicología de la Actividad Física y del Deporte

Instagram: @calzatunumero

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